𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 13

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La habitación estaba en silencio y algunos vientos nocturnos pasaban lentamente.

Cheng Chu no se contuvo y "Pouch" se rió.

La espalda alta y recta del joven se quedó congelada.

-Tú, ¿cuándo viniste? -No giró la cabeza, incluso la hundió más, sonrojándose detrás de las orejas de vergüenza.

Cheng Chu no respondió, pero caminó lentamente y lo abrazó por detrás.

El cuerpo del niño estaba caliente, como el fuego. Sintió la suavidad en su espalda, de modo que las ondas en su corazón se fueron disipando lentamente.

-Chu Chu -susurró con voz tonta, como si intentara explicarlo con fuerza-. Yo, yo solo murmuré.

No tengo celos del perro.

Cheng Chu apretó los brazos alrededor de su cuello y sonrió levemente.

Un cálido resoplido le acarició el lado frío del cuello, y el corazón del joven latía con fuerza, tenía los labios fruncidos y no hablaba.

Cheng Chu se frotó un poco y luego susurró: "Bueno, ya sé, el bebé grande suele murmurar".

El carmesí detrás de sus orejas se extendió rápidamente, y el joven bajó la mirada, mirando la mano firmemente alrededor de su cintura, las yemas de sus dedos temblaron, y después de todo no pudo resistir la tentación de extender su mano y unirla lentamente.

-Sí. -Su voz era vaga, como si estuviera respondiendo a ese "bebé".

El viento esta noche ya no parece frío, sino que desprende un ligero calor que sopla lentamente en mi corazón.

La niña yacía boca arriba, jugueteando con su respiración intencional o inconscientemente.

Respiraba con tranquilidad y su nuez de Adán, que estaba levantada, subía y bajaba, sintiendo que su interior y su exterior se dividían en dos partes. El interior se entregaba al amor de la chica y se convertía en un charco de agua, mientras que el exterior resistía su provocación. Se endurecía sin control.

-Chu Chu -sus cejas saltaron, se contuvo y se apartó de la mano de la chica, dándole la espalda deprimido y dijo con voz tonta-: Voy a cocinar.

"Entonces te ayudaré", sonrió dulcemente Cheng Chu.

La voz de la niña es clara, como un manantial claro en una montaña de verano, fluyendo hacia el corazón ardiente del niño y reflejando sus pensamientos sucios e invisibles.

La puerta de la cocina se cerró de golpe y el niño siempre le daba la espalda, mostrando solo una espalda sólida.

-Entonces dime qué necesitas -la chica asomó la cabeza y dijo suavemente.

-Está bien. -La rigidez bajo su cuerpo hizo que el joven no se atreviera a mirar atrás, por lo que asintió y respondió.

La cena fue muy abundante, incluso Miao Miao tenía un pequeño tazón de arroz para perros hecho especialmente para ella, y estaba cubierto con comida enlatada.

La luz de luna blanca del gran Jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora