Crecer? Para que?

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¿Por qué queremos crecer? Quizás porque el horizonte nos llama con su promesa de aventuras y descubrimientos, como un faro que brilla en la lejanía.
En nuestra infancia, la inocencia se despliega como un manto suave, donde cada rayo de sol es una caricia y cada sombra, un misterio por desvelar. Es un tiempo donde los sueños son tan grandes como el cielo y las risas resuenan como campanas en el aire fresco de la mañana.

Sin embargo, a medida que los días se deslizan, la vida nos susurra al oído que hay más allá de aquel edén. Queremos crecer porque anhelamos entender, explorar y, sobre todo, sentir el ardor de la experiencia. Pero en esa búsqueda, a menudo olvidamos la belleza de lo simple: el sabor del helado en un día caluroso, el abrazo de una madre al caer la tarde, la risa compartida entre amigos en un rincón del parque.

La inocencia es tan bella, como un cuadro pintado con los colores más vivos. Nos regala momentos de pura alegría, donde la imaginación vuela sin límites y el mundo es un lienzo en blanco. Pero crecer, con su carga de realidades y responsabilidades, puede tornarse un viaje solitario si no llevamos con nosotros esos destellos de luz que nos enseñaron a soñar.

Quizás crecer no sea solo dejar atrás lo que fuimos, sino aprender a llevar con nosotros esa chispa infantil. Recordar que en cada paso hacia adelante, podemos encontrar la belleza en lo cotidiano y la magia en lo inesperado. Así, entre risas y lágrimas, entre sueños y desilusiones, seguimos buscando ese equilibrio entre el niño que fuimos y el adulto que aspiramos a ser. Porque al final, crecer no significa olvidar; significa recordar siempre la belleza de ser inocente.

Pd : Canción que deberías escuchar :Never grow up Taylor Swift

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