Capítulo 7

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Estaba ya en mi primer día de la horrorosa semana de exámenes. Anoche no dormí nada por pasarla estudiando aquellas malditas ecuaciones que la maestra Lorena nos dio como guía. Frente a mí estaba el bendito examen de geometría, y bueno, a veces me pregunto por qué debería aprender todo esto cuando mi sueño es ser psicóloga y escritora. Pero bueno, así es la escuela. Mis ojos estaban tan pesados y los cerraba constantemente, moría de sueño. Daba varios cabeceos y parpadeos rápidos para no quedarme dormida, este examen era importante, tenía que concentrarme. Las bolsas bajo mis ojos eran muy notorias, tuve que usar tres kilos de corrector para intentar taparlas, pero ni así dejan de verse moradas.

Hoy no me senté con Billie, no quería que me viera así, me veía horrible. Además, haría preguntas y no estaba de ánimos de responder, hoy no desperté del lado derecho de la cama. De la nada una bolsa de papel arrugada y en forma de pelota cayó en mi mesa arriba de mi examen. La tomé rápidamente para que la maestra no se diera cuenta y la desenvolví.

Qué tienes? No te miras bien

-B

No hacía falta ver la B, para saber que la nota la había arrojado Billie. Giré a verlo y asentí con la cabeza dándole una sonrisa en son de que estaba bien. Terminé el examen y recé para que ojalá me fuera bien ya que, no soy tan lista en matemáticas, pero no era la peor. Tenía buenas notas, me sé defender. La campana sonó y lo agradecí profundamente, quería salir de ahí ya; iniciar la semana con esa materia consumía mis energías, era un sufrimiento geometría a las 7:00 de la mañana. Antes de mi siguiente examen, me desvié un poco a la cafetería para robar un café de los que toman los maestros en sus recesos. Yo no sobrevivo sin café amigos. Cuando intenté pasar por la puerta para entrar a la cafetería un cuerpo chocó contra mi espalda, me quejé del dolor. Cuando me giré para ver quién había chocado conmigo, me topé con unos ojos grises. Me le quedé viendo más de lo normal, fue extraño. El chico de casi 1.90 me miró apenado.

—Lo siento, debería fijarme por dónde camino —sonrió burlón—. Es que hay gente muy pequeña en la escuela.

—Discúlpame tú a mí, suelo confundir a los altos con postes de luz

Sonreí ganadora.

Se agachó, aún sonriente. Hasta que nuestros ojos quedaron a la misma altura, y con su mano dio pequeños golpecitos en mi cabeza. Le di un manotazo, yo no era ningún animal para que hiciera eso, ni siquiera lo conocía. Confianzudo.

—Vuélveme a tocar así y te daré una patada en los huevos.

Él se rio divertido y se marchó. Ash, quién se creía. Tomé mi café y me fui de ahí. Corrí a mi examen de arte, ya había comenzado, pero aun así el maestro me dejó entrar y hacerlo también. Le agradecí mil veces. El maestro de arte es una muy buena persona, aún recuerdo cuando soltó en llanto en una campaña en contra del maltrato animal. Ese día nos habían llevado perritos rescatados para que conviviéramos con ellos y les diéramos amor. Él terminó adoptando uno de esos perritos. El examen fue hacer un poema, agradecí que esas cosas se me dieran tan bien, así que espero sacar una buena calificación.

El día fue horrible, aburrido, y pues, otra vez horrible. A continuación, mi lista de cosas horribles que le pasaron a Alissa en el día. Cuando fui al baño me caí de culo al suelo, no había visto que estaba trapeado; algunas chicas que estaban ahí me ayudaron a levantarme. Después, en mi clase de educación física los chicos estaban jugando baloncesto; la pelota me cayó en la cabeza accidentalmente cuando pasaba por debajo de la canasta. La mala suerte y la tragedia estaban de mi lado hoy, sólo anhelaba llegar a mi casa para poder descansar y dormir. Por otro lado, seguía sin hablarle a Billie, y eso que va en mi mismo salón; pero sinceramente no tenía nada qué decirle, mi mente estaba muy distraída y concentrada en otras cosas esta semana. Tenía muchas cosas de la escuela en la mente, y, bueno, me limité a evitarlo. Antes, lo miré en la cafetería con Owen, y también le saqué la vuelta. No estaba enojada con él ni nada, y para que me crean, ni siquiera había hablado con Julia ese mismo día. El día por fin había terminado y mamá no pudo ir por mí a la escuela, otra tragedia sumada a mi día; que bien. Intenté irme con Julia, pero Adam me dijo que ya se había ido, así que opté por irme en camión. Antes de ir a la parada del camión, miré algo que no tuve que haber visto, e hizo que quisiera llorar; salí rápidamente de ahí.

Billie

Estaba en el estacionamiento, y Tania me había besado. Antes de subir a mi coche se acercó a mí con la excusa de preguntarme cuándo tendríamos otro partido de fútbol, pero la quité rápidamente, ¿qué le pasaba por la mente al haber hecho eso? Ella sabía que Ali y yo estamos juntos.

—Hey ¿Qué haces, Tania? —le dije muy molesto, quitándomela de encima.

—¿Qué, acaso no te gustó? —respondió, coqueteándome

No lo quiero decir así, porque a las mujeres se les debe respeto, pero Tania tenía fama de ser una fácil.

—Por supuesto que no —respondí—. Yo estoy y quiero a Alissa. Más te vale que no te me vuelvas a acercar.

Me miró molesta, y se fue. Me subí a mi coche para irme y lo arranqué. Unos metros más adelante miré a Ali caminando sola, así que acerqué el coche para que se subiera y llevarla a casa. Creo que es lo menos que puedo hacer, hoy me evitó todo el día y no la veía muy bien.

Ali

Sentí la presencia de un carro y me giré para ver quién era. Era Billie.

—¡Sube! —me gritó

Me limpié las lágrimas que había derramado en el camino, sentía roto el corazón.

—Gracias, pero voy a tomar el autobús. —respondí, con la voz quebrada

Vi cuando rápidamente aceleró en diagonal, tapándome el camino para pasar y se bajó del carro.

—Alissa, llevas todo el día evitándome, no creas que no lo noté. Quise darte tu espacio, pero qué pasa? Me preocupas... —confesó, preocupado—... ¿estás bien?

No lo estaba evitando como tal, pero entiendo que ese sea su sentimiento, pues no le dirigí la palabra en todo el día. Hasta que vi lo que pasó con Tania y ahora sí no quería verlo para nada. No noté que estaba llorando hasta que él me lo dijo.

—Ali, ¿qué pasa? Cuéntame, habla conmigo por favor, me preocupas. —su voz se volvió suave

Preocupado, me abrazó, aunque yo me quité bruscamente.

—Te vi —dije, y me miró confundido —. Cuando Tania te besó. Lo vi.

Quedó en silencio. Dio un paso hacia atrás y miró el suelo apenado, como si estuviera pensando qué decir. Quería una respuesta, y me la dio.

—Te juro que me tomó por sorpresa, Alissa. Cuando lo hizo la quité rápidamente y le aclaré que no me interesaba, que yo sólo te quería a ti —sonrió triste—. Le dejé en claro que no se volviera a acercar a mí.

Yo sabía que Billie no era de esos tipos. Así que le creí, confié en él. Pero eso no quitaba que aún me sentía mal.

–Aunque siento que te debo una disculpa —confesó—. E iba a decírtelo, pero tú ya sabías. Lo viste, y lo lamento.

Le creí. Billie no es de los que andan lastimando sentimientos por ahí. Él es amable, sincero y leal. Es el chico más bueno que jamás haya conocido, y tan honesto. El que me haya dicho la verdad y se haya disculpado conmigo a pesar de no tener la culpa, habla más que bien de él.

—Te creo, y acepto la disculpa —respondí—. Y no te estaba evitando, bueno, no porque estuviera molesta contigo. Lo siento.

Me abrazó y me dio un beso en la frente; y yo le correspondí.

—Lo lamento, de nuevo. Y ahora vamos, déjame llevarte hasta tu casa.

Asentí, y él tomó mi mochila para después meterla en el asiento trasero del carro. Puso el carro en marcha y nos fuimos de ahí. Íbamos cantando a todo pulmón una canción que sonaba en la radio, y el aire de afuera se colaba por la ventanilla baja. Mi cabello se movía bruscamente en mi cara y Billie se reía de mí viéndome cómo intentaba quitármelo porque me picaba la cara. Llegamos a mi casa y me despedí de él. 

La Casa del ÁrbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora