Capítulo I

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Estaba sumergida en mis pensamientos, caminando prácticamente como un zombie hacia la escuela. El camino era simple, a partir de la calle donde estaba mi casa, tenía que hacer cinco cuadras hacia delante, tres hacia la derecha y seguir rectamente, siete más. Cuando estaba casi a la mitad del cansador recorrido, un estruendo me desprendió de todo aquello en lo que había estado pensando y automáticamente giré la cabeza hacia la dirección de donde provenía el ruido. Se trataba de una mujer, de unos treinta, treinta y cinco años, llevaba un vestido que alguna vez fue blanco, ahora estaba cubierto de tierra, corto hasta la zona de las rodillas. Que por lo que pude ver, debido a que estaba algo lejos de donde había provenido el ruido, había tirado a un hombre contra la vidriera de un supermercado. Este estaba en estado shock, mas bien estaba quieto, creía. La mujer se marchó corriendo, haciendo un sonido raro con su boca, mientras gritaba palabras que no entendía. Era algo indescriptible.

Sin pensarlo demasiado, me acerqué al hombre y le hablé.

—Señor, ¿usted está bien? —Dije, esperando un "sí, lo estoy, gracias por preocuparte" y algún tipo de explicación sobre lo sucedido. Para mi mala suerte, ni un "no, no lo estoy" salió de su boca. El hombre estaba inmóvil, tirado sobre miles de vidrios rotos. Pude notar unos rasguños a lo largo de su brazo izquierdo y unos pocos, algo mas profundos en la zona de su mejilla derecha, seguro se los había dejado la loca anterior

Ya era hora de hacerlo, estaba sacando mi teléfono para llamar a una ambulancia, cuando noté que el hombre empezó a pronunciar "palabras" (se podría decir), mas bien, era más probable que hayan sido aullidos de dolor.

—Hey, ¿necesita ayuda? —Alcancé a decir, algo asustada.

Sí. Lo había decidido, iba a llamar a la policía, o la ambulancia, mejor a las dos. Pero, lamentablemente no llegué a hacerlo, el hombre comenzó a moverse e instantáneamente se levantó, dispuesto a atacar a todo ser viviente que se cruzara, eso era lo que imaginé, por su cara de recién salido de un loquero. Y yo era, ubicada a unos diez metros hacia delante, un blanco, un objetivo, una oportunidad de sacarme la mayoría de mis órganos.

Lo decidí, con el corazón en la boca, me lancé a correr, lo mas rápido que pude, con el "hombre" atrás mío. Aunque todavía no entendía si me quería hacer daño, pero de otra forma, un señor corriendo detrás de una adolescente, completamente sin uso de la razón, ¿que mas iba a querer que dañarla?

Lo había perdido. Estaba segura de que lo había perdido. Casi sin aliento, volteé hacia atrás y pude localizar, a unos pocos metros, un joven de la misma edad que yo, supuse, corriendo hacia mí. Fue más que obvio que de esta no iba a huir, cuando quería, podía ser más valiente de lo que me imaginaba, además las piernas no me daban para seguir corriendo. En la escuela, siempre tenía peleas con otras chicas, incluso con chicos. Y era normal, que mis rivales salieran heridos. Digamos que no se controlarme cuando tengo miedo, o si estoy enojada, actúo sin pensar.

Miré hacia todos lados, y pude divisar en el piso una especie de sartén, seguramente de alguna de las casas de alrededor.

Todo estaba desordenado, ese siempre había sido un barrio tranquilo, de esos barrios en el que todos se conocen con todos. Pero ahora, se veía como si un ataque de ira hubiese llegado a los vecinos que corrían de un lado al otro gritando.

Agarré la sartén y corrí hacia mi "enemigo", el cual recibió un gran golpe en la cabeza.

Si. Lo había hecho. Le había pegado a ese joven con una ¿sartén? Si no hubiera estado terriblemente atemorizada por todo lo sucedido, me hubiera reído.

¿Como puede ser que toda la gente se haya vuelto loca? A lo lejos se veían helicópteros y se oían las sirenas de los policías. ¿Donde estaba mi padre? ¿Y mi hermana? Esa mañana recuerdo haberme ido, como siempre lo hacia, discutiendo con mi papá. El agarraba el camino de la izquierda, y yo seguía por el otro lado, rumbo a mi escuela. Lo que significa que sí, mi papá también estaba en la calle cuando todos se volvieron locos. Cuando me puse a pensar en eso me di cuenta que yo no estaba loca ¿Era la única que no tenía deseos de romper los músculos de los demás? Oh dios, todo era tan raro, simplemente no entendía nada.

Por otro lado, el joven que había recibido un golpe de parte de mi sartén, estaba inconsciente en el piso. Así que pensé rápido, entre a la casa más cercana que estuviera vacía (todas lo estaban, la mayoría si) lo arrastré y lo até con sogas en una silla. Pensé en taparle la boca, pero de esa manera no iba a conseguir respuestas.

Pasé unos segundos contemplando a mi victima. Su cabello era castaño oscuro, llevaba una remera roja y unos jeans rotos.

Estaba tan idiotizada que no me había dado cuenta de que el chico ya había despertado. Oh, ¡había notado que lo observaba! ¿Cómo lo se? La sonrisa burlona que hay en su rostro me lo confirma. Por lo menos no estaba muerto, lo cual era bueno, a esta altura lo que me faltaba era asesinar a alguien.

—Oye, gracias por el sartenazo, de veras lo digo. —Alcanzó a decir el joven, tenía unos malditos encantadores ojos azules, igual eso no me importaba... No debía importante.

Lo que realmente importaba era que ¡el tampoco se había vuelto loco!

—Lo siento —Le contesté, avergonzada por mi actitud, pero ya lo dije, ante situaciones de riesgo, hago lo primero que me viene a la mente— Pensé que te habías vuelto loco, como todos los demás.

—Por lo que se, aún no me volví loco —Dijo, con una sonrisa bromista— Soy Levi Haynes, la verdad es que, chica sartén me gustaría saber tu nombre — Agregó.

—Oh no me llames así, de verdad lo lamento y me llamo Cath Blair. —Dije, con un tono mas firme que el anterior— Me puedes decir que es lo que está pasando? Digo, debes saberlo, tienes cara de ser saber cosas—hablé indignada, la verdad es que no sabía de donde había salido esa valentía, aveces era tímida, muy tímida. No tenía muchos amigos en la secundaria, pero en ese momento, no importaba.

—Supongo que ¿gracias?, mira, te diré lo único que se, pero antes me harías un gran favor si me desatas las sogas que tengo por todo el cuerpo —Dijo "Levi" y yo obedecí.

Durante los siguientes minutos se dedicó a contarme su experiencia, supuestamente, el había percibido toda esta locura unos días antes, y por esta razón ya sabía algo del tema. Es una enfermedad según el, que empezó en Washington, más al norte que aquí, el estaba con su padre allí y fueron unos de los primeros en enterarse. Y de algún modo la enfermedad llego hasta la ciudad. Es decir, que de alguna manera te contagia y te vuelves "loco".

—¿Y qué hacemos? —Dije todavía un poco sobresaltada por todo lo que me contaba. Tenía que encontrar a mi hermana, y a mi padre. ¿De verdad nos volvemos locos con esa "enfermedad"? ¿Y si al final no solo te vuelves loco? ¿Si te produce un daño? ¿Si todos ya estamos dispuestos a la enfermedad? Seguramente Washington ya estaba en zona de cuarentena. Pero yo era muy curiosa y de verdad me intrigaba todo lo que sucedía.

—Ahora salgamos de aquí. ¿No escuchas las sirenas de la policía? Si nos encuentran nos tomaran, deben pensar que somos como ellos. —Lo que dijo Levi no me tranquilizo ni un poco. Me alarmó, mi hermana menor debía seguir en mi casa y no podía dejarla.

—Levi, escucha. Mi hermana sigue en mi casa y no pienso dejarla. No me importa que me lleven o me tomen por loca. Ella esta en peligro. —Le contesté, mi voz amenazaba con quebrarse aunque me intentaba hacer la dura.

—Tú también estas en peligro, y no pienso dejarte. —Dijo el joven de el pelo castaño, me tomo de los hombros y continuó.— Hey Cath, seguro esta bien, algún vecino la debió ver, tu hermana seguro es inteligente como para escapar por si sola, ¿tú lo has hecho no es cierto? Seguro lo es. Ahora tenemos que mantenernos a salvo, irnos de la ciudad. -Como yo no daba señales de estar convencida, siguió hablando, pero esta vez, no dejé que me tomara los hombros—. Mira, no tengo ni la más mínima idea de lo que esta ocurriendo, por eso debemos dirigirnos hacia el sur, ya no queda nadie bien de la cabeza, hay que marcharnos antes de que...

Y no pudo continuar, un fuerte ruido lastimó mis tímpanos y los de el y quedamos tirados en el piso por el estruendo.

Cuando pude levantarme con ayuda de Levi, nos asomamos por la ventana y sí, era lo que imaginé. Estaban tirando bombas a la ciudad.

Predadores (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora