| Querido Diario| XV

75 6 6
                                    

13 de Mayo.

La hacienda y sus historias.

Pov. María Corina.

-. Gerardo, mi amor. Insisto, no es necesario tu asistencia -, ya había perdido la cuenta de las veces que casi le había suplicado quedar en casa y él, a cambio, ya había finalizado con éxito su maleta ahora sobre la cama -. Es un viaje muy cansado, cielo -, intentar camuflar mis nervios en preocupación no estaba funcionando del todo.

Y es que no sabía cómo guardar a Gerardo en el closet hasta regresar de Barinas. La sola idea de él y Katherin en un mismo lugar me ponía de nervios.

-. Tranquila. Todo va a estar bien. Estoy viejo pero aún aguanto -, se rio, y me reí. No estaba nada feliz que él fuera conmigo a ese viaje -. Será un buen viaje. Estaremos todos juntos, los muchachos, nosotros y esa familia a la que tanta estima le tienes. Será maravilloso, vida -, el ojo comenzaba a temblarme.

Maldita Katherin y su invitación familiar. Sabía que victoria y Roberto no tenían nada que ver con la idea descabellada de invitarme a mi y a mi familia a una reunión de negocios.

-. Mamá está bien si quieres ir sola, no es necesario que vayamos si se trata de negocios -, mi hija, como siempre siendo mi mayor alida.

-. Si va Gerardo, no veo el porque ustedes no puedan ir -, respondí resignada a que serían días duros e incómodos -. Vamos que ya es tarde -, salí de la habitación como un rayo, molesta con Gerardo y su necedad, molesta con Katherin y su cabeza loca, molesta conmigo misma porque aún cuando me encontraba en una situación de riego no paraba de pensar en como nuestro ultimo encuentro termino en un estrenar un juegue del tamaño de mi brazo y en como mis hormonas descontroladas solo deseaban más.

Evité tener contacto con Gerardo durante el viaje, concentradome en mis hijos, en la carretera y en Ana Corina que discutía seriamente sobre un proyecto que nos ayudaría muchísimo en la llegada a la hacienda.

-. Mi amor, es innecesario esa estructura. Debes colocar un soporte y facilitará todo -, apunté, maravillada del increíble talento de mi hija.

-. Pero estorbara el paso -, refutó molesta. Hastiada del viaje, la bulla, el trabajo y quizás, hasta de mi misma.

-. Deja eso un poco. Ya luego verás que es más importante el soporte a la entrada libre. El todo caso, el soporte lo puedes hacer escultura y no meramente orgánico -, cerro la laptop, faltaba muy poco para llegar a la hacienda.

-. ¿Todo bien? -, Gerardo, como siempre atentó y cariñoso. Sonreí, quitando disimuladamente su mano de mi muslo, entrelazando sus dedos a los míos.

-. Cansada -, respondí, evadiendo sus acercamientos.

La llegada a la hacienda no se podía retrasar más, y aunque, quería llegar, al momento que abrieron mi puerta simplemente quería dar vuelta, y marcharme a Caracas en un cometa.

-. Bienvenida, señora -, Katherin, con su mejor sonrisa detenía mia puerta, sin apartar sus ojos de los míos -. De nuevo... -, aquello termino de sacarme de mi misma, aquel encuentro estaba completamente planeado por ella, y eso lo delataba su vestimenta.

-. Gracias -, tome su mano y baje del carro, quedando a muy escasos centímetros de su cuerpo, sintiendo el roce de sus senos sobre los míos -. Eres una loca -, susurré, dejando un casto beso en su mejilla.

-. Estás hermosa -, respondió, alejándose de mi y colocar sus ojos en mi hija -. Es igualita a usted -, sonrió, acercándose a Ana Corina con una sonrisa de dobles intenciones.

Querido Diario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora