La lluvia

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Vaya, el momento lo amedita. Hablemos de la lluvia, que nos hace sentir su sonido, que nos hace recordar. Ese suave golpeteo sobre los techos y las ventanas es como un canto antiguo que despierta en nosotros ecos de memorias olvidadas. La lluvia es hermosa; para algunos, es molesta y simplemente no necesaria, pero como todo en este mundo, se complementa. Ella, tan simple en su existencia, es más necesaria de lo que creemos.

La lluvia nos ofrece un respiro, un paréntesis en la rutina frenética. Cada gota es un susurro que acaricia la tierra, un abrazo a las flores que despiertan de su letargo. Es el agua que nutre la vida, que transforma lo gris en un lienzo vibrante de verdes y colores. Nos recuerda que la belleza puede surgir incluso en los días más nublados, y que la tristeza puede ser un preludio de renacimiento.

Sinceramente, amo que todo en la naturaleza sea simple. Desde los animales hasta los fenómenos, todo vive sin las etiquetas que nosotros, los humanos, tan a menudo imponemos. No hay distinción en el canto del pájaro ni en el murmullo del viento; todo se entrelaza en una danza perfecta y armoniosa. Sin embargo, a veces arruinamos lo hermoso y simple que puede ser ver la lluvia caer. Nos aferramos a la idea de que un día nublado debe ser un día perdido, cuando en realidad es una oportunidad para contemplar la magia escondida en cada charco.

Por eso, amo a las personas que valoran cada detalle, que encuentran belleza en lo cotidiano y aprecian lo bueno y bonito de la vida. Ellos saben que no hay mal día si se mira con el corazón abierto; saben que incluso la lluvia puede ser un canto a la esperanza, una promesa de renovación y un recordatorio de que, tras cada tormenta, siempre llega el sol.

Lenguaje Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora