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Muerte, sangre y traición. Ese es mi nuevo mundo. Lucino no tenía a sus padres. Ellos habían fallecido, primero su madre lo abandonó en el orfanato y luego su padre asesinado. Luciano solo tiene la mafia, sus hombres y Adrián Petrov .

Luciano Salvatore es un lobo solitario, por ello lo espío solo entrar en casa. Esta vez deja caer sus llaves y camina con esos movimientos felinos hacia el bar sirviéndose licor ámbar, no estoy lista para su explosión de poder. Un fuerte estruendo seguido de un grito de frustración, la puerta principal es abierta por Adrián manchado de sangre. Se detiene en seco, solo mira a Don, guardando una distancia prudente.

Don acorta los pasos tomando a Adrián del cuello y este último no mueve un solo músculo, está allí, de pie, dejándolo apoderarse de su cuerpo, una clara amenaza de terminar su vida.

-Es mi hermana , Luciano. Juliette es mi familia.

-¡La única razón por la cual vive! ¿Creíste que la mataría? ¡Es familia!

-Haz lo que tengas que hacer.

-Asesinarla no remedia una mierda.

Don finalmente retrocede, dejando la garganta de Adrián. Armándome de un valor inexistente camino fuera del balcón, saliendo de mi protección hacia el hombre capaz de matarme sin dudar. Luciano paepadea mirándome, mientras Adrian aleja su mirada. Don tiene los nudillos cubiertos de sangre, destrozados. Claramente acaba de tener algún tipo de intercambio a mano y según entiendo, ha sido con la hermana de Adrián.

-Estaba en el balcón, no podía dormir -digo entre neblinas y sombras del pasado. Mi voz se ha enronquecido de un aura oscura, de una época de mucho dolor y del temor a volver a ser víctima de aquello. Es como si un caleidoscopio de recuerdos apabullantes me sacudiera, todos y cada uno a la vez. La sangre, el dolor, las heridas, el terror, el miedo, lo frágil y la basura de vida con ella y cómo terminé en brazos de un pedófilo. Todo colisiona en un montículo de rabia en mi pecho.

-Valeska ... -Su voz llamándome, suplicante, ocasiona un poco de calor en mí, entonces me atrevo a levantar la vista a sus fanales azules. Tormenta, dolor, rabia, peligro y desconcierto brillan en ellos.

-Sube a tu habitación...

-Estás herido -corto antes de escuchar su orden-. Adrián, ¿podrías dejarnos solos? Don claramente necesita descansar.

Adrián, quien difícilmente habla parpadea mirando a Luciano, buscando la orden directa del jefe de jefes. Este asiente enviándolo fuera del ático. Luciano intenta acercarse y, yo, presa del pánico, retrocedo. Sus azuladas tormentas registran el movimiento. Luciano es la clase de persona de detalles, puede estar mirando tus ojos, pero también, incluso es capaz de absorber cada mínimo detalle a su alrededor.

Eso es tan idéntico a Tomas Williams. Estoy tentada a avanzar, abrazarlo y decirle que nunca podría temerle, los recuerdos son más fuertes que las palabras, ellos siempre han arrancado todo en mi interior. Son pesadillas vívidas. Quiero saber, quiero descifrar en mi interior si le temo a este hombre. Creo que no, solo temo repetir todo lo que ya he vivido y convertirme en una víctima. Ha sido suficiente para mí con todo el pasado, ese hombre del bar. Como para, ahora, caer en la ira de Luciano. Supongo que una parte de mí -como siempre, dividida- sabe que Luciano nunca me lastimaría, no de ese modo físico; pero la otra parte, desconfiada, está gritando que huya, me esconda de cualquier bestia que quiera dominarme. Retrocede hasta casi llegar a la mesa redonda con el arreglo de cerezos. Una risa burlona llega, es antinatural y siniestra. La clase de risa irónica que te pone a temblar.

-Lárgate, Valeska. Estoy cansado de ver esa puta mirada en tus ojos.

Cumplo su orden sin decir una palabra. Llegando a la escalera escucho otro golpe seco y un gruñido casi animal me asusta. Debería buscar la seguridad de mi habitación y tomar distancia, no sé por qué estoy girando en dirección al gruñido.

Una Mujer En La Mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora