Capítulo 7: El Juicio Final

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El ambiente en la sala del tribunal estaba cargado de tensión. Las luces frías y el murmullo incesante de los presentes aumentaban la sensación de nerviosismo. Karina estaba sentada en la mesa de la defensa, con los ojos ligeramente enrojecidos y una expresión que oscilaba entre la tristeza y la determinación. La desaparición de Winter había sido un golpe duro, y aunque intentaba mantenerse fuerte, era evidente que algo faltaba en su vida. Jessica, que estaba a su lado como su abogada, la miraba de reojo, lista para protegerla a toda costa.

Detrás de ellas, sus amigas esperaban con el corazón en la mano: NingNing, Giselle, Tiffany, Taeyeon, Krystal, Yuri y Amber observaban atentamente, sin perder de vista a Lee Jaewook y su abogado, quienes se sentaban del otro lado del tribunal. Jaewook se mostraba relajado, una sonrisa arrogante en su rostro. Las pruebas en su contra habían desaparecido misteriosamente, y su seguridad era palpable, como si ya hubiera ganado.

Al otro lado de la sala, Lee Dahee, la actriz que había sufrido a manos de Jaewook, estaba al borde del llanto. Ver a ese hombre en libertad, sonriendo como si nada, era más de lo que podía soportar. Recordaba las noches sin dormir, los gritos, las lágrimas y la indiferencia de Jaewook hacia su hijo. No tenía idea de lo que había sucedido con las pruebas, pero sentía que su única oportunidad de justicia se desvanecía.

El juez entró y tomó su asiento, golpeando su mazo contra la mesa para llamar al orden. Jessica se puso de pie, lista para iniciar su argumento, pero fue interrumpida por un ruido ensordecedor. La puerta corrediza metálica de la sala se abrió de golpe, con un estruendo que hizo que todos los presentes giraran sus cabezas.

G-Dragon, Dami y Jungkook entraron primero, caminando con la confianza de quienes tenían todo bajo control. El aire de la sala cambió, y los murmullos se hicieron más intensos. Detrás de ellos, apareció Winter. Vestía una chaqueta de cuero negra que resaltaba su figura, pantalones negros rotos y botas que resonaban con cada paso. Su brazo derecho, adornado con tatuajes, se movía al compás de su andar decidido. En su mano derecha, sostenía una carpeta con la evidencia que había desaparecido.

Winter sonreía, una sonrisa segura, casi desafiante. Se dirigió al juez con calma, sus ojos se encontraban con los de Jaewook por un breve instante, pero ella no desvió la mirada. Al llegar frente al juez, extendió su mano y entregó la carpeta junto con una memoria USB. El juez, intrigado, tomó la evidencia y la pasó a la secretaria judicial, quien rápidamente conectó la memoria al dispositivo para reproducir el contenido.

La sala quedó en silencio cuando el video comenzó. La pantalla mostró a una mujer, una actriz conocida por su talento y belleza, pero esta vez no interpretaba un papel; estaba contando su verdad.

—Ese hombre —dijo señalando una foto de Jaewook— intentó entrar a mi apartamento por la fuerza en múltiples ocasiones. Mi esposo siempre me ha salvado, pero temí por mi seguridad más de una vez. Hay registros de él en discotecas, embriagado y rodeado de mujeres, abandonándolas después de usarlas. Nunca me dejó vivir en paz, ni a mí ni a otras mujeres.

El rostro de Jaewook se tensó, y por primera vez, su sonrisa desapareció. Reconoció a la actriz: era la hija del juez. La conexión era clara, y cualquier esperanza de salir libre se esfumaba ante sus ojos. El juez, que había mantenido una expresión neutra durante todo el juicio, se endureció. Con una voz firme y autoritaria, dictó la sentencia.

—Lee Jaewook, tras revisar las pruebas presentadas y tu historial criminal, quedas sentenciado a 15 años de prisión sin derecho a libertad condicional ni a finanzas. Con 18 casos en tu contra y viejos antecedentes, no puedes escapar de la justicia.

La sala estalló en murmullos y reacciones. Jessica soltó un suspiro de alivio y sonrió a Karina, quien apenas podía contener las lágrimas. Finalmente, la justicia se había hecho. Jaewook, visiblemente furioso, fue escoltado fuera del tribunal, mientras los amigos de Karina celebraban en silencio.

Cuando todo terminó, Karina se levantó y corrió hacia Winter, abrazándola con todas sus fuerzas. Winter correspondió el abrazo, depositando un beso suave en la mejilla de Karina. Ambas se quedaron en silencio, disfrutando del calor y la tranquilidad de tenerse mutuamente. Winter apartó un poco a Karina y, al mirarla, notó el pequeño bulto en su vientre. Karina tenía ya tres meses de embarazo, y aunque no lo había dicho, su cuerpo comenzaba a mostrarlo.

Antes de que Winter pudiera decir algo, Taeyeon llegó y la apartó de Karina, con un tono de reproche.

—¡Yah, Minjeong! —exclamó Taeyeon con voz seria, pero llena de preocupación. —¿Dónde diablos estabas? ¿Sabes lo preocupados que nos tenías a todos?

Winter se rascó la nuca, sabiendo que tendría que explicarse.

—Unnie, me tuve que esconder en Jeju. Sabía que Jaewook intentaría hacer desaparecer las pruebas, así que no tuve otra opción. —Winter se encogió de hombros. —Además, estando en la mira de todos, no podía arriesgarme. Lo siento por preocuparlos.

Giselle, quien había estado escuchando, soltó un suspiro de alivio y se recostó en su asiento. Tiffany, aunque relajada, aún mostraba una pizca de molestia por la ausencia de Winter, mientras que NingNing solo estaba contenta de que todo hubiera salido bien.

Winter entonces recordó algo y miró a Taeyeon con una sonrisa maliciosa.

—Ah, por cierto, Unnie… Omma y Appa preguntaron cuándo le vas a dar el anillo a Tiffany unnie y para cuándo un nieto —dijo Winter con una sonrisa provocativa.

Taeyeon abrió los ojos de par en par y miró a su hermana con una mezcla de incredulidad y vergüenza.

—¡Kim Minjeong! —gritó Taeyeon, lanzándose hacia Winter, quien se escabulló detrás de Tiffany para protegerse. —Mira, mocosa… ya verás cuando te atrape.

Winter solo se reía mientras Taeyeon intentaba alcanzarla. Tiffany, divertida, se interponía entre las dos, disfrutando del caos familiar.

—Yah, no te escondas, Minjeong. —dijo Tiffany riendo mientras sujetaba a Taeyeon por los hombros.

Taeyeon, resoplando, se detuvo y luego miró a Winter con una sonrisa cómplice.

—Ahora que estás aquí, vas a tener que cumplir los antojos de Rina y prepárate para las desveladas. —dijo con tono de hermana mayor, recordando todo lo que venía con el embarazo.

Winter, que estaba sonriendo hasta ese momento, abrió los ojos y miró a Karina. Karina, quien había estado disfrutando la escena, sonrió con ternura y levantó su iPad, escribiendo con rapidez. Mostró la pantalla a Winter:

**“Jeongie, quiero ensalada de frutas.”**

Winter soltó una carcajada. Los antojos de Karina habían llegado como por arte de magia, y aunque estaba cansada por todo lo que había pasado, no podía evitar sentirse feliz de estar ahí para ella. Winter tomó la mano de Karina y le dio un pequeño beso en los nudillos.

—Por ti, lo que sea, Jagiya. —dijo Winter, dispuesta a correr por esa ensalada, porque sabía que no había nada que no haría por Karina.

El día había sido largo y lleno de emociones, pero finalmente, estaban juntas, listas para enfrentar lo que viniera. En medio de risas, bromas y abrazos, la familia y los amigos se unieron, sabiendo que habían superado una gran prueba y que, a pesar de todo, podían seguir adelante, unidos como siempre.

ROCKSTAR - WINRINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora