Prólogo (borrador n.2)

25 2 0
                                    

Otro borrador para críticas constructivas, comentarios, opiniones... Todo con respeto, por favor.

Prólogo

—¡Y la ganadora del combate en la categoría de peso ligero es… —tomó un momento de pausa, el más largo de mí vida— Summer Keen de Davis! Felicitaciones a Summer Keen por su victoria y por asegurar su lugar en los Campeonatos Nacionales.

El lugar estalló en vítores y yo sonreí cuando el referí levantó mi brazo en señal de victoria. Tuve que esforzarme para que las lágrimas de emoción no se soltaran.

Notaba como algunos rizos sueltos, antes trenzados, se habían pegado a mí rostro y también que mi piel se veía lúcida por el sudor, pero no me importó cuando me entregaron el gigante trofeo dorado, que sostuve con orgullo.

Me giré hacia mi contrincante, extendiéndole la mano, esforzando una sonrisa pese a mi cansancio.

—Buen combate —dije. Ella me miró de arriba abajo y se bajó del ring, sin dirigirme palabra.

Suspiré. Entendía perfectamente el dolor de perder; no era fácil. Sobre todo si marcaba el inicio de una carrera que amabas y que sacrificaste varias cosas para llegar hasta ese punto.

Sentí una opresión en el pecho, no era angustia ni infarto, era una sensación positiva, de satisfacción que solo podía entender al recordar las noches sin dormir y los sacrificios que hice para llegar aquí. Cada golpe, cada caída en el gimnasio, había valido la pena.

No me importaba el dolor punzante en las costillas. ¡Lo había logrado! Y el trofeo que parecía brillar en cada movimiento junto al certificado oficial para los campeonatos nacionales lo confirmaban.

Seguí sonriendo ampliamente. Tras conversar brevemente con algunas personas y responder sus preguntas, corrí por el pasillo saludando animosamente a amantes del boxeo hasta llegar donde me esperaban mis amigas.

—¡Felicidades Mer! —exclamaron al unísono antes de abrazarme.

—¡Tenemos que festejar! —dijo Nancy, mientras se apartaba rápido, como siempre cuando el contacto físico no era necesario.

—Me ducho y después podemos ir a donde queráis.

—Vale, campeona, te esperamos afuera, que no se te suba la fama —bromeó Hannah.

Ella, junto con María y Julia, las gemelas mexicanas de metro ochenta, me dieron varios besos en las mejillas antes de marcharse.

Cuando llegué al vestuario, el eco de la victoria aún palpitaba en mi cabeza. Me deshice de la ropa de combate con movimientos rápidos y automáticos, preparándome para la revisión médica. El doctor vino, hizo su trabajo en silencio, y se marchó con un asentimiento. Al apoyarme sobre el casillero, el contacto helado me trajo de vuelta a la realidad. En cuestión de segundos la adrenalina desapareció, quedando solo el agotamiento.

Luego de una buena ducha, me puse el vestido negro con brillos de mangas largas, este dejaba al descubierto mi espalda y caía hasta la mitad de mis muslos. A juego llevaba unas botas. Me recogí el cabello en un moño y, tras un vistazo al espejo, tomé mis cosas y salí a reunirme con mis amigas.

—Ahorita mismo llegará el taxi, ya le pediremos que nos lleve a algún sitio divertido —explicó María y los idénticos ojos marrones de su hermana la juzgaron.

—No podemos ir a un lugar cualquiera, debimos organizarnos antes.

Luego de una pequeña discusión entre las gemelas sobre la falta de planificación, me di cuenta de que la tensión era más profunda de lo que parecía. María, visiblemente frustrada, tenía el ceño fruncido luego de haber estado gesticulando durante minutos, mientras que Julia permanecía en silencio, observándola con una mezcla de paciencia y resignación. A pesar de sus diferencias, la amistad que nos unía se mantenía firme.

Pensando en ti (Borrador n.2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora