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Tiempo pasado.

Las copas de champaña chocando y la música con un ritmo muy eufórico se escuchaba en la terraza de un lujoso hotel. Eran las dos de la mañana en la maravillosa ciudad de París, el frio de la noche estaba presente, pero no podía competir con el calor que trasmitía el grupo de personas que reían y bailaban despreocupadamente, con la Torre Eiffel al fondo.

Entre ellos, destacaba una hermosa mujer, Jennie Kim. Su rostro poseía una gran sonrisa, trasmitiendo felicidad y satisfacción. Hoy había sido un día muy especial. Había desfilado en una de las pasarelas más prestigiosas del mundo de la moda, Chanel.

Este era uno de sus sueños desde adolescente.No hubo un solo día que no faltara a sus clases de modelaje, ella quería ser la mejor, soñaba con ver su nombre al lado de las modelos mas importantes de su generación y lo había conseguido. Hoy su sueño se hizo realidad.

Podía sentir la adrenalina recorrer su cuerpo, no solo por el desfile que termino hace solo unas horas, sino que también por los cumplidos y elogios de sus compañeras de pasarela, quienes estaban ahora a su lado, bailando y haciéndole comentarios que aumentaban más su felicidad. Algunas de estas palabras estaban cargadas de coquetería, y es que era muy normal en Jennie. Su rostro perfecto y sus ojos gatunos eran de admirar.

Para Jennie aquella noche era la culminación de muchos años de sacrificio, de noches sin descanso, de palabras hirientes de muchas personas en las redes sociales, pero ahora estaba aquí, celebrando su éxito con las personas que mas la aprecian.

Mientras la fiesta seguía, Jennie notaba algunas miradas más largas de lo habitual. Ella era consciente de su gran atractivo, mezclado con su aura seductora y misteriosa. Era normal que las persona se fijaran en ella, pero había alguien en particular, una mujer.

Allí estaba, apoyada en la baranda de la terraza, con un copa en sus manos y su mirada penetrante sobre Jennie. Era la imagen de Lily Rose, una de las caras mas importantes de la marca y de las mujeres mas cotizadas del momento. Su cabello rubio caía por su espalda, resaltando su figura delgada pero con sus perfectas curvas, y una personalidad muy marcada. Además de tener el titulo de "mujeriega", eso lo le quitaba el encanto que poseía.

Jennie la observaba desde la distancia, hipnotizada por la forma en que Lily la estaba mirando. A pesar de la música y las voces a su alrededor, el tiempo parecía detenerse cada vez que sus ojos se encontraban.

Los últimos meses había sido confusos para Jennie, no se había sentido tan deseada como ahora lo hacia aquella mujer y todo por culpa de su esposo. Song Kang podía ser elegante, alto, con un rostro perfilado y un cuerpo proporcionado, pero solo eso. Solo era una apariencia perfecta, no lograba despertar en ella esa chispa.

Pensaba que su vida de casada estaría llena de felicidad y momentos de mucho pasión. Jennie era una mujer que disfrutaba de los placeres que le daba la vida: desde comprar ropa de diseñador, verse bonita y...tener orgasmos. Para ella, ser deseada era tan importante como respirar, y en eso Song Kang falló.

Los primeros meses de relación su apartamento fue testigo de mucha lujuria, los cuales poco a poco se fueron desvaneciendo. Los horarios de los dos no coincidían, los constantes viajes a diferentes países y la falta de tiempo provocaron la falta de contacto físico. Y ni hablar de las actitudes frías y distantes que estaba teniendo Kang solo hizo que su relación se fracturara. 

La ausencia de su esposo, hizo que el libido de Jennie aumentara, ella era un ser humano, con muchas necesidades y una de ellas era la falta de sexo. No era una mujer promiscua, respetaba mucho su relación a pesar que estuviera en decadencia, pero el sexo que tenia con Kang, era igual a cero satisfacción. Es por eso que opto por tocarse ella misma.

Arizona | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora