Gallina

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Avery camina hacia el avión con ojeras marcadas y algunos chupetones visibles en el cuello. Su rostro refleja el cansancio. Ollie camina a su lado, pero la tensión entre ellos es palpable.

—¿Estás bien? —pregunta Ollie, mirándola de reojo.

Avery asiente, pero no dice nada. Se nota incómoda. Cuando llegan al avión, se detienen a revisar los asientos y descubren que no se sientan juntos.

—¿No estamos juntos? —dice Ollie, revisando su billete con frustración.

Avery mira el suyo y se encoge de hombros.

—Parece que no. —Trata de sonar despreocupada, pero se nota su incomodidad.

Ollie suspira y se dirige a su asiento, mientras Avery busca el suyo.

Avery encuentra su asiento y se sienta, soltando un suspiro pesado. Sin darse cuenta, Franco se acerca y ocupa el asiento junto a ella. Avery frunce el ceño al verlo.

—¿Tú? —dice Avery, sorprendida—. ¿Por qué siempre me pasa esto?

Franco se sienta cómodamente, con una sonrisa burlona.

—Parece que el destino nos quiere juntos, ¿eh?

Avery lo fulmina con la mirada.

—Si esto es el destino, preferiría no volar nunca más.

Franco se ríe y se acomoda en su asiento, claramente disfrutando de la situación.)

—Tranquila, no muerdo... a menos que me lo pidas.

Avery lo ignora, pero se nota molesta. El avión comienza a moverse, y Avery se tensa. Sus manos empiezan a temblar ligeramente, y su respiración se vuelve irregular. Franco lo nota y se inclina un poco hacia ella.

—¿Estás bien? —pregunta, con un tono más serio.

Avery no responde. Su respiración se acelera, y empieza a sudar. Sus ojos se mueven nerviosamente por la cabina, y sus manos se aferran al reposabrazos con fuerza.

—Mierda... —murmura

Avery en un acto de reflejo le agarra la mano a Franco, pero la termina soltando, incomoda.

Franco lo nota y le vuelve a agarrar la mano: "Tranqui..." 

Avery se recuesta un poco en el asiento, respirando más tranquila, aunque sigue algo tensa. Franco la observa de reojo, con una pequeña sonrisa, pero intenta no molestarla más. Después de unos minutos de silencio, Avery decide romperlo.

—No te hagas el héroe ahora —dice, aún un poco molesta—. Esto no cambia nada.

Franco la mira con una ceja levantada, claramente entretenido.

—¿De qué hablas? Solo te estaba ayudando, no me culpes por ser útil.

Avery lo fulmina con la mirada, pero ya no tan intensamente como antes.

Seguis siendo un boludo, Colapinto.

Y vos seguis siendo una inglesa distraída —responde él, sonriendo de lado.

Avery suspira, rodando los ojos.

Soy argentina, por si te olvidaste.

Franco se ríe ligeramente, pero sin burlarse esta vez.

—Ah, sí... lo había olvidado. Qué combinación, Argentina e Inglaterra en un solo cuerpo.

—¿Qué? —pregunta, frunciendo el ceño.

𝘍𝘳𝘰𝘮 𝘨𝘢𝘳𝘢𝘨𝘦 𝘵𝘰 𝘨𝘭𝘰𝘳𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora