Escocia, 18 de enero de 1701.
Apenas reaccione, pero el dolor que me genero ese desconocido era más insoportable estando solo en aquella capilla y asustado. El me dio por muerto luego de unos cuantos minutos después de detonar mi cuerpo con una violencia iracunda, horrible. Estaba destrozado.
La primera consecuencia de lo que estaba sintiendo fue el calor: el dedo me ardía. Estuve sorprendido al ser capaz de notarlo a pesar de las demás lesiones.
Ignoraba muchas veces la existencia de lo sobrenatural, pero ahora sabía que todo era real y que un cambio fuerte estaba por comenzar en mí.
El calor por supuesto, aumentaba muy deprisa. Intente ignorarlo, hacer caso omiso de mi cuerpo… roto por la penosa batalla, pero el dolor era más fuerte.
Grite, aullando. El dedo que me mordió aquel sujeto ardía, las llamas arrasaban en mi palma. El calor se fue extendiendo por toda mi muñeca donde también me habían mordido. Era un fuego más intenso que el propio fuego, un dolor que superaba cualquier clase de tortura existente.
El resto era insignificante. Los huesos rotos no me dolían, no tanto como aquello. El grito que pegue sonó como si procediera de un lugar externo a mi cuerpo, un aullido que tenía más tintes animales que humanos.
La sangre seguía desparramándose por aquel piso frio.
Era incapaz de ser consciente por mucho tiempo, e imaginé que iba a morir, pero no sentí que iba a ser ahora. Sin embargo, aguarde, aullando del sufrimiento.
El fuego que recorría por mi cuerpo hasta en ese entonces no había sido tan catastrófico. Era la peor sensación que había sentido en ese momento, sí, pero no podía compararse ahora con tener el cuerpo en llamas, producto de la ponzoña vampírica que recuerdo perfectamente expandiéndose por mi cuerpo.
No sé si dure horas o días en aquella reconstrucción de todo lo dañado, aunque al final todo el dolor y agonía ceso.
Mi corazón dio un último latido frenético, un repiqueteo que anunciaba que gano el veneno por sobre la humanidad. Dio un soplo sordo e hizo que mi pecho rompiera posiciones desde el piso en el cual yacía, como si se me quisiera salir. Después de ese esfuerzo no se escuchó ningún latido ni respiración, ya había dejado de ser humano.
No comprendí muy bien lo que me paso durante esas 48 horas hasta que abrí los ojos. Todo en mi ser se sentía como el diamante, irrompible, nuevo, distinto. Tampoco respiraba, lo cual se me hizo extraño. Al dar una bocanada de aire mis pulmones se llenaron, pero no note el efecto tranquilizador que me albergaba.
Al finalizar de recordar todo el suceso de mi pira en llamas me puse de pie apenas escuché dos voces cerrar una puerta. Ellos me observaban como si supieran lo que me estaba pasando, y, al caer en cuenta de cómo me posicione a la defensiva me relaje automáticamente, intentando mantener la compostura e ignorando el ardor de mi garganta tan propio de la sed.
El hombre más grande se acercó primero para seguirle con cautela el chico castaño. Porque claro, yo era el peligro acá. Se veían igual que yo, pálidos y sobre terrenales, dotados de una belleza imposible. Tal vez podrían tener respuestas a esto.
Otro cambio que note fue la rapidez de mi cerebro en contraste a mi antigua vida. Ahora yo pensaba en pararme y en menos de un milisegundo el cuerpo realizaba dicha acción, no había tiempo para procesarlo. Era la mente sobre la materia, y la cruda fuerza titánica que poseía me dejaba descolocado. Por supuesto, la curiosidad no se fue de mí. Si Dios creo a los humanos a su imagen y semejanza, ¿Cómo creo a los vampiros? ¿En qué aspectos se basó? A decir verdad, por todos los rasgos a comparar éramos semejantes con los humanos en algunas cosas físicas, pero tan alejados de ellos. Somos el depredador que está más arriba de toda la cadena alimenticia.
Dejando de lado aquel momento confuso y tortuoso de mi vida vampírica, tratare de narrar lo más breve posible.
Me llamo Ethan Morgan. Tenía 21 años y fui convertido por un viejo vampiro de las alcantarillas, un antiguo, en 1701.
Han sido tres siglos de muchas vivencias desde mi antiguo pueblo al cual pertenecía, en Escocia hasta el lugar en el cual me encuentro ahora, La Patagonia Argentina. Lleno de bosques con tundra y nieve, perfecto para nosotros y beneficioso considerando que mucho no se asoma el sol.
Pertenezco al clan Morgan, el cual se ha mantenido oculto durante décadas para preservar un perfil bajo. Por supuesto, siempre guiados por nuestro mentor y padre, Liosha. Aunque, con la llegada de Lía y el asunto de vivir al sur del país, todo iba a dar un giro drástico en mi existencia.
Mi futuro se veía tan nublado y confuso, pero me deje llevar a pesar de las adversidades y los problemas. Siendo un inmortal podía tener determinación, menos miedo al realizar las cosas.Aclaro que, con tiempo de sobra para conocerme a mí, nunca me sentí tan vulnerable respecto a mis sentimientos desde que ella apareció.
ESTÁS LEYENDO
[Propósito Santo]
Vampire"Que Dios los bendiga ahora, porque los estoy arrastrando al infierno conmigo". Los intrusos estaban sorprendidos. ¿Un cura diciendo aquello? Había algo extraño allí. Y no estaban equivocados ante ese pensamiento que el peli cobrizo pudo leer mient...