𝟎𝟎𝟕 ⭑ .ᐟ

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Mauri había decidido invitar a todos a cenar en su departamento, con la intención de que Nea conociera al resto de la familia de los chicos

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Mauri había decidido invitar a todos a cenar en su departamento, con la intención de que Nea conociera al resto de la familia de los chicos. Estaba emocionado por la idea de que finalmente pudieran estar más en su círculo. Habían quedado de verse más tarde, y la atmósfera prometía ser relajada, una simple reunión entre amigos y familia.

Francis, sin embargo, se fue intranquilo a su propio departamento. No podía dejar de pensar en ese tipo, Gael. Había algo en todo eso que lo perturbaba profundamente, una sensación de incomodidad que no lograba sacudirse.

Mientras Francis entraba a su departamento, el sonido de la puerta cerrándose a sus espaldas apenas lo sacó de sus pensamientos. Se desplomó en el sofá, mirando el techo mientras sus dedos tamborileando nerviosamente sobre sus piernas. Las pocas palabras que había logrado escuchar le provocaban un escalofrío hasta los huesos.

Y la idea de que Nea estuviera pensando en ese tipo, lo consumía.

El reloj marcaba las seis de la tarde. Todavía quedaba tiempo antes de la cena en el departamento de Mauri, pero se levantó para prepararse. Sabía que no podía faltar. Al fin y al cabo, su hermano había organizado todo con la mejor intención. Mientras se cambiaba de ropa, la intranquilidad seguía ahí, palpitante, como un eco.

Terminó de abotonarse la camisa y se miró en el espejo. "No es tu problema", se dijo a sí mismo, aunque sentía que, de alguna manera, sí lo era. Un mensaje llamó su atención.

Neita: "Fran, vine a comprar un par de cosas y ando cerca de ti. ¿Y si llego contigo para llegar juntos con el Mauri? :D"

La idea de que Nea llegara a su departamento le trajo una mezcla de alivio y emoción. Recordó cómo en su época de adolescentes, ella llegaba a su casa a alistarse antes de algún carrete. Siempre llegaba con los mismos tubos en el cabello que usaba su madre, un truco de peinado que nunca fallaba en sacarles una carcajada a él y a su hermano.

Francis sonrió al recordar aquellos momentos: Nea y él en su cuarto, rodeados de productos de belleza, intentando deshacerse de los tubos mientras ella se maquillaba e improvisaba una coreografía de alguna canción de Mecano.

La imagen de ella, riendo con su cabello desordenado y un brillo especial en sus ojos, lo llenó de una calidez en su pecho, que le resultaba cada vez más familiar. Había algo reconfortante en la idea de que Nea continuara siendo parte de su vida, no como amiga, sino como...

Como...

Ehh...

¿Cómo qué? No quería admitirlo, pero esa pregunta llevaba semanas rondando por su mente.

No podía negar que, en más de una ocasión, la había imaginado en su vida de otra manera. Como algo más que su mejor amiga. Y eso lo inquietaba. Porque Nea era Nea, la persona que había estado a su lado desde siempre, y la posibilidad de arruinar lo que tenían le aterrorizaba. ¿Qué pasaría si intentaba algo y no resultaba? ¿Y si ella no sentía lo mismo?

Hoy te obligaré - Francis DuránDonde viven las historias. Descúbrelo ahora