Capítulo 5. "Déjate llevar por lo que sientes"

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Justin ya no podía oírla hablar. Lleno de deseo, toda su atención se centró en sus pechos, notando la forma en que sus pezones se cernían a pocos centímetros de su boca.

—Perfecto... —fue todo lo que consiguió decir.

Esbozó una traviesa sonrisa y ella arqueó la espalda, inclinando su culo contra su dolorosa erección. Justin se quedó sin aliento. Diablos, lo estaba matando. Pero él no se atrevería a tocarla sin su consentimiento, aunque ella no tenía intención de alejarlo. Al contrario, anhelaba sentir sus manos sobre su piel. Recorriéndola de pies a cabeza.

—Un espectáculo en el que ambos podríamos participar —sonrió ampliamente—. ¿Te gusta la idea?

—Perfecto —murmuró otra vez, observando la facilidad con la que había reducido su vocabulario a una sola palabra.

Los ojos de ella se iluminaron, y se inclinó para darle un suave beso en la comisura de sus labios.

—¿Es todo lo que dirás, guapo? —le susurró al oído—. Pensé que eras de esos hombres que tenían la respuesta a todo.

—¿Qué pretendes hacer?

Por fin se dignó a decir algo coherente.

Desvió la mirada de sus pechos a sus ojos y se concentró en sólo mirarle el rostro. Sabía que si miraba hacia abajo perdería el control y no dudaría en quitarse los pantalones, inclinarla sobre el sillón y hundirse en su interior hasta que ella rogara por más.

Con los ojos muy abiertos e inocentes ella dijo:

—Entretenerte.

—¿Desnudándote? —arqueó una ceja.

—Estoy segura de que muchas mujeres han bailado desnudas para ti.

—Sí, pero tú aún no trabajas aquí.

—¿Y eso qué tiene que ver?

—Que no... ¡No es correcto! —soltó un gemido de frustración—. Tampoco permito que se suban encima de mí y peguen sus pechos en mi rostro. Casi me sacas un ojo.

Zaira soltó una fuerte carcajada y lo miró con gesto divertido.

—¿Estás diciendo que te molesta que intente hacer que chupes mis hinchados pezones?

—¡Diablos, no! Sólo me incomoda que... —abrió los ojos de par en par cuando se dio cuenta de lo que había dicho—. ¡¿Qué intentas hacer qué?!

—Lo que acabas de escuchar.

Justin se pasó las manos por el rostro, frustrado.

—Creo que deberías cubrirte —dijo serio, mirando un punto fijo—. Ya acabaste por hoy. Ha sido suficiente.

—Oh Bieber, no juegues conmigo.

—No estoy jugando a nada, Bennett.

—Conozco tu historial, mi querido Justin —mordisqueó el lóbulo de su oreja—. He escuchado a las chicas hablar de ti. Ocultas muchas cosas, ¿eh? Digo, no quiero ser entrometida, pero tienes un pasado muy interesante.

—No tiene nada de interesante —habló secamente.

—Estás muy tenso. Deberías relajarte.

—Deberías de dejar de frotarte contra mi pene —sonrió con pereza—. Así me relajaría. Te lo aseguro.

—Mentiroso, mentiroso... —canturreó en su oído. Pasó la punta de su lengua por su cuello y frunció el ceño al descubrir un pequeño tatuaje debajo de la oreja—. ¿Y esto? No sabía que tenías tatuajes. Está bonito.

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