Verano

540 24 2
                                    

Verano.

Sus ojos castaños se cruzaron con los míos aquella tarde de verano en la que el sol ya estaba por ocultarse.

Su mirada profunda y su rostro algo sombrío, hicieron que algo en mi interior se agitase de una forma extraña y desconocida en aquel instante.

Recuerdo haber desviado la mirada para concentrarme en el modelo humano de madera que tenía frente a mi, marcado ya por unos cuantos shurikens al centro de lo que parecía ser el lugar donde se encontraría el corazón de mi víctima.

Pero mis ojos no tenían intención de fijarse en ello, por lo que una vez más miré la silueta de una figura femenina adentrarse en el templo de la orden; en compañía del que consideraba mi padre, hasta perderlos de vista por completo.

Esa misma noche me costó conciliar el sueño. No podía sacar de mi cabeza aquella mirada que no podía interpretar...

¿odio? ¿tristeza? ¿Que era? Me pregunté una y otra vez.

Pero lo más importante..

¿Quién era?

No recuerdo con certeza cuantas horas estaría haciéndome esas preguntas y creando teorías en mi cabeza, hasta que el sueño llegó sin darme cuenta. Solo se que no pasó mucho tiempo hasta saber su nombre y todas las respuestas...

- Akali - nos dijo nuestro padre unos días después, justo antes de que Shen y yo practicásemos una nueva técnica -Su nombre es Akali.

Su madre había sido asesinada y ella había llegado a Kinkou para ser entrenada bajo las costumbres de nuestra orden.

Comencé entonces a observarla con cuidado.

Entrenaba duro y aquello me parecía interesante. Yo también quería ser mas fuerte, más fuerte que Shen y obtener reconocimiento por parte de mi padre.

Fue así como me las arreglé para toparnos cada mañana, aunque sin cruzar una sola palabra.

Tendríamos a penas unos catorce o quince años.

Recuerdo mis intentos fallidos por captar su atención, mientras por su parte no habían siquiera miradas...

Una mañana, como tantas otras, la vi mas motivada que nunca. Lanzaba cuchillos y shurikens de forma intensa, sin dar siquiera un respiro.

Entonces de pronto y sin razón, se desplomó.

De rodillas en el suelo cubrió su rostro y comprendí que lloraba.

Tontamente me acerqué hacia ella con curiosidad, más que preocupación.

Escuchaba su sollozos y quise decir algo para romper el silencio que hasta entonces existía entre ambos...

- De nada te servirá estar llorando... - murmuré, estúpida y cortantemente. Sabía que aquellas habían sido palabras insensibles de mi parte, pero aquello había sido lo primero que dejaron escapar mis labios.

Esperé su reacción de desprecio. Tal vez un golpe, más llanto o algún insulto merecido. Después de todo yo era un completo desconocido que no sabía nada acerca de su vida ni la causa de sus lágrimas.

Pero Akali (y cuan dulce sonaba ya entonces su nombre en mis pensamientos) no reaccionó de la forma que yo esperaba.

Simplemente se puso de pie, secó sus lágrimas de golpe y volvió a tirar un kunai hacia una figura de madera, haciendo que perdiera un trozo del material.

Sonrió mientras por sus mejillas aún resbalaban algunas lágrimas, mirándome de una forma diferente a la primera vez que nuestros ojos se habían cruzado.

Sonreí torpemente en respuesta.

Y así fue como el silencio entre ambos dejó de existir; como el verano se fue alejando para dar paso al Otoño, y como Akali y yo nos fuimos acercando hasta convertirnos en los mejores amigos del uno y del otro...

Estaciones [ZedxAkali]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora