Capítulo 9: Susurros en la Mansión

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La rutina en la mansión Archibald continuaba, pero para Mili, cada día parecía traer consigo nuevas tensiones y misterios. Después de las experiencias extrañas de los últimos días, Mili ya no podía negar que algo estaba mal en la casa. Las sombras se sentían más densas, los susurros más constantes, y cada noche la mansión parecía adquirir una vida propia. Pero a pesar de estas inquietudes, debía cumplir con su trabajo. Mrs. Wickham no toleraba distracciones, y mucho menos errores.

—Mili —la voz seca de Mrs. Wickham resonó en el aire—, necesito que prepares los cuartos para los invitados que llegarán mañana. Lady Beatrice recibirá visitas importantes, y la casa debe estar perfecta.

—Por supuesto, señora Wickham. Haré lo que me pidió —respondió Mili con una leve inclinación de cabeza. Sentía el peso de la mirada de la ama de llaves, siempre severa, siempre vigilante.

Se dirigió a los cuartos superiores, pasando por los largos pasillos que ahora le parecían más oscuros y opresivos. Mientras trabajaba, su mente divagaba entre los recuerdos de los últimos días. Esa sensación de ser observada no la abandonaba. ¿Serían imaginaciones suyas, o realmente había algo en la mansión que no era visible a simple vista?

Cuando entró en una de las habitaciones de los invitados, vio a Lord Henry sentado en una silla junto a la ventana, mirando hacia el jardín.

—Ah, Mili —dijo sin mirarla directamente, su tono casual pero distante—. ¿Sabes algo sobre lo que está ocurriendo en esta casa?

Mili, sorprendida por la pregunta, se detuvo un momento. No solía haber conversación entre ella y los miembros de la familia, y mucho menos preguntas tan directas.

—No, mi señor. Solo hago mi trabajo —respondió, tratando de mantener un tono neutral.

Lord Henry se levantó lentamente, caminando hacia ella. Mili sintió cómo su presencia llenaba la habitación, y por primera vez notó un aire de cansancio en sus ojos, como si algo lo estuviera afectando.

—No es solo trabajo cuando comienzas a ver cosas... o escuchar cosas. —Su voz tenía un tinte de misterio, y Mili no pudo evitar sentir un escalofrío.

—¿Cosas, mi señor? —preguntó Mili, insegura si quería seguir con la conversación.

—Esta casa guarda más secretos de los que puedes imaginar. Mis padres... ellos no te lo dirán, pero esta mansión tiene una historia oscura. —Su mirada se endureció un poco, pero luego volvió a suavizarse—. Solo ten cuidado, Mili. Algunas veces, el silencio es lo más seguro.

Antes de que Mili pudiera responder, Lord Henry salió de la habitación sin decir nada más. Las palabras se quedaron suspendidas en el aire. ¿Qué sabía él? ¿Qué historia oculta tenía la mansión?

Más tarde, mientras Mili limpiaba el vestíbulo principal, fue interrumpida por Lady Penélope, quien estaba sentada en uno de los sofás, hojeando un libro, aunque claramente no estaba prestando atención a las páginas.

—¿Por qué sigues por aquí, Mili? —preguntó Penélope sin levantar la vista—. Las otras sirvientas suelen saber cuándo no son necesarias en mi presencia.

Mili tragó saliva, intentando mantener la calma. Sabía que cualquier respuesta equivocada podría enfurecer a Penélope.

—Solo estoy terminando con la limpieza, Lady Penélope —dijo con voz baja, pero clara.

Penélope cerró el libro de golpe, el sonido resonando por toda la habitación.

—A veces me pregunto si las sirvientas de esta casa saben su lugar. Aparentemente, algunos piensan que pueden hacer más de lo que les corresponde —dijo con una sonrisa amarga—. Espero que tú no seas una de esas, Mili.

—No, señora. Solo cumplo con mis deberes —respondió, bajando la mirada.

Penélope se levantó y se acercó a Mili con pasos lentos y deliberados.

—Eso espero —susurró, pasando cerca de ella, casi rozándola—. Porque si descubro que te estás metiendo en asuntos que no te conciernen, no será Mrs. Wickham quien te despida. Será algo mucho peor.

Mili sintió la amenaza implícita, pero no respondió. Sabía que cualquier palabra que dijera solo alimentaría la furia de Penélope. Después de unos segundos que parecieron eternos, Penélope salió de la sala, dejando tras de sí una sensación de peligro latente.

Esa noche, mientras intentaba dormir, Mili no dejaba de pensar en las palabras de Lord Henry y las amenazas de Penélope. La familia Archibald claramente sabía más de lo que aparentaban, y ella estaba empezando a descubrir piezas de un rompecabezas que no estaba segura de querer resolver.

Cerca de la medianoche, mientras el viento aullaba afuera, escuchó un leve susurro en su habitación. Esta vez no podía ignorarlo. Se levantó, encendiendo una pequeña vela, y se dirigió al pasillo. El aire estaba frío, y todo estaba en silencio, excepto por un sonido lejano que no lograba identificar. Siguió caminando por el corredor hasta llegar a la sala de la chimenea.

Y ahí, de pie frente al fuego apagado, estaba Mrs. Wickham. Su postura rígida, su mirada fija en el hogar como si esperara algo.

—Señora Wickham... —dijo Mili con cautela.

La ama de llaves no respondió al principio. El silencio era abrumador. Luego, sin girarse, murmuró:

—Hay cosas en esta casa que no deberían ser despertadas. Tú aún no lo entiendes, pero pronto lo harás. Todos lo hacen.

Mili sintió cómo su corazón se aceleraba. ¿Qué estaba pasando realmente en la mansión Archibald?

La Mansión de los SusurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora