Capítulo 5: Lasaña sabor carbónico
Summer
Me encontraba adentro del coche, que por cierto no costaba poco. Era un descapotable rojo y se veía caro. ¿La marca? Nunca entendí de autos. Pero Shawn...
—Por cierto... —comenzó Paul al entrar en el coche, haciéndome ahogar un grito—. Sí que te asustas fácil tu, eh.
Y rodé los ojos por enésima vez por su culpa. Ni en los entrenamientos me lo ponía fácil, a veces en los descansos venía y simplemente pasaba la escoba arriba de mis pies.
—No me asusto fácil. Eres tú muy silencioso. —Me crucé de brazos, mirando la ventanilla mientras este arrancaba el coche.
Otra vez tuve que agarrarme en el asiento, él parecía no hacerle caso a los límites de velocidad.
—¿Ya puedo hablar o estás aún ofendida?
Lo miré de reojo e hice un gesto con la cabeza para que siguiera. Sonrió ampliamente.
—¿Vas a la universidad? —preguntó luego de un minuto.
—Mas o menos —respondí, ya cansada del silencio, él frunció el ceño—. Acabé el tercer año de doble carrera de kinesiología y literatura inglesa antes, para poder centrarme totalmente en el boxeo hasta el último año que retomo las clases. ¿Y tú? —expliqué, jugueteando con una pulsera, él sonrió.
—Aposté veinte pavos con Judith sobre qué carrera estudiabas, he ganado. —Me quedé un momento perpleja, ¿hablaba de mi?—. A tu pregunta: yo estoy en mí último año de postgrado de derecho.
Vaya, eso no me lo esperaba… O sí, claro, trabajaba para un abogado importante.
El trayecto continuó en silencio hasta que aparcamos delante de un edificio bastante alto y algo abandonado, con grietas en las paredes y ventanas rotas cubiertas por tablas de madera. Pero lo que más me llamó la atención fue la chica que salió corriendo de la entrada, saltando alegremente como si no existiera ni una preocupación en el mundo.
—¡Hola, hola! —exclamó mientras saltaba el descapotable para entrar en la parte trasera con una energía desbordante.
Alcé las cejas, sorprendida por su repentina aparición, mientras la observaba. La chica me miró y sonrió ampliamente, extendiendo la mano.
—¡Tú debes de ser Summer! —dijo con un entusiasmo que casi resultaba contagioso.
Asentí, algo desconcertada por su efusividad, pero me cayó bien al instante. Su sonrisa era tan abierta que parecía imposible no corresponderla.
—Sí, ¿tú eres…? —pregunté mientras ella movía nuestras manos una y otra vez de arriba abajo.
—¡Me llaman Judith, un gusto! —respondió con una risa despreocupada. Enseguida la reconocí como la chica que apostó con Paul.
Antes de que pudiera decir algo más, ella se giró hacia él y lo empujó en el hombro.
—¡Mueve tu culito y pisa el acelerador, Paul! ¡Si sigues así llegarás tarde por Ray y April!
—¡Más rápido de así no puedo, loca! ¡Pueden esperar esos dos perros! —Aunque dijo eso, aceleró aún vez más.
Me giré de golpe al sentir la velocidad y el aire contra el cabello. Me agarré al cinturón, al asiento, al coche en general. Rememoré los momentos lindos de mi vida, los malos… Estos provenían siempre del mismo rostro.
El auto frenó en seco antes de que pudiera seguir pensando en eso. Abrí los ojos, que en algún momento cerré, y nos encontrabamos delante de una casa bastante lujosa. Entre columnas gigantes y un jardín precioso se encontraban dos personas que enseguida se acercaron a nosotros. El cabello rojo de ella fluía en ondas por su cuerpo envuelto en un vestido blanco que caía suelto hasta mitad del muslo, mientras que el rubio de él estaba peinado hacia atrás de una manera impecable y portaba una camisa azul que combinaba con sus mocasines y pantalones claros.
ESTÁS LEYENDO
Pensando en ti (Borrador n.2)
Roman d'amourSummer, la boxeadora de encantadora sonrisa, había ganado el clasificatorio para los campeonatos nacionales a centenas de kilómetros de su casa. Estaba alegre, ¿quién no lo estaría? ¡Se había esforzado y lo había logrado! Sin embargo, a veces ocurre...