Capítulo 14: Las Sombras del Pasado

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Los días siguientes a su descubrimiento fueron inquietantes para Mili. Cada vez que intentaba concentrarse en sus tareas, las palabras del libro carbonizado se repetían en su mente: "El fuego volverá. Y con él, la verdad." No podía ignorarlo, pero tampoco podía mencionarlo a nadie sin parecer una loca. Sin embargo, algo en el ambiente de la mansión había cambiado, un aire tenso que parecía envolver a todos.

Mili intentaba mantenerse ocupada para distraerse, pero cada paso que daba la llevaba de vuelta al mismo lugar: los pasillos quemados del ala este. Como si algo invisible la arrastrara allí una y otra vez. Al final, decidió que necesitaba hablar con alguien, pero ¿con quién?

Esa tarde, Henry la encontró en los jardines. Estaba regando las plantas, absorta en sus pensamientos, cuando sintió una sombra sobre ella.

—Mili, ¿te puedo preguntar algo? —dijo Henry, con su voz tranquila pero inquisitiva.

Ella dejó de regar, girándose hacia él.

—Claro, ¿qué pasa?

Henry no perdió tiempo en rodeos.

—Has estado... diferente estos días. He notado que pasas mucho tiempo en el ala este. ¿Qué estás buscando? —Sus ojos la analizaban con una mezcla de curiosidad y preocupación.

Mili sintió un nudo en el estómago. No podía decirle todo, pero necesitaba soltar algo.

—La verdad es que no sé cómo explicarlo —dijo, tratando de elegir sus palabras con cuidado—. Algo en esa parte de la mansión me atrae. Es como si estuviera buscando respuestas... pero ni siquiera sé cuáles son las preguntas.

Henry la miró durante un largo momento, como si sopesara si podía confiar en ella.

—¿Sabes algo sobre el incendio que ocurrió aquí hace muchos años? —preguntó Mili, decidiendo arriesgarse.

Henry bajó la mirada, cruzando los brazos.

—Todos los que viven aquí saben sobre el incendio, aunque pocos hablan de ello. Mi madre... lo menciona de vez en cuando, pero creo que ni ella sabe toda la historia.

—¿Y tú? —presionó Mili—. ¿Qué sabes?

Henry soltó un suspiro profundo, su rostro adoptando una expresión grave.

—Solo lo que se dice a puerta cerrada. Que fue un accidente, pero también que no lo fue. Mi abuelo nunca hablaba de lo que pasó, y aquellos que trabajaban aquí en ese entonces... simplemente desaparecieron. —Su voz se volvió más baja—. Hay rumores de que algunas cosas fueron escondidas. Cosas que, si salieran a la luz, destruirían a mi familia.

Mili sintió un escalofrío. Las palabras del libro resonaban nuevamente en su mente.

—Henry, creo que algo... o alguien, quiere que sepamos la verdad —dijo con seriedad, sintiendo la urgencia de sus propias palabras.

Henry frunció el ceño, claramente incómodo con el tema.

—No deberías buscar respuestas en lugares oscuros, Mili. Hay cosas que es mejor dejar enterradas.

Antes de que Mili pudiera insistir, una voz fría y autoritaria interrumpió la conversación.

—¿Qué está pasando aquí? —dijo Lady Beatrice, apareciendo de repente en el jardín, sus ojos fijándose primero en su hijo, luego en Mili.

Ambos se tensaron inmediatamente.

—Nada, madre. Solo estaba charlando con Mili sobre sus tareas —dijo Henry rápidamente, aunque el nerviosismo en su voz no pasó desapercibido para Lady Beatrice.

Ella entrecerró los ojos, claramente desconfiando.

—Espero que no estés distrayendo a nuestros sirvientes, Henry. Mili tiene responsabilidades, y no está aquí para... entretenerte —dijo con una frialdad que dejó claro que la conversación había terminado.

Mili se apresuró a inclinarse ligeramente, murmurando una disculpa antes de alejarse del jardín. Sentía el peso de la mirada de Lady Beatrice en su espalda mientras se retiraba.

Esa noche, Mili decidió no volver al ala este. No quería atraer más atención, especialmente la de Lady Beatrice, pero su mente no podía descansar. Las piezas del rompecabezas seguían sueltas. Estaba segura de que el libro no era solo una advertencia del pasado, sino del futuro. Algo estaba por suceder.

Esa misma madrugada, mientras intentaba conciliar el sueño, escuchó un sonido suave pero constante en el pasillo fuera de su habitación. Al principio pensó que era el viento, pero entonces se dio cuenta de que era el crujido de unos pasos.

Mili se levantó de la cama, su corazón acelerándose mientras abría la puerta lentamente. No había nadie en el pasillo, pero los crujidos continuaban, llevándola hacia el ala este, como un eco distante. A pesar de haberse prometido no volver allí, algo en esos pasos la inquietaba lo suficiente como para seguirlos.

Caminó por los pasillos oscuros, cada paso haciéndola sentir más fuera de lugar. Al llegar al ala este, las sombras parecían alargarse de forma inquietante. Todo estaba en silencio, excepto el eco de esos crujidos.

Finalmente, los pasos se detuvieron frente a la misma habitación quemada donde había encontrado el libro. La puerta, que la última vez había tenido que forzar, ahora estaba ligeramente entreabierta. Mili respiró hondo y entró.

Dentro, todo parecía igual, pero había una diferencia crucial: el cofre que había encontrado estaba abierto, y el libro no estaba.

Su corazón dio un vuelco. ¿Quién más sabía de ese lugar?

Antes de que pudiera reaccionar, escuchó un suave susurro, como si alguien estuviera justo detrás de ella.

El fuego lo consume todo.

Mili se giró rápidamente, pero no había nadie allí. Las sombras danzaban en las paredes, y la habitación parecía más fría de lo normal.

Decidió que era hora de irse, pero mientras salía apresuradamente, sintió un calor repentino en el aire. Se giró una última vez y vio que en la esquina de la habitación, las cenizas comenzaban a levantarse del suelo, moviéndose como si tuvieran vida propia.

La Mansión de los SusurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora