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Taeyong miró el archivo del escritorio otra vez, esperando hasta que oyó el clic de la puerta, luego levantó la mirada y se encontró con los ojos de Ok.

—Estoy bien —dijo en voz baja.

—Por ahora —respondió Ok—. Tal vez.

—No hagas esto, Beast —declaró Taeyong—. Si nos quitas este trabajo a cualquiera de los dos estamos acabados —dijo con un toquecito en su propia sien.

Ok alzó una ceja.

—¿Es así? ¿Vosotros dos?

Taeyong ladeó la cabeza, tratando de no reaccionar demasiado obviamente a lo que fuera que Ok dijera o hiciera. Pero Ok no apartó la mirada, sólo observaba y esperaba.

—¿Qué? —preguntó finalmente Taeyong, sintiéndose incómodo bajo la mirada penetrante del hombre mayor.

Bufando, Ok se relajó en su silla.

—Sé de muy buena fuente que sin este trabajo en particular, tendrías tres más esperándote —dijo con un suspiro—. De organizaciones que estarían menos preocupados por tu salud mental que yo.

Taeyong se movió, tratando de no inquietarse.

—Sé por qué te quedas aquí, Ty, y estoy agradecido —continuó Ok en un tono más suave—. Pero empiezo a preguntarme cuánto tiempo podré retenerte aquí antes de que te vuelvas loco como una cabra. Todavía están limpiando la pintura en el Callejón de Hogan.

—No fui solo yo —recordó Taeyong a la defensiva.

—No me debes la lealtad de tu padre —le dijo Ok, haciendo caso omiso de su interrupción—. No creas que no lo sé.

Taeyong tragó con dificultad y entrelazó los dedos, tratando con fuerza de no moverse en el viejo sillón que crujía.

—No es solo tú quien me preocupa aquí, muchacho —continuó Ok—. Si tus anormales evaluaciones psicológicas me preocuparan demasiado, nunca conseguiría conciliar el sueño. —Hizo una pausa—. Háblame de tu compañero, Ty —pidió—. ¿Cómo está?

Taeyong miró a los ojos de Ok con atención, preguntándose cuánto sabía el hombre sobre Jaehyun y él. Pero era más seguro hacerse el tonto que tratar de averiguarlo. No importaba lo bien que Taeyong conociera a Ok, algo como follar con tu compañero no quedaría impune.

Se encogió de hombros y decidió pasar por alto los otros comentarios por el que se sentía más cómodo.

—Está peleando un poco —respondió.

—¿Por qué no has hecho nada? ¿O dicho algo? —preguntó Ok, su voz sin emoción.

—¿A quién? —preguntó Taeyong con calma—. ¿A ti? ¿Me estás diciendo que no lo sabías? ¿Pensaste que volvería bien a Miami después de todo lo que pasamos? —Después de curar sus heridas en Nueva York, Jaehyun había sido arrojado de nuevo al trabajo encubierto. No le había ido muy bien, y aunque se había mantenido alejado de las drogas y la bebida, definitivamente había tenido un lío en la cabeza cuando fue devuelto a DC para ser re-asociado con Taeyong.

La cara de Ok adquirió una expresión sombría y sacudió la cabeza.

—Cometí un error, Ty. Le pasa a los mejores.

—Sí, así es —Taeyong estuvo de acuerdo. Asintió con la cabeza al archivo sobre el escritorio—. Mis marcas son bajas, pero aceptables. Así que supongo que quieres que me vaya por una razón. Dime lo que está pasando.

—Estoy haciendo malabarismos con unos papeles —le informó Ok, con los hombros caídos para mostrar lo agotado que estaba—. Con el fin de enterrar estas pruebas, tengo que haceros esfumaros durante un tiempo. No hay nada más siniestro que eso —le aseguró a Taeyong.

Vulnerable | JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora