| Querido Diario | XI

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21 de Abril.

De Tacas y reconciliaciones.

Pov: María Corina.

Hacia ya tres meses que no tenía noticias de Amanda, desde aquella acalorada noche en Táchira se había desaparecido por completo, había dado de baja su gira por el país, su celular había pedido cobertura pero manager daba fé que seguía con vida.

Hasta esa mañana, sumida en papeles y reuniones en mi oficina, apareció, como una imágen gloriosa, y a la vez, llenándome una inconfundible rabia.

Había ignorado su presencia por una hora, había despreciado sus flores, y con el mayor de los esfuerzos de mi ser, había hecho caso omiso a sus intentos de seducción.

Porque, aunque sentía mi coño llorar de añoranza bajo la presión seductora de Amanda, ella debía ganarse un poco más mi corazón y por lo menos, darme una mínima explicación de su desapariciones.

-. ¿Y está se supone que es tu idea de reconciliación? -, pregunté ignorante, observando como detenía el auto en las calles de las Mercedes alrededor de las tascas.

-. Si tan solo dejaras de quejarte fuera de una cama serías perfecta -, respondió de la misma forma que yo había hablado.

-. Hace mucho no vengo a una -, decidí darme una oportunidad, no a ella, sino a mi falta de diversión.

-. ¿Por qué?

-. Tengo una imágen de cuidar -, y era lógico, debía cuidar la imagen intachable de la candidata a la presidencia, y por sobre todo, de esposa fiel.

La risita de Amanda me sacó de mis cabales, la conocía y sabía que con ella las cosas no irían en rumbo a cuidar de mi dignidad, ni de la suya.

-. Aquí -, demandó, dirigiéndose a la mesa justo frente a la salida, la tasca, debido al horario se encontraba realmente vacía.

-. ¿Por qué aquí? -, pregunté extrañada,que estuviera frente a la salida y justo frente a la barra no me daba buena espina.

-. Cálmate. A veces parece que duras meses sin sexo -, reclamó, reí, pues ella sabía que no era mi única amante -. Necesitas mejores suplentes a mi ausencia -, se echó porras así misma, y no podía negar que Amanda era de mis mejores sexos ocasionales.

-. A ti como que se te va mucho la lengua y no para lugares útiles -, se senté a su lado, no queriendo crear una distancia física entre nosotras. Suficiente tenía con los meses distante.

-. Tranquila. Que ya la usaré para hacerle crecer un poco más los cuernos a tu marido -, rio con picardía, y es que aunque no estaba nada orgullosa de los cuernos que portaba mi marido con orgullo y gloria en ignorancia, tampoco me arrepentía del mundo orgásmico que tenía en mi vida.

Las horas fueron pasando, así como las cervezas por la mesa, y un par de toques furtivos entre nosotras.

-. Voy al baño -, informe por segunda vez en toda la tarde, ya estaba mareada, acalorada y con los pensamientos nublados.

Refresque un poco mi rostro, aclarandome mentalmente que en ese lugar estaba prohibido un arrebatado de lujuria a los que poco a poco me estaba acostumbrado.

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