Epílogo.

Día 9 sin ti

Voy a dejar de escribirte. No tiene sentido seguir esperándote cuando no has hecho ni el intento de saber de mí. No tiene sentido seguir esperándote si tú has seguido con tu vida como si nada.

Hoy he recordado cuando un día, hablando de nosotras, dijiste que te daba miedo que, para mí, todo se quedara en aquel beso que poco después nos dimos. Qué ironía que haya sido al revés. Me esforcé en convencerte de algo que ni siquiera iba a suceder, porque ahora mismo ya dudo de que, ni siquiera por un segundo, te imaginases a mi lado.

Hoy me han preguntado por ti y me has dolido como nunca. Quiero dejar de escribirte porque ya he entendido que no vas a volver. Que no quieres volver. Supongo que, aunque no te escriba, seguiré pensándote a diario. Seguiré esperando, aunque no quiera, a que te vuelvas a cruzar en mi camino.

Pero hoy, me prometo dejar de escribirte, porque estoy cansada de esperar una respuesta que en el fondo, sé que no llegará. Estoy cansada de vaciarme por completo y llenar estas hojas con tu nombre cuando tú no debes ni pensarme.

He entendido, por fin, que aunque para mí lo hayas sido todo, para ti solo he sido un error. Un desliz. Como quieras llamarlo.

Dudo mucho que hayas leído algunas de estas palabras, porque estás mejor que nunca sin mí y no tendría sentido que lo hayas hecho. Pero, por si algún día llegas a leerme, te sigo deseando lo mejor. No te guardo rencor porque supongo que siempre se me ha dado bien eso de entenderte.

Ahora me toca decirte adiós, aunque duela. Me toca decirte adiós aunque, en el fondo, para mí sigue siendo un espero que nos volvamos a cruzar.