incómodo

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Después de una calificación exitosa en la que Ollie había logrado un sólido quinto lugar, Avery sintió una leve satisfacción por el trabajo bien hecho. A pesar de la tensión y el cansancio que llevaba encima, todo había salido según lo planeado. Al verlo salir del auto, cubierto de sudor pero con una sonrisa de triunfo, se acercó a felicitarlo.

—¡Buen trabajo, Ollie! —le dijo, sonriéndole mientras le daba un ligero abrazo, sintiendo el peso del día aún sobre sus hombros.

—Gracias, no podría haberlo hecho sin vos —respondió él, sonriendo y dándole un beso rápido en la mejilla.

Aunque sus palabras eran sinceras, había algo en el tono de Ollie que a Avery le sonaba vacío, como si fueran meras formalidades. Aún así, ambos decidieron ir a un restaurante cercano a almorzar para celebrar el buen resultado.

Se sentaron en una mesa junto a la ventana, con vistas al bullicio del paddock, el mundo de la Fórmula 1 zumbando alrededor de ellos. El ambiente estaba cargado de palabras no dichas, con el eco de los eventos del día colgando sobre ellos como una nube.

Ollie intentó romper el silencio mientras miraba el menú, pero su tono seguía siendo distante.

—¿Te parece pedir lo de siempre? —preguntó con una sonrisa breve, levantando la vista hacia ella.

—Sí, lo de siempre está bien —respondió Avery, forzando una pequeña sonrisa.

Ambos pidieron su comida y el silencio volvió a reinar entre ellos. Avery observaba el restaurante, tratando de encontrar algo a lo que aferrarse, pero la tensión en su pecho no se disipaba. No había conexión. El mismo sentimiento que la había incomodado cuando él la besó en el garaje ahora se hacía más evidente, invadiendo incluso la tranquilidad de un almuerzo normal.

Ollie intentó hacer otro esfuerzo.

—Estoy contento con el quinto puesto, pero siento que podría haber dado más en la última vuelta —dijo, buscando una conversación casual sobre la clasificación.

Avery asintió, su mente dividida entre escuchar y pensar en otra cosa.

—Sí, estuvo bien, pero el auto respondió como esperábamos, así que para la carrera deberías poder escalar algunas posiciones —dijo, su voz algo automática.

Un nuevo silencio cayó sobre la mesa. Ambos estaban comiendo, pero ninguno parecía disfrutar realmente la comida. Era como si estuvieran juntos por obligación, más por costumbre que por verdadera cercanía.

Ollie notaba que algo no estaba bien, y aunque no quería enfrentarlo directamente, tampoco podía ignorar la incomodidad en el aire.

—Avery, ¿estás bien? —preguntó de repente, con un tono más serio, dejando los cubiertos sobre la mesa.

Ella parpadeó, sorprendida por la pregunta, pero sabiendo que no podía mentirle completamente.

—Sí, estoy bien... solo estoy un poco cansada, nada más —respondió, evitando su mirada al beber un sorbo de agua.

Ollie no pareció convencido, pero tampoco insistió. Ambos sabían que algo había cambiado entre ellos, pero ninguno estaba dispuesto a decirlo en voz alta. Había una especie de miedo a enfrentar la verdad, a admitir que la chispa que alguna vez había entre ellos se estaba apagando.

Avery intentó sacar algún tema de conversación, cualquier cosa que alivianara la tensión.

—¿Ya pensaste en la estrategia para mañana? —preguntó, haciendo un esfuerzo por sonar interesada.

Ollie asintió.

—Sí, creo que podemos ir con la estrategia de una sola parada, pero todo depende de cómo salga la largada —dijo, pero su tono era distante, casi como si hablara por hablar.

Ambos continuaron comiendo en silencio, tratando de mantener la apariencia de normalidad, pero la desconexión era palpable. Avery lo sentía con cada segundo que pasaba. La falta de química, la incomodidad que había surgido entre ellos desde hacía un tiempo, ahora era imposible de ignorar.

Cuando terminaron de comer, Ollie le ofreció una sonrisa, pero ya no era la misma sonrisa cálida de antes. Era más bien una sonrisa forzada, una manera de rellenar el vacío entre ellos.

—¿Vamos? —preguntó, mientras hacía un gesto para que pidieran la cuenta.

Avery asintió, sintiéndose aliviada de que el almuerzo hubiera terminado, pero también atrapada en el torbellino de emociones que no se atrevía a expresar.

Mientras salían del restaurante, caminando juntos pero sintiéndose a kilómetros de distancia, Avery no pudo evitar preguntarse cuánto tiempo más podrían continuar así, fingiendo que todo estaba bien cuando claramente no lo estaba.


















𝘍𝘳𝘰𝘮 𝘨𝘢𝘳𝘢𝘨𝘦 𝘵𝘰 𝘨𝘭𝘰𝘳𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora