"ALGO ESPECIAL"
-
Felix sintió las ataduras en sus muñecas antes de verlas. La opresión del metal frío le recordaba al pasado. A su alrededor, figuras borrosas, envueltas en batas blancas, se movían y hablaban, sus voces eran susurros lejanos, ininteligibles. Intentó enfocar, distinguir algún rostro, pero no había ninguno. Sólo sombras y palabras que se deslizaban en su mente como veneno.
El miedo lo invadió de inmediato, inundando sus sentidos. ¿Cómo había vuelto allí? ¿O acaso nunca había salido? Luchó contra las ataduras, su cuerpo temblando con la desesperación que lo envolvía como una manta húmeda. Trató de gritar, de romper el silencio opresivo con su voz, pero no salió nada. Era como si su garganta se hubiera cerrado. La sensación de ahogo lo hizo jadear, el dolor en su pecho se expandía como una herida abierta.
Los científicos seguían murmurando, indiferentes a su angustia. Y, cuando intentó liberar su energía, esa chispa interior que ahora empezaba a responderle débilmente, se dio cuenta de que estaba vacío. Como un cascarón hueco, no había nada en su interior. Ni poder, ni fuerza. Sólo miedo y desesperación.
El laboratorio comenzó a distorsionarse, las voces se hicieron más lejanas. Todo giró y, de repente, el dolor desapareció. Parpadeó, y ya no estaba allí. El entorno cambió abruptamente. Ahora se encontraba en un campo extenso, bajo un sol brillante. El contraste era tan grande que casi le dolió. Cesped alto y verde se extendía hasta donde alcanzaba la vista, balanceándose suavemente con la brisa. Oyó risas a lo lejos, infantiles y despreocupadas.
Quiso girarse hacia el sonido, pero su cuerpo no respondió. La impotencia volvió a apoderarse de él. Escuchaba las risas acercándose, resonando en el aire cálido, pero no podía moverse. ¿Quiénes eran? ¿Qué hacían allí? Una tristeza inexplicable lo embargó. Era profunda, densa, como si todo el dolor del mundo lo envolviera.
Reunió todas sus fuerzas y, finalmente, logró girarse. Pero, al hacerlo, el campo desapareció. Ahora estaba en un lugar completamente diferente, rodeado de cuerpos inertes. Sangre y destrucción lo rodeaban. Se encontró mirando a Chan, Seungmin, Jisung... todos caídos, inmóviles. Un sollozo desgarrador escapó de su garganta, su respiración se volvió errática, descontrolada. ¿Qué había pasado? ¿Por qué estaban muertos?
Un escalofrío le recorrió la espalda cuando oyó una voz, fría y vacía, saliendo de los labios de alguien más. Giró desesperado y allí estaba Hyunjin, arrodillado en el suelo, cubierto de sangre. Su rostro estaba pálido, y se sostenía el abdomen, donde una herida abierta dejaba escapar la vida. Pero lo peor fue el miedo en sus ojos. No miedo por su propia vida, sino por algo más.
Felix quiso correr hacia él, ayudarlo, detener el sangrado, pero Hyunjin levantó una mano temblorosa y negó con la cabeza. Se arrastró hacia atrás, alejándose de él con terror. “No te acerques”, rogó, su voz quebrada y débil.
Felix se detuvo, su corazón latiendo frenéticamente. “Hyunjin, déjame ayudarte, por favor”, suplicó, pero su voz sonaba lejana, como si no perteneciera a él.
“¡No!” La voz de Hyunjin se elevó en un grito desesperado, su mirada fija en Felix como si estuviera viendo a un monstruo. “No nos hagas más daño... Por favor, para. ¡Esto es tu culpa!”
Cada palabra fue como una daga en el corazón de Felix. Dio un paso atrás, la confusión y el horror invadiendo cada fibra de su ser. “¿Qué…? Yo no…”, balbuceó, pero las palabras de Hyunjin lo cortaron como un cuchillo.
“Eres un monstruo. Mira lo que has hecho. ¡Míralos!” Hyunjin señaló los cuerpos que los rodeaban, su mano temblando. “Esto es tu culpa. Todo esto es tu culpa.”
ESTÁS LEYENDO
DISTRICT 8 | hyunlix
FanfictionDespués de la Tercera Guerra Mundial, el mundo quedó devastado y los sobrevivientes se confinaron en campamentos militares. Las generaciones expuestas a la radiación desarrollaron mutaciones genéticas, y esos descendientes fueron convertidos en arma...