Nuevos comienzos
El aire acondicionado del aeropuerto de Phoenix no hacía nada por mitigar el calor sofocante que se colaba por las puertas automáticas cada vez que se abrían. Los murmullos de las conversaciones y el rodar constante de las maletas llenaban el espacio, pero yo apenas podía escuchar algo. Todo parecía más lejano de lo que en realidad estaba, como si estuviera atrapada en una burbuja de pensamientos que no me dejaban escapar.
Mi madre estaba frente a mí, su rostro tenso, pero en sus ojos se adivinaba una preocupación sincera. Bella estaba a mi lado, firme como siempre, con esa serenidad que yo a veces envidiaba. Ella parecía segura de nuestra decisión, como si hubiera estado planificando esto durante meses, mientras que yo seguía debatiendo internamente si esto era realmente lo que necesitaba.
—¿Están seguras de que esto es lo correcto? —preguntó nuestra madre por tercera vez, su voz débil, casi insegura.
No pude evitar sentir una punzada de culpa. Mamá había estado nerviosa desde que Bella y yo decidimos mudarnos a Forks con papá. No era como si no nos quisiera, pero siempre había sido más libre, más enfocada en sus propios intereses y en lo que la hacía feliz. A veces sentía que sus preocupaciones sobre nosotras eran más por la costumbre que por un instinto maternal. Bella lo entendía de manera diferente, pero para mí, la relación con mamá había sido complicada. No era que no la quisiera... simplemente había un abismo entre nosotras que nunca habíamos logrado cruzar.
—Es lo mejor para nosotras, mamá —dijo Bella con su típico tono calmado. Sus ojos marrones miraban directamente a los de nuestra madre, sin un ápice de duda—. Nos queda poco tiempo en la preparatoria, y es importante que pasemos esos últimos años con papá.
Yo asentí lentamente, pero dentro de mí, una corriente de pensamientos se agitaba. Bella tenía razón, claro, pero mi decisión iba más allá de eso. Desde que éramos pequeñas, siempre sentí una conexión más fuerte con Forks, ese pequeño pueblo húmedo y cubierto de árboles en el noroeste del país. Había algo en ese lugar que me llamaba, tal vez era el frío, la lluvia constante o el hecho de que papá estaba allí. Cada vez que lo visitábamos, sentía una paz que no encontraba en Phoenix. Me encantaba la naturaleza, los bosques y la soledad que ofrecían, como si el verde infinito de los árboles pudiera envolverme y darme el respiro que nunca encontraba en la ruidosa ciudad.
Además, extrañaba a papá. Aunque no lo dijera en voz alta, me dolía estar tan lejos de él todo este tiempo. Siempre había sido una figura tranquila, un poco distante, pero en su calma encontraba consuelo. Y después de todos estos años, tenía ganas de recuperar ese tiempo perdido. Forks me parecía el lugar perfecto para empezar de nuevo, donde no me sentía atrapada por el bullicio de la vida de mamá.
—Estoy segura, mamá —dije finalmente, obligándome a mirarla a los ojos. Sabía que no estaba tan convencida de que este fuera el mejor lugar para nosotras, pero también sabía que era necesario. Phoenix había dejado de sentirse como un hogar hacía mucho tiempo.
Mamá suspiró, pasando una mano por su cabello desordenado. —Solo quiero que estén felices —murmuró, más para sí misma que para nosotras.
Bella sonrió suavemente y le dio un abrazo, lo que solo aumentó la tensión en el aire. Sabía que mi hermana estaba más preparada para dejarla atrás. Siempre había tenido una visión más práctica de nuestra situación, mientras que yo... bueno, yo era más emocional, lo que a menudo complicaba mis decisiones.
Observé a mi madre con algo de nostalgia mientras Bella le susurraba algunas palabras de consuelo. Parte de mí sentía que debería estar más triste por dejar Phoenix. Este lugar había sido mi hogar durante tantos años, pero no podía. Lo único que sentía era una especie de alivio, como si finalmente estuviera tomando el camino que siempre había debido tomar.
Mis pensamientos volaron a Forks: los árboles altos, las nubes bajas que cubrían el cielo, y el olor a tierra mojada. Recordé las tardes caminando por el bosque con papá, el sonido de nuestras botas crujiendo sobre las hojas caídas. Me encantaba esa sensación, como si el mundo a nuestro alrededor fuera más silencioso, más pacífico.
Y luego estaba el arte. Mi mente se llenaba de ideas cuando estaba rodeada de naturaleza. Aquí, en Phoenix, todo era demasiado brillante, demasiado caluroso. Pero en Forks, podía dibujar durante horas, inspirada por los grises suaves del cielo y los verdes profundos de los árboles. No era solo una necesidad de estar cerca de papá, sino una necesidad de estar cerca de algo más grande que yo misma.
—Lo vamos a hacer bien, mamá —dije, mi voz más firme esta vez. Bella me lanzó una mirada aprobatoria, y supe que entendía lo que realmente significaba para mí esta mudanza.
Mamá nos miró a ambas, con ese brillo de preocupación en sus ojos, pero también con resignación. Sabía que no podía detenernos.
—Bien —dijo, exhalando—. Solo... llámenme, ¿de acuerdo? Quiero saber cómo les va.
—Lo haremos —respondió Bella, casi en piloto automático. Yo sonreí, y aunque la situación seguía siendo incómoda, me sentía en paz. Este era el comienzo de algo nuevo.
Cuando el altavoz anunció nuestro vuelo a Seattle, sentí una extraña mezcla de emoción y nervios. Este sería un nuevo capítulo en nuestras vidas. Bella siempre había sido la fuerte, la que sabía lo que quería. Pero esta vez, estaba decidida a que, en Forks, sería yo quien encontrara mi propio lugar.
Mientras nos despedíamos de mamá y caminábamos hacia la puerta de embarque, una parte de mí ya estaba en Forks. En el frío, en los bosques, y en la vida que estaba por comenzar.
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El Refugio del Alma |Jasper Hale
FanfictionTras años viviendo en la soleada Phoenix con su madre, Aurora Swan anhela una vida diferente, una donde pueda conectarse con la naturaleza y el frío que siempre ha amado. Cuando su hermana mayor, Bella, decide mudarse a Forks para vivir con su padre...