Treinta ~ (Railo)

Capítulo XXXII

Rai.

Abrí los ojos y sonreí al mirar el rostro de Alondra dormida cerca del mío.

No podía creer que esto estaba pasando.

Anoche antes de dormirnos me obligó a recoger todas las rosas sin tallos y a contar que fueran treinta.

No traje ropa pero a Alondra pareció no importarle que durmiera con ropa interior.

Besé suavemente su cuello y sonreí cuando su mano comenzó a acariciar mi espalda. La había despertado.

- Alo - susurré-.

-¿Umm? - sus ojos aún estaban cerrados-.

- Alo - repetí-.

-¿Qué pasa amor? - abrió los ojos pero estos se cerraban por el sueño-.

-¿Qué se supone que somos? - le pregunté-.

- No me jodas Rai, te lo dije ayer, quiero algo serio contigo - su ceño estaba fruncido y sus ojos miraron los míos-.

- Si, pero no me has preguntado nada - volví a besar su cuello-.

-¿Quieres ser mi novia? - dijo y yo alcé las cejas-
¿Quieres por favor ser mi novia? - fruncí el ceño y ella suspiró-¿Serías mi novia? - arrugué la nariz y sacudí la cabeza -. Se mi novia - dijo con una voz ronca haciéndome estremecer. Asentí alcanzando sus labios pero solo me correspondió dos veces-.

Sus ojos volvieron a cerrarse y traté de besarla de nuevo pero no me dejó.

- Rai, te amo, pero son las siete de mañana, déjame dormir - murmuró girándose y abrazando mi cuerpo por completo. Suspiré y me dediqué a remarcar los tatuajes de su brazo-.

-¿Qué haremos hoy? - susurré mirando como mi dedo delineaba cada línea en la piel de Alondra -.

-¿No vas a dejarme dormir más verdad? - preguntó apartandose ligeramente para verme, sacudí la cabeza en negación-. Vamos a ir por la noche a un lugar donde hay buena música y comida - acomodó un poco mi cabello y luego besó mi frente-.

-¿Puedes llevarme a Dalton por ropa? - pregunté con una sonrisa-.

- Si, bebé - tomó mi nariz entre sus dedos y la apretó un poco-

**

Me maldije por dejar mi cartera con las llaves en el hotel y tener que tocar la puerta.

Una Micaela en calzoncillos y con los ojos entrecerrados me dieron la bienvenida. Me puse en puntitas para besar su mejilla.

Angie estaba enredada en las sábanas mirándome atenta.

-¿Qué haces? - preguntó Angie cuando saqué la pequeña maleta de abajo de mi cama-.

-Estoy quedándome en un hotel con Alondra - mi mirada se dirigió a Micaela quien seguía en la puerta pero con expresión enojada-. Me dijo que me ama y yo la amo a ella -Micaela asintió y miró hacia afuera-.

Se rascó la cabeza, después el trasero, se encogió de hombros y salió para encontrarse con Alondra quien estaba esperándome en su camioneta.

-¿Eso quiere decir que tu y ella...?

- No - le contesté a Angie y ella bufó-. Pero hoy si.

-¿Ella te dijo? - preguntó curiosa-.

- Nop, pero yo pienso hacer que ocurra hoy - le dije sacando la bolsa con toda la lencería que ella misma me había regalado durante los años-.

-¡Por fin! - chilló contenta. Seleccioné un conjunto rojo y lo tiré en mi maleta-.

Fui hasta el armario de Angie y sonreí tomando un vestido rojo intenso. Lo acomodé en mi maleta junto con unos zapatos de tacón negros.