Capitulo 8: Mi condena

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Los rayos del sol se filtran por las persianas, iluminando la habitación de Camila. A pesar de la luz tenue, la oscuridad aún reina en su interior. La enfermedad ha avanzado, debilitando su cuerpo y nublando su mente. La esperanza, antes una llama vivaz, se ha convertido en una brasa a punto de apagarse.

—No sé cuánto más podré soportar esto —murmura Camila, sintiendo el peso de su situación—. Cada día parece más difícil, más... vacío.

Adrián, sentado junto a ella, toma su mano con delicadeza.

—Estamos aquí contigo, Cami. No tienes que enfrentarlo sola —le dice, su voz suave pero firme—. No importa lo que pase, no te dejaremos caer.

Camila se enfrenta a una batalla interna. La incertidumbre sobre el futuro la consume.

—¿Qué pasará después? —pregunta, mirando al techo como si ahí estuvieran las respuestas—. ¿Cuánto tiempo me queda realmente?

Bruno entra en la habitación, escuchando sus palabras, y se acerca a la cama.

—No pienses en eso ahora —dice, intentando sonreír—. Solo enfócate en lo que tenemos hoy. Cada día es un regalo, ¿recuerdas?

Las melodías de Adrián, compuestas especialmente para ella, la transportan a un lugar donde el dolor no existe, donde la esperanza aún brilla. En la música encuentra consuelo, paz y la fuerza para seguir adelante.

—Siempre has sido mi refugio, Adrián —admite Camila, cerrando los ojos mientras escucha las notas que él toca en la guitarra—. Cuando la música suena, es como si el mundo desapareciera por un momento.

—Es porque la música habla cuando no podemos encontrar las palabras —responde él con un tono tranquilo—. Y mientras yo pueda tocar para ti, siempre tendrás un lugar donde escapar.

Motivada por la música y el amor de sus amigos, Camila decide tomar una decisión.

—No puedo seguir viviendo así, atrapada en el miedo —declara un día, mirando a Adrián y Bruno—. Quiero aprovechar lo que me queda, quiero vivir, aunque sea un día más, como si fuera el último.

—Entonces, hagámoslo —dice Bruno, con entusiasmo creciente—. Vamos a hacer todo lo que siempre quisimos. No dejemos que nada se quede sin hacer.

Emprenden un viaje con Adrián y Bruno a un lugar que siempre ha soñado conocer: "Argentina". La naturaleza exuberante, los colores vibrantes y la energía del lugar la llenan de vitalidad. Mientras observan las montañas en la distancia, Camila suspira.

—Esto es lo que necesitaba —dice, sintiendo una calma renovada—. Estar aquí, con ustedes, viviendo algo que pensé que nunca llegaría a ver... Me siento viva de nuevo.

Bruno sonríe y le da una palmada en la espalda.

—Lo estás, Cami. Y mientras estemos juntos, siempre habrá algo por lo que luchar.

—Gracias —susurra ella—. No sé cómo habría sobrevivido todo este tiempo sin ustedes.

—No tienes que agradecernos —responde Adrián—. Lo hacemos porque te amamos, porque eres parte de nosotros.

Juntos, comienzan a disfrutar de nuevo de la belleza del mundo, de la compañía de sus amigos y de la simpleza de la vida.

Camila, la eterna adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora