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Fue en mitad de la noche cuando vi a Enid entrar por el balcón de nuestra habitación. El jadeo del lobo hizo que tratara de parecer lo más dormida posible, no fue hasta que el sonido de las pisadas de Enid pararon hasta estar al lado de mi cama. El lobo se levanta y comienza a cambiar en plena oscuridad pasando de jadeos a gorgoteos para al final regresar a la voz de Enid.

-Sé que estas despierta- dice sentándose en el piso recargándose en la cama -Tu corazón, como respiras, los pequeños movimientos que crees que no haces-

-¿Notabas todo eso antes?-

-No, al menos no todo...-

Me siento en la cama en plena oscuridad que logra calmar mi vista. De hecho veo un poco peor a antes del cambio. Pero el olfato es algo que no cambio mucho, por lo que el olor a sangre se impregna alrededor de las dos junto con una nube de calor que rodea a Enid y por lógica mi cama.

-La sangre, no es tuya. ¿Cierto?-

-¿Cómo sabrías?- a su respuesta busco el Snood en la oscuridad para prender la lámpara al lado de mi mesa de noche, Enid detiene mi búsqueda con su mano y comienza a reírse -No, no es mía. Tranquila- alejo con fuerza mi mano y ella solo salta hacia atrás -Lo siento-

-Habla. ¿Qué paso? No me molesta que llegues cubierta de sangre en plena noche, pero quisiera saber las razones tras de ello-

Enid resopla, se levanta y vuelve a su estado de lobo. Su hocico termina en mis piernas mientras que una de sus patas se posa al lado de una de mis manos. Puedo ver sus brillantes ojos en la oscuridad, azul, un azul tan intenso que podría hacer que el dolor al parpadeo regrese. Pero siento que, en caso de que eso pasara, todo valdría la pena.

-Responderás- exijo tentada de pasar mi mano por su hocico lleno de sangre -Un gruñido es un sí, dos es un no. ¿Entendido?- un gruñido -¿Luchaste con lobos?- un gruñido -¿Los que me atacaron?- un gruñido -¿Estás ayudando a la manda escolar?- dos gruñidos -¿Los mataste?- dos gruñidos -... Esto no funciona, Enid. Dilo de una vez, ¿Si no estas a favor de la manada por qué buscarías a lobos rabiosos?-

El lobo chilla y Enid regresa a su forma humana con una rapidez que no considere hace poco. Una vez vuelve a la normalidad se sienta en el borde de mi cama, sus ojos como grandes y fuertes brazas no dejan los míos ni por en segundo. Incluso el pensamiento de que Enid me atacara llega a mi mente, pero en lugar de evitarlo quisiera que sus colmillos marcasen mi carne y sus garras abran mi piel.

-No lo sé- dice arrastrando su mano por mi cama, cuando las yemas de sus dedos rozan los míos se detiene -Busque a esos lobos porque te atacaron. Tengo la fuerza como para dejar que se salgan con la suya de esa forma-

-¿Y la manada?- pregunto cerrando la pequeña brecha entre nuestros dedos.

-No tienen que ver. Pero hice que esos dos lobos regresaran a la mala a ella-

Cierro los ojos y dejo que mis dedos tomen la mano de Enid. Caliente, húmeda por la sangre ajena. Es romántico en cierto sentido... Es por eso se abro los ojos de nuevo y suelto la mano de Enid antes de que algo dentro de mí quiera más de ese tacto.

Los ojos de Enid no abandonan su punto de referencia en la oscuridad. La mirada de ella es tan pesada que las plumas en mis brazos reaccionan levantándose mientras que una picazón empieza en mis piernas y un calor sube desde lo más bajo de mi cuerpo.

-Quería que no se acercaran más a ti. Los lobos y estos... Susurros, me ponen de un modo que desconozco-

-¿Susurros?-

-Sí, es...- Enid suspira y aparta la vista negándome ese fuego de sus ojos -Solo dicen un nombre, la mayoría de las veces al menos. "Moran" y luego son risas o quejidos, luego se apagan las voces-

Seven DevilsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora