Parte IV

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Las semanas que siguieron a la tensa reunión con Lawrence Stroll fueron difíciles. Fernando y Lance hicieron todo lo posible por mantener las apariencias, pero la presión aumentaba con cada día. Los rumores en el paddock comenzaron a correr, y aunque nadie podía probar nada, el ambiente estaba cargado de tensión. Lawrence, siempre vigilante, se mostraba más distante, frío, y controlaba cada movimiento de su hijo con mayor rigidez.

Pero en el circuito, a pesar de todo, Fernando y Lance seguían funcionando como una máquina bien engrasada. La química entre ambos era evidente; aunque no podían demostrarlo abiertamente, su conexión iba más allá de lo personal. En la pista, esa relación los hacía más fuertes. Lance aprendía rápido, mejoraba sus tiempos vuelta tras vuelta, y Fernando, con su vasta experiencia, lo guiaba sin perder la competitividad que siempre lo había caracterizado.

Sin embargo, el día del Gran Premio de España, en la carrera en casa de Alonso. la fachada perfecta finalmente comenzó a desmoronarse. Durante la clasificación, Lance cometió varios errores inusuales, algo que no era propio de él. Se salió de pista, sus tiempos eran inconsistentes, y su frustración era evidente en cada vuelta. Fernando, desde su coche, notaba cómo su compañero de equipo perdía la concentración. Sabía exactamente lo que estaba pasando: estar en el país de su pareja, la presión de ocultar su relación y la constante diligencia de su padre lo estaban afectando.

Después de la sesión, Lance apenas pudo mirar a su equipo. Se sentía derrotado. Mientras Fernando pasaba por el paddock firmando autógrafos, tomandose fotos con sus fans, y pasando un pequeño rato con ellos en forma de agradecimiento, sus ojos siempre buscaron a Lance, pero antes de que tuviera la oportunidad de acercarse a él, Lawrence apareció.

—Quiero hablar contigo —dijo Lawrence, dirigiéndose directamente a Fernando. Su tono era helado.

Fernando sabía lo que venía. Sabía que Lawrence había estado esperando una excusa para enfrentarlo. Lo siguió a una sala privada del motorhome, y cuando la puerta se cerró, Lawrence soltó lo que llevaba semanas guardando.

—Sé lo que está pasando entre tú y mi hijo —dijo, sin rodeos. Sus palabras eran una mezcla de furia y decepción—He sido paciente, he observado. Y esto no puede continuar.

Fernando, que había estado esperando este momento, mantuvo la calma, aunque sentía el pulso acelerarse.

—No sé de qué hablas —respondió con su tono controlado, pero Lawrence no cayó en el juego.

—No me tomes por estúpido, Fernando. No soy ciego, ni sordo. Sé que tienes algo con Lance, y no voy a permitir que eso arruine su carrera. ¡Su futuro está en juego! —Lawrence golpeó la mesa con el puño, su frustración evidente—. Si esto continúa, te irás del equipo.

Fernando lo miró, sintiendo la ira arder dentro de él, pero antes de que pudiera responder, Lawrence añadió:

—Hoy en la pista fue la prueba. Está distraído, fuera de sí. Lo único que debería preocuparle es ganar, no... esto. Tú eres una distracción. Y voy a terminar con ella.

Fernando respiró profundamente, sabiendo que, por más que quisiera enfrentarse a Lawrence, cualquier acción impulsiva podría poner en peligro no solo su carrera, sino también a Lance.

—Si te deshaces de mí, arruinarás a Lance más de lo que piensas —dijo Fernando finalmente, su voz firme, pero controlada.

Lawrence lo miró incrédulo.

—¿Qué estás diciendo?

—Lo que tienes con Lance no es solo una relación padre-hijo, es una jaula —respondió Fernando, sin miedo a las consecuencias—. Lo presionas para que sea lo que tú quieres que sea, pero no lo dejas ser él mismo. Y aunque me apartes, su problema no soy yo. El problema es que lo has moldeado tanto que no sabe quién es sin ti.

Lawrence pareció quedarse sin palabras por un momento. La verdad cruda de las palabras de Fernando lo impactó, aunque no lo admitiera.

—Corta esto, Fernando. Tú y Lance... no son compatibles y sabes perfectamente por qué. No en mi equipo, no en su vida —insistió Lawrence.

Fernando apretó la mandíbula, pero sabía que no podía ganar esa batalla en ese momento. No sin hablar con Lance primero. Así que asintió brevemente, dando a entender que aceptaba su ultimátum, aunque en su interior sabía que las cosas no terminarían ahí.

Esa noche, Fernando y Lance se encontraron en el apartamento donde solían refugiarse. Lance estaba pálido, claramente afectado por lo ocurrido en la pista, pero también por algo más. Sabía que algo había cambiado.

—Mi padre me lo dijo —confesó Lance en voz baja, su mirada perdida en el suelo—. Quiere que te vayas del equipo. Dice que si no lo haces, me va a obligar a elegir.

Fernando se acercó y tomó la mano de Lance. El contacto entre ellos, aunque mínimo, era un ancla en medio del caos.

—No podemos seguir así, mi Cielo. Él no va a parar —dijo Fernando, con tristeza en la voz.

—No puedo seguir sin ti —replicó Lance, finalmente levantando la mirada. Sus ojos estaban llenos de desesperación junto a pequeñas lágrimas bajando por sus mejillas—. Desde que estamos juntos, todo en la pista ha mejorado para mí. No es solo que me gustes, Fernando. Te necesito. Sin ti... no soy nada.

Fernando sintió el peso de esas palabras, y supo que lo que tenían era más que un romance secreto. Para Lance, él era un pilar, algo que lo hacía sentir seguro en un mundo lleno de presión y expectativas.

—Lance, tenemos que ser fuertes. Si tu padre lo ve así, si no lo hacemos entender, va a destruir todo lo que hemos logrado juntos.—dijo Fernando, pero no había soluciones fáciles.



Lawrence no se detuvo. A la siguiente carrera en Austria, Fernando fue retirado del equipo. La excusa oficial fue una "restructuración" de Aston Martin, pero todos en el paddock sabían que había algo más detrás de la decisión. Lance intentó intervenir, pero su padre fue tajante: o Fernando, o su futuro en el equipo.

Y así, en el siguiente GP de Reino Unido Silverstone, Fernando ya no estaba en la parrilla.

Lance, devastado, se vio obligado a competir sin la persona que se había convertido en su apoyo emocional. El resultado fue desastroso. Perdió la concentración en las prácticas, cometió errores en la clasificación, y en la carrera, su rendimiento fue el peor de la temporada. La prensa no tardó en hacerse eco de lo que estaba ocurriendo. Lance Stroll, el piloto prometedor, estaba desmoronándose.

Lawrence, aunque al principio mantuvo su postura firme, pronto comenzó a darse cuenta de lo que realmente sucedía. Lance no solo estaba perdiendo en la pista, sino que también estaba deprimido, apagado. Su hijo, el joven que había impulsado con toda su ambición, ya no era el mismo. Las conversaciones con los ingenieros y el equipo médico confirmaron lo que él no quería aceptar: Lance estaba sufriendo por la ausencia de Fernando.

Fue entonces cuando, una tarde en su oficina, Lawrence recibió un informe que no podía ignorar. El estado de ánimo de Lance afectaba no solo su rendimiento, sino su salud. El equipo médico sugirió que el joven estaba sufriendo de un alto nivel de estrés emocional, y que el alejamiento de Fernando lo había llevado a una especie de depresión que ya no podían ocultar.

Lawrence, siempre pragmático, se vio obligado a reflexionar. Quizá, y solo quizá, había estado equivocado. Tal vez lo que su hijo necesitaba no era más control ni más presión, sino la libertad de ser feliz. Y, sorprendentemente, eso incluía a Fernando Alonso.

Semanas después, Lawrence, por primera vez en mucho tiempo, se acercó a su hijo con una mirada diferente. Lance lo recibió con frialdad, su mirada estaba vacía, había perdido aquel brillo en sus ojos, agotado por todo lo que había pasado. Sin embargo, lo que Lawrence dijo a continuación sorprendió a Lance.

—Si Fernando es lo que necesitas para ser feliz, entonces lo traeremos de vuelta —dijo Lawrence, su tono más suave de lo que Lance había escuchado en años—. Lamento no haberlo visto antes.

Lance lo miró, incrédulo, pero en sus ojos había una chispa de esperanza. Tal vez, después de todo, el amor que compartía con Fernando no era tan destructivo como su padre había creído. Tal vez, lo que los hacía fuertes en la pista, también los hacía fuertes fuera de ella.

𝙎𝙚𝙘𝙧𝙚𝙩 ೃ࿔𝘚𝘵𝘳𝘰𝘭𝘭𝘰𝘯𝘴𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora