Instituto de Forks
Una vez que dejamos a Billy, Jacob y a papá con lo suyo, Bella y yo nos subimos a la vieja camioneta para comenzar nuestro primer día en el instituto de Forks. No podía evitar sonreír al escuchar los gruñidos metálicos y chirridos que hacía la furgoneta a medida que avanzábamos por la carretera. Era como si el vehículo hablara, una especie de queja constante que encajaba perfectamente con el entorno lluvioso y melancólico de este lugar. Para mi sorpresa, la radio anticuada funcionaba, un pequeño detalle que no esperaba.
Pese a nunca haber estado en el instituto, no fue difícil localizarlo. Al igual que la mayoría de los edificios en Forks, el instituto se hallaba junto a la carretera, como si todo el pueblo estuviera conectado por hilos invisibles que se entrelazaban en el mismo lugar. Un cartel, apenas visible bajo la lluvia, anunciaba "Forks High School" en letras desgastadas. Mientras Bella avanzaba por el aparcamiento, su mano apretó la mía ligeramente cuando notó cómo prácticamente todos los estudiantes que pasaban se quedaban mirando nuestra furgoneta roja y oxidada. No pude evitar bufar; la idea de ser el centro de atención me irritaba un poco.
Bella encontró un hueco para aparcar, pero al hacerlo, la furgoneta soltó un sonido extrañamente cómico, un gemido metálico que resonó por todo el aparcamiento. Algunas risas estallaron a nuestro alrededor. El primer día en el nuevo instituto, y ya nos observaban. Genial. Era marzo, mitad de semestre, lo que significaba que seríamos las "nuevas" en todo sentido, algo que nunca es fácil en ningún instituto.
Cuando bajamos de la furgoneta, escuchamos algunos gritos burlescos desde los grupos cercanos.
—¡Bonito coche! —nos gritó alguien, seguido de risitas.
—Gracias —respondió Bella, con esa serenidad suya que siempre me asombraba.
Yo solo resoplé y decidí no perder el tiempo, arrastrando a Bella directamente hacia donde supuse que estaría la oficina principal. Caminamos rápido, esquivando miradas y sonrisitas burlonas. El frío aire de Forks nos envolvía, pero al entrar al edificio, un poco de calor nos recibió, lo que agradecí profundamente. La oficina era pequeña, con sillas de espera alineadas contra la pared, un tablón con noticias locales y trofeos escolares descoloridos colgados a lo largo de las paredes. Un reloj gigante colgaba sobre la recepción, aunque las agujas parecían estar rotas, marcando una hora imposible.
Nos acercamos al mostrador, donde una mujer de mediana edad, con una sonrisa cálida, levantó la vista del ordenador al vernos entrar.
—¿Puedo ayudarles en algo? —preguntó con amabilidad.
—Somos Isabella y Aurora Swan —dije rápidamente, entregando nuestra información antes de que Bella pudiera corregirme por usar su nombre completo.
La secretaria tecleó en su ordenador mientras nos dedicaba una sonrisa amable.
—Ah, claro, las estábamos esperando. Aquí están, chicas. —Nos entregó dos horarios y números de casillero, junto con un pequeño mapa del instituto—. Les he marcado sus aulas en el plano para que no se pierdan, y también tendrán que pedir a sus profesores que firmen este comprobante de asistencia. Al final del día, devuélvanlo aquí.
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El Refugio del Alma |Jasper Hale
أدب الهواةTras años viviendo en la soleada Phoenix con su madre, Aurora Swan anhela una vida diferente, una donde pueda conectarse con la naturaleza y el frío que siempre ha amado. Cuando su hermana mayor, Bella, decide mudarse a Forks para vivir con su padre...