Exilio

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Pensar que ya había pasado un año desde que mis padres habían decidido exiliarme.
Era una locura; todo porque había reprobado el año.
Pensaban que si me enviaban a otra ciudad, volvería a ser aquella niña buena que jamás cometía un error.

No me considero una mala persona, ni que me haya desviado del camino. Es que cuando eres adolescente y estás en una religión un tanto extremista todo aquello que está prohibido, llama mucho más la atención y eso fue lo que sucedió.

Siempre he sido la típica niña buena; tranquila, recatada y sobre todo obediente.

Mis primeros dos años de preparatoria fueron normales; no faltaba, jamas me retrasaba al regresar a casa, aprobaba todas las materias. Pero en mi interior siempre había celos de las demás chicas, envidiaba como las demas chicas se divertían y vivian una vida la cual a mi no se me permitía

Ser hija de padres cristianos conservadores ha hecho que en casa siempre reinara el <<NO>> ¡No puedes usar maquillaje!
¡No puedes cortarte el cabello!
¡No puedes mostrar un poco de piel! ¿Pantalones? ¡Por supuesto que no! la única excepción era solo para ir al colegio, sin embargo estaba mal visto; entre otras muchas prohibiciones que a mi parecer eran absurdas.

Amaba el evangelio pero no amaba su cantidad de reglas y la enseñanza de que si no las cumplías tu alma ardería en el infierno; esto ocasionaba que envidiara la vida de mis compañeras y sus libertades.

Cuando comencé el tercer año de preparatoria no imaginé que iba a terminar como termino.

Después que cumplí los quince años dos meses después de que comenzarán las clases, mis mejores amigas y yo comenzamos a saltarnos las clases era exitante la adrenalina de hacer algo prohibido; todo por irnos a casa de una de ellas a comer, escuchar música y hablar de chicos. Estas cosas estaban prohibidas para mí; así que saltarme las clases para irme con ellas era divertido.

Así fue como reprobé cinco materias y perdí el año escolar, la peor vergüenza que le he hecho pasar a mis padres más que todo a mi madre.

Fue de esa forma que termine aquí exiliada, viviendo con mi tio; un señor mayor muy atento y amoroso.

Al principio pensé que seria divertido vivir aquí ya que es la casa de victoria, mi mejor amiga en el mundo. pero ella consiguió una beca en una universidad en el extranjero y se fue con su mamá y su hermano mayor.

Recordar este último año ha sido un poco triste y amargo; de lunes a viernes vivía con mi tio y tenía una rutina similar a la de mi casa solo que aquí no tenía las mismas restricciones así que era un poco más libre. Los fines de semana visitaba a mis padres y por consiguiente a la iglesia.

Mis dieciséis años fueron los más tristes y solitarios que una chica pudiera tener, pero no me importaba no me arrepentía de nada de lo que habia sucedido.

Miro la habitación que ha sido mía durante el último año suspirando, no quería volver a casa.

-¿hija estás lista?- Me pregunta tio Tonny con una notable tristesa en su mirada

-si, ya cerré la última maleta-

-ok, te ayudare a bajarlas-tomando la más grande -tu mamá nos espera en el auto-

Tomé las cosas que faltaban para luego salir de la casa, subiendome al auto donde se encontraba mi madre esperándonos. Cerré la puerta y tomé una gran bocanada de aire ¡No quiero regresar de mi exilio!

Conflicto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora