volver a casa parte I

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Tenia razones para no querer volver a casa y no porque no quisiese a mi familia, se trataba de que mis tios eran personas adineradas y con ellos no tenía que preocuparme por qué me faltase nada ya que me trataban como a su hija y siempre suplían lo que necesitase y no quería volver a las carencias que mi familia normalmente presentaba.

Tendría que armar un plan para conseguir dinero y así poder costearme mis cosas ya que no quería ponerme en la mala situación de pedirle a mis padres, lo que obviamente no tendrían.

Sobretodo no queria tener que volver a la congregación todos los días y recibír malas miradas y comentarios despectivos.

Volver a casa implicaba volver a ser la niña buena, recatada y obediente; y no es que no lo sea pero no a un nivel extremo donde no tienes una voz propia y tu vida está dirigida por otros y con esto no me refiero a mi mamá y mi papá solamente sino por una religión donde todo es blanco o negro, bueno o malo dónde eres juzgada desde la manera de caminar hasta cuan alto te ríes y ya estaba cansada de eso.

Lo cierto es que como a cualquier chica de mi edad me gustan las fiestas, la ropa linda, tener amigos con los cuales divertirse y tener novio.

Pero por como estoy obligada a vestir y a actuar creo que nunca he inspirado ni siquiera un mal pensamiento en algún chico excepto en uno y para mi desgracia no podemos estar juntos.

Tampoco es que pueda hacer mucho para cambiar y exteriorizar quien realmente soy ya que solo tengo dieciseis años y debo regirme por lo que mis padres y la iglesia digan y yo ya estaba etiquetada como la mala influencia para los jóvenes de la congregación por los actos más estúpidos del mundo, es decir; ¿A quien se le juzgaba de aquella manera solo por saltarse clases para irse a casa de una de sus amigas solo a pasar el rato, cuando en la iglesia habían otros que habían hecho cosas peores? Pues a mi, considero que el que me vean de aquella manera era el mayor acto de hipocresía que podrían cometer.

No veo la hora en la que cumpla los diesiocho años para así poder hacer lo que me mejor me parezca y la primera cosa que encabeza mi lista, porque sí, tengo una lista; es buscar un lugar donde mudarme y poder ser una persona independiente.

—Tengo que ser fuerte— digo para mi misma.

No me había dado cuenta que ya habíamos llegado; el viaje había transcurrido en absoluto silencio y me había sumergido en mis pensamientos, cosa que hacía con frecuencia digamos que era mi método de escape ya que allí podría ser quien yo quisiese.

Una hora más tarde me encontraba en mi cuarto reorganizando mis cosas nuevamente y se sentía extraño como si no pertenecía a aquel lugar.

—¿Patricia ya desenpacaste? Recuerda que a las 7:00pm vamos a la iglesia— preguntó mi madre con tono enojado

—s-si, ya casi termino ¿tengo que ir?— le pregunté con fastidio —Estoy cansada y no quiero salir—

—¿No pensaras que te voy a dejar sola en la casa? Ni hablar, así que vístete apropiadamente que salimos en treinta minutos—

—okey— le dije resoplando.

Definitivamente mi mamá seguía molesta conmigo, no me hablaba sino solo lo necesario y cuando lo hacía tenía un tono desagradable.

Cuando salió de mi habitación me levanté del piso donde me encontraba organizando los zapatos. Mi habitación era pequeña constaba solo de una cama de una plaza, una mesita de noche y un pequeño closet el cuál en una de sus puertas tenía un espejo de cuerpo completo.

Me pare frente a este y me ví por un momento.

—¿Qué tiene de inapropiado lo que llevo puesto?— dije poniendo los ojos en blanco.

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