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2 mensajes nuevos de: Francis

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Francis: 📷 Foto

Francis: Chatos después de la prueba de sonido x_x

Nea rió al mirar la foto de Francis y Álvaro haciendo cara de disgusto, mientras se preparaban para una de las miles de entrevistas que tendrían ese día. Estaba tan concentrada en el mensaje de Francis que casi saltó cuando escuchó una voz a su lado.

—Nea—la voz de Millaray la sobresaltó.

—¡Milla! —rió— disculpa, me asustaste. ¿Qué haces aquí? Pensé que habías acompañado a los cabros a la prueba de sonido.

—Lo pensé, pero ni loca me levantaba a las siete de la mañana, menos con este frío—contestó Millaray, mientras se acomodaba en la silla frente a ella para disfrutar el almuerzo que el hotel tenía preparado.

—¿Tienes planes para hoy? —preguntó Millaray, observándola con una sonrisa curiosa.

—Probablemente no haga nada—respondió Nea encogiéndose de hombros—. Guardaré todas mis fuerzas para el concierto... y más si a estos cabros se les ocurre salir después.

—Eso suena a que tienes compañía especial en mente—dijo Millaray con una sonrisa pícara, mirándola de reojo—. ¿O estoy equivocada?

Nea rodó los ojos y fingió indiferencia, aunque una leve sonrisa la traicionó.

—Anda, deja de imaginar cosas, Milla. Solo estoy aquí apoyando a los amigos.

Millaray la miró con una sonrisa pícara.

—Claro, claro... pero no estaría mal que uno de esos amigos fuera más que eso, ¿no?

Nea no pudo evitar sonrojarse un poco y decidió centrarse en su plato, esperando que Millaray dejara el tema, aunque sabía que no sería tan fácil.

—Solo digo, que si hubiera sido cualquier amigo, no habrías dejado lo que estabas haciendo para subirte al primer vuelo a Santiago que encontraste.

—Los cinco son mis amigos—dijo, tratando de sonar convencida—. No solo vengo a ver a Francis. También vengo a ver a Mauri, Álvaro, Gonza, Mauro. Yo sé lo mucho que se han esforzado, y verlos hacer algo así es increíble para ellos.

Millaray sonrió con un brillo divertido en los ojos.

—Los cuatro son tus amigos, eso no lo discuto—dijo, inclinándose hacia ella—. Pero tú, amiga mía, estás enamorada de ese hombre.

Nea se sonrojó de inmediato, bajando la mirada a su taza.

—Milla, ya, no inventes...

—Ah, no, no te hagas—insistió Millaray, divertida—. Te brillan los ojos cuando hablas de él, y cada vez que están juntos, veo esa sonrisa tuya. A mí no me engañas, Nea.

Hoy te obligaré - Francis DuránDonde viven las historias. Descúbrelo ahora