Inmortalizar

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Me preguntan por qué plasmo mis recuerdos en la memoria del móvil, teniendo un millón de fotos y vídeos. ¿Por qué esta obsesión por capturar el atardecer, el mar, la brisa, las risas y las tonterías de mis amigos? La respuesta es simple: creo que la tecnología puede ser un refugio para lo efímero, un medio para dar vida a lo que, de otro modo, se desvanecería en la neblina del olvido.

Acepto, sin reparos, que es una obsesión, pero una obsesión de las buenas. Trato de mantener físico y visual todo aquello que se queda en nuestra mente, esos destellos de felicidad que, si no se comparten, se convierten en ecos lejanos. La memoria, a menudo caprichosa y selectiva, no siempre nos permite revivir los momentos como realmente fueron. Por eso, me aferro a mi dispositivo, como quien guarda un tesoro.

Porque qué malo es que la memoria no se pueda compartir. Tantos recuerdos, risas y momentos tan buenos que hemos tenido, y que no pueden ser visualizados. Cada imagen es un puente hacia el pasado, una forma de volver a sentir lo vivido. No todos imaginamos igual; cada uno tiene su propia narrativa. Por eso, es mejor visualizar todo lo bonito que nos pasa a través de la pantalla del celular.

Así, traigo recuerdos a la vida. En cada foto hay un suspiro, una historia, un instante que merece ser eternizado. Y aunque el tiempo siga su curso implacable, en mi memoria digital esos momentos brillarán con la misma intensidad con la que fueron creados. Porque al final del día, lo que realmente importa son las memorias compartidas, los instantes que nos hacen sonreír y los lazos que tejemos en el camino.

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⏰ Última actualización: Sep 27 ⏰

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