Capítulo XXV

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Día Veinticuatro.

Un golpe en seco fue dado en mi cara haciéndome despertar. Levante mi cabeza tomando la almohada que había sido aventada hacia mi y lo primero que vi fue a una Angie en bragas y sujetador corriendo por la habitación.

-¡Mierda Rai!, se me ha olvidado poner el despertador, iVamos tarde! - gritó mientras abría su closet-.

Salí de la cama a toda velocidad y me adentré en el baño.

- ¿¡Porque no me has despertado antes?! - grité con la boca llena de pasta de dientes-.

- ¡Acabo de levantarme, Mica me llamó, joder olvidé el despertador!

Escupí, enjuagué y cepille perfectamente mis dientes. Salí del baño en una carrera y me metí dentro de un par de jeans oscuros de cintura alta, una blusa azul cielo y mis converse blancas.

Mi cabello estaba bastante presentable por lo que solo pase unas dos veces el cepillo.
Tomé mi móvil, llaves del auto y mis libros.

-¡Si no sales ahora mismo, caminaras! - le grite a Angie mientras bajaba las escaleras de Dalton.
En dos segundos ya ella se encontraba a mi lado mientras se ponía una de sus botas de diseñador.

- Recuérdame jamás dejarte de nuevo la responsabilidad de despertarnos - la miré mal y salí del estacionamiento con dirección a la
Universidad-.


**


Corrí por los pasillos vacíos, para poder llegar a mi clase de Literatura avanzada, ya iba una hora tarde.

Empuje la puerta y quede parada en medio del aula con todas las miradas sobre mi.

- Llega tarde -La señorita Jones levantó una ceja-.

- Lo se -no aparté mi mirada de la de ella-.

Caminó hasta su escritorio, firmo un papel y me entregó una hoja en la que se leía perfectamente:

Detención.

¡Genial!

Busque con mi mirada a Alondra y ella estaba en uno de los puestos del final. Caminé con rapidez y me senté a su lado.

- Vaya, llegas realmente tarde.

- Cállate Alondra, no quiero más castigos - susurré sacando mi lápiz y anotando con rapidez lo que decía en la pizarra-.

- Mierda, alguien está de muy mal humor -ella
bufo-.

- Me han puesto dos horas de detención después de clases -le lancé una rápida mirada y vi que no estaba escribiendo- ¿Porque no escribes nada?

-¿Para que?, tú lo estas haciendo -se encogió de hombros y yo me rei-.

- No voy a prestarte mis apuntes -ladee la cabeza y ella frunció el ceño-.

- Lo harás -susurró acercando su rostro al mío y dejando un sonoro beso en mi frente.

Sonreí y me gire para seguir escribiendo.


**


Tres clases después me encontraba guardando mis libros para ir a la cafetería. Cerré el casillero y sonreí al ver a Sebastián.

- Hola.

- Hola -él se rasco la nuca- ¿Qué tal las navidades? -me preguntó cuando comenzamos a caminar a la cafetería-.

- Geniales, ¿Las tuyas? - alcé mi mirada para verlo y se sonrojo-.

- Estuvieron.... buenas -suspiró- Fui donde mis abuelos -se aclaró la garganta -. Quiero disculparme de nuevo por besarte.

Treinta ~ (Railo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora