Invierno

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Invierno.

Durante el invierno la nieve complicaba el entrenamiento, pero el paisaje de Ionia siempre se mantenía fresco y hermoso ante los ojos de los visitantes y habitantes.

Parecía que Akali disfrutaba el clima frío, porque se levantaba aún mas temprano que en los días cálidos.

Nuestra rutina en la laguna había cambiado su orden y nuestros encuentros se efectuaban después del entrenamiento, durante la tarde. Luego de mis enfrentamientos con Shen.

Recuerdo haber estado de mal humor muchas veces, lo que hacía que me llevara algunos regaños por parte de ella.

- Algún día lo vencerás, Zed - decía ella, mientras mi estómago daba un salto al escuchar mi nombre escaparse de sus labios - es normal que el maestro elogie a Shen siendo su hijo...

Fueron esas palabras las que calaron fuerte en mi orgullo y en mis sentimientos...

Yo sabía que no era hijo legítimo del maestro, pero aún así lo consideraba mi padre desde que había sido adoptado aún siendo un niño... ¿Acaso no merecía mi lugar como tal ,solo por no llevar su misma sangre? ¿Acaso mi destino era no ser reconocido y, aun peor, estar conforme con ello?

Akali debió haber notado mi molestia por sus palabras, puesto que se quedó en silencio unos instantes. Luego sin más me tomó de las manos, descolocándome de mis pensamientos y arrastrándome hacia la laguna ahora congelada.

- Ven -dijo ella, retrocediendo y haciendo que la siguiera - deslizarse en hielo es divertido... Solía hacerlo cuando era muy niña... Dejemos de pensar en el entrenamiento aunque sea un día... -agregó, dedicándome una sonrisa.

Pero yo no tenía ganas de divertirme. Las palabras de Akali habían calado mi orgullo, tanto como el frío a mis huesos.

- Zed... -llamó ella y aún recuerdo la intensidad de su mirada mientras nos encontrábamos parados sobre la gruesa capa de hielo que era nuestra laguna - ¡deja de pensar en ello! Ya eres fuerte y lo serás cada día más ¡¿Qué importa lo que opine el resto?!

- Deja de hablar de lo que no entiendes... -respondí, soltando sus manos bruscamente, sin querer.

A ella pareció molestarle aquel gesto porque me dedicó una mueca de ira y girando sobre sus talones, caminó unos pasos que la hicieron resbalar y caer de bruces en el hielo.

Se quejó por el dolor y tuve intenciones de ayudarla, más no lo hice.

Tras unos segundos que parecieron muy largos, se incorporó suavemente, sin siquiera mirarme.

¿Cómo pude ser tan estúpido?

Odié el invierno. Congelaba mi mente, mis sentimientos, mis gestos y palabras. La estaba lastimando y también a nuestra amistad.

Pero no era culpa del invierno. La culpa era solamente mía...

Estaciones [ZedxAkali]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora