03

1.3K 224 23
                                    

Jennie aún sentía el rubor en sus mejillas luego de su primer intercambio con Lisa en el establo. Sin embargo, también había una chispa de curiosidad y algo más que no podía definir.

¿Cómo una mujer tan hermosa y enigmática había terminado en un lugar tan remoto? ¿Por qué tenía un apellido diferente al de sus supuestos abuelos?

Pero la pregunta que más rondaba sus pensamientos, era entender por qué la mirada de Lisa tenía el poder de quemar su piel y encender sus pensamientos...

Después de aquel accidente hace tres días, había decidido no salir de la casa. La vergüenza y el miedo la tuvo atrapada en su habitación. La imagen de Lisa montada en su caballo, riéndose, y el recordatorio constante de haberla llamado ladrona, la acosaban sin cesar.

A Nana le pareció bastante extraña la actitud de la coreana. Jennie se excusó diciendo que los cambios de horario, el clima y la nueva comida estaban afectando su salud, por lo que necesitaba descansar. Sin embargo, la verdad era que Jennie tenía miedo de encontrarse con Lisa.

¿Quién en su sano juicio llamaba ladrona a la dueña de su propia hacienda? Pues Jennie, por supuesto.

Además, el comentario de Lisa donde daba a entender que la vio desnuda en su habitación, con las ventanas abiertas, la atormentaba cada noche cuando se iba a dormir. No sabia como iba a mirarla a los ojos otra vez después de eso.

Los poco días que estuvo encerrada se la pasó vigilando a Lisa a través de las ventanas de su balcón.

Observó su rutina diaria: Lisa llegaba siempre a la misma hora, las ocho de la mañana. Primero limpiaba el establo, luego regaba el jardín, alimentaba a los caballos y a veces hacía trabajos más pesados como cargar los bultos de comida. Jennie se maravillaba al ver cómo se le marcaban los músculos de los brazos, la espalda y el abdomen.

Su camisa blanca terminaba sucia y llena de sudor, lo cual era una delicia visual para Jennie cuando Lisa la retiraba lentamente para quedarse en un top deportivo, exhibiendo su tonificado cuerpo.

Cuando Lisa bebía agua, Jennie seguía con la mirada las gotas que caían por su garganta, sintiendo sus propios labios secarse y mojándolos instintivamente con la lengua. Se había convertido en una obsesión. No podía negar lo que sentía: una atracción abrumadora por aquella vaquera.

Desde que ingresó al mundo del modelaje, Jennie había conocido a muchas mujeres que llamaron su atención. Había tenido una breve relación con Hyujin, una chica con la que tuvo pequeños encuentros sexuales. Pero aquello no duro mucho, debido a los rumores de que a Jennie Kim, la empresaria y modelo mas importante del país, se sentía atraída por las mujeres se hicieron mas fuertes.

Fue en ese momento cuando intervino su familia. Casarse con Kang había sido una cortina de humo perfecta.

Ahora, como mujer libre, era imposible ocultar la intensidad de su atracción por Lisa. Desde el momento en que la vio, supo que era el tipo de mujer que siempre había deseado.

Se maldijo a sí misma por haber actuado tan rara el día que se conocieron, pero hoy eso iba a cambiar.

Tenía un plan perfecto para disculparse: cocinar uno de sus platos coreanos favoritos, el Bibimbap, un plato a base de arroz, verduras, carne de cerdo y el toque especial de aceite de sésamo y soja. Puede parecer sencillo, pero la combinación de sabores lo hacía especial. No podía fallar. Le iba a gustar, sí o sí.

Jennie tomó una respiración profunda, salió de su habitación y se dirigió hacia el establo. El corazón le latía con fuerza mientras caminaba por los senderos que la llevaban hacia el lugar donde sabía que encontraría a Lisa. Al llegar, vio a la vaquera cepillando a uno de los caballos.

Arizona | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora