Me desperté de golpe, con un hambre tan voraz que casi podía escuchar el rugido de mi estómago resonando en la oscuridad. Apenas eran las tres de la madrugada, y mi cama de pronto se volvió el lugar menos atractivo del mundo. Me levanté, tambaleándome medio dormida, con un único pensamiento: comida. Caminé hacia la cocina como un sonámbulo en busca de su próxima presa, recordando de pronto que me había acostado sin cenar.
Abrí la nevera, el resplandor frío me cegó por un segundo. Allí estaba: un vaso con yogur de piña, hecho por Damián, que últimamente parecía creer que era algún tipo de alquimista culinario. «¡Otra vez piña!» pensé, pero en ese momento no era tan quisquillosa. Le eché un poco de cereales al yogur y, con una sonrisa que decía "¡Cazadora exitosa!", me dispuse a devorarlo.
Al terminar, lavé el vaso y me dirigí al baño. Pero mientras subía las escaleras, una sensación extraña recorrió mi espalda, como si alguien o algo me estuviera observando. Me detuve en seco, con el corazón latiendo rápido y la piel erizada. «¿Qué demonios es esto?», me pregunté, y, a pesar de la lógica, di media vuelta, impulsada por una curiosidad inquietante. Abrí la ventana lentamente y me asomé, esperando... no sé qué. El viento frío me rozó la cara, pero todo estaba en calma, demasiado tranquilo. Demasiado perfecto.
—Ok, nada que temer—, murmuré. Pero al girar sobre mis talones... de pie en la penumbra, mirándome fijamente, como si fuera parte de un macabro plan para asustarme hasta la muerte. Solté un grito que habría despertado a medio vecindario.
—¡¿Pero qué te pasa?! —le solté, con el corazón a punto de estallar—. ¿Te dedicas a acechar a la gente por diversión o qué?
Él solo sonrió, esa sonrisa de "no me odies, fue sin querer queriendo".
—¿Qué haces despierta a esta hora? —comentó Damián, algo burlón.
—Anoche dejaste que me acostara sin cenar. —Repliqué volteando los ojos.
—¡Dios! Emma, tú tienes ya diecisiete años, no siete. Tú misma tenías que...
—Sí, sí, —lo interrumpí— me iré a dormir.
—¿Qué mirabas en la ventana? —se asomó.
—Qué te importa. —le respondí subiendo las escaleras.
—¡Espero que no sueñes con angelitos!
Entré a mi habitación, me acurruqué con el edredón. Caí en un sueño profundo. Despertando alarmada por el despertador; eran las 6:30 a.m. «¿Será que voy al colegio?».
No sabía si ir.
Ya la bronca con esa fulana se me había calmado un poco, pero no se había desaparecido. Me quería vengar. Vengarme de manera que sufriera físicamente lo que yo sufrí psicológicamente, pero... no serviría de nada, no valdría la pena, aunque tuviera esas ganas gigantescas de tomarla por el cuello y asfixiarla, o golpearla hasta desangrarla, y también... —Emma, Emma, detente. Piensa en ponis, pandas y unicornios. Vamos, ponis verdes con rosa, espera, ¿acabo de decir rosa? ¡Ash, mátenme! Mejor ponis verdes con morado oscuro, sí, oscuro es muy bonito, con ojos amarillos y...
Escuché una tos repentina. —Mmm, okay, ¿te caíste de la cama? —dijo Damián, sorprendido e invadiendo mi privacidad.
—Espera, ¿desde cuándo estás ahí? ¿Acaso no lees que en la puerta hay un cartel grande que dice "toque antes de entrar"? —y muy apenada mascullé— Creí que lo estaba pensando...
—Creo que deberías dejar la violencia y venir a desayunar. Claro, si quieres, no te obligo, no vaya a ser que te enojes...
Lo interrumpí. —Ya, iré a desayunar tu comida suculenta. Sabes que te amo.
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Amor Impropium
RomanceEn medio de la oscuridad un hombre apuesto; y yo solo me reflejaba en sus enormes ojos grises... Es la tiranía de lo prohibido y lo imposible entre un ser inexistente y mi amor. ¿El Diecisiete solo es un número? No, también es el nombre de uno de lo...