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La lluvia caía a su alrededor, creando un ambiente casi mágico, pero la realidad de la situación lo golpeó como un rayo.

—Gracias —dijo Margarito, tratando de recuperar la compostura, mientras sentía el calor de la mano de Julián aún en su brazo.

—No hay problema —respondió Julián, sonriendo—. Eres un poco torpe, ¿no?

Margarito se sonrojó, y una mezcla de confusión y emociones lo inundó. La cercanía de Julián y la manera en que lo miraba lo hacían sentir vulnerabilidad y al mismo tiempo un destello de alegría.

—Sí, parece que sí —murmuró, sin saber exactamente qué más decir.

—¿Qué haces por aquí? —preguntó Julián, inclinando la cabeza—. ¿Saliste a explorar?

Margarito dudó, sintiendo que su respuesta podría afectar su relación con Julián.

—Estaba regresando de la práctica de teatro. Me divertí mucho —dijo finalmente, intentando mantener la conversación ligera.

Julián asintió, pareciendo genuinamente interesado.

—Eso suena genial. He oído que hay un gran grupo allí. Me alegra que estés haciendo amigos.

La mención de "amigos" le hizo pensar en Paula, y una punzada de celos lo recorrió. Sin embargo, en ese instante, una conexión especial parecía fluir entre ellos, un momento suspendido en el tiempo que Margarito deseaba prolongar.

—Sí, son buenos chicos —respondió, sintiendo que la conversación se volvía más personal—. Me han hecho sentir bienvenido.

Julián sonrió, y Margarito sintió que su corazón se aceleraba.

—Eso es importante. Espero que te sientas en casa pronto —dijo Julián, su mirada profunda y sincera.

La lluvia seguía cayendo, y la conversación se sentía natural, como si llevaran mucho tiempo conociéndose. Pero de repente, un estruendo de trueno los sacudió, y Margarito se dio cuenta de que aún estaban empapados.

—Deberíamos buscar un lugar donde refugiarnos —sugirió Julián, mirando a su alrededor.

Margarito asintió, sintiendo que cada segundo que pasaba a su lado era un regalo.

—Sí, hay un café cerca. Podemos ir allí —dijo, con una mezcla de nervios y emoción.

Mientras caminaban juntos bajo la lluvia, Margarito no pudo evitar sonreír.

Esa noche, Julián regresó a su casa sintiéndose ligero, con una sonrisa en el rostro tras el encuentro con Margarito. La lluvia había traído consigo una frescura que lo llenó de energía. Al entrar en su habitación, dejó caer la mochila en el suelo y se dirigió a su guitarra, que siempre lo acompañaba en sus momentos de reflexión.

Se sentó en la cama, acomodando la guitarra sobre sus piernas. Con un suspiro profundo, comenzó a tocar los acordes de "Entre tú y yo" de Violetta. La melodía suave llenó el ambiente, creando una atmósfera íntima y cálida.

A medida que avanzaba con la canción, sus pensamientos se centraron en Margarito.

Mientras Julián se sumía en sus pensamientos, la puerta de su habitación se abrió de golpe, y su padre entró, con una expresión de entusiasmo en su rostro.

—¡Julián! —exclamó, sin preámbulos—. ¡Tengo noticias increíbles!

Julián se sentó, sintiendo que la energía de su padre llenaba la habitación. Sin embargo, su corazón latía un poco más rápido, anticipando lo que venía.

Yo soy Margarito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora