Capitulo 1

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El viento helado del Norte se colaba por las rendijas del Torreón de Invernalia. Sansa Stark, con la mirada fija en el horizonte, sostenía en sus manos el cuervo que había llegado esa mañana. Las palabras de Daenerys Targaryen resonaban en su mente, llenas de orgullo y desafío. "Jon Snow debe arrodillarse ante mí y jurar lealtad". La madre de dragones exigía la sumisión del rey del Norte, una demanda que ponía a prueba no solo su liderazgo, sino también la unidad de su familia.
Sansa sintió una punzada en su corazón. La situación era crítica; los Caminantes Blancos se acercaban y, aunque Daenerys era una fuerza formidable, su orgullo podría ser un obstáculo. Jon, impulsivo como siempre, podría ver esto como un insulto, pero Sansa sabía que la supervivencia de todos dependía de unir fuerzas.

"Debemos ir a verla", dijo Sansa, rompiendo el silencio. Jon, quien se había acercado al escucharla, frunció el ceño.

"¿Tú? ¿A Rocadragón? No puedo permitir que arriesgues tu vida así".

"¿Y qué propones, Jon? ¿Arrodillarte ante ella sin más? Eso solo avivará las llamas de su orgullo. Necesitamos que entienda que la lealtad se gana, no se exige".

"Eres valiente, pero no puedes subestimar a Daenerys. Su temperamento es tan impredecible como su fuego", replicó Jon, cruzando los brazos.

"Lo sé, pero si voy en lugar de ti, tal vez pueda convencerla de que la lealtad es un lujo que no podemos permitirnos. Necesitamos a Daenerys. Necesitamos a sus dragones".

Jon suspiró, irándola con preocupación. "¿Y si ella no escucha? Podrías estar poniendo tu vida en peligro".

"Si no lo intento, pondré en peligro a todos en el Norte. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras la muerte se acerca. Este e s nuestro único camino".

"Está bien, Sansa. Pero debes estar cuidada. La madre de dragones no es fácil de tratar", dijo Jon, rindiéndose ante la determinación de su hermana.

"Confía en mí. Prometo ser cautelosa", respondió Sansa, con un destello de resolución en los ojos.

Los preparativos comenzaron de inmediato. Mientras los hombres de Jon se alistaban, Sansa sintió una mezcla de nerviosismo y determinación. El viaje a Rocadragón sería peligroso, pero no podía dejar que el orgullo de su hermano los condujera a la destrucción. En su mente, la imagen de Daenerys se tornó más clara: la mujer de fuego y acero, con una ambición que rivalizaba con la de cualquier Stark.

"Si le muestras que somos dignos de confianza, tal vez nos escuche", dijo Jon, mientras se aferraba a la barandilla. "Pero recuerda, no puedes prometerle algo que no podamos cumplir".

"Lo sé. Pero si la convencemos de unir fuerzas, podremos derrotar a los Caminantes. No solo por nosotros, sino por todos los que dependen de nosotros", replicó Sansa. "Debo hacerlo por el Norte y por nuestra familia. Lo prometo", dijo Sansa, con la voz firme.

Jon la miró, con un brillo de orgullo en sus ojos. "Eres más Stark de lo que crees. Te apoyaré desde aquí".

"Espero que mi visita no sea en vano. Si logro convencerla, será un gran paso hacia la unidad que necesitamos".

"Ten cuidado, Sansa. Su fuego puede ser tanto una bendición como una maldición", advirtió Jon, apretando su mano por un instante.

"Lo haré. Volveré, te lo prometo", respondió Sansa antes de dar el paso hacia el futuro incierto.

Una vez en el barco, la brisa marina despejó sus pensamientos. Sansa sabía que no solo tenía que presentar un argumento; debía demostrar a Daenerys que el Norte era digno de confianza, que la unión era más poderosa que cualquier rivalidad.

Alianzas de Fuego y HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora