CAPITULO 5

195 22 4
                                    


El aire en la librería estaba cargado con el aroma de feromonas, sudor y el amor que fluía entre ellos. Los cuerpos de Crowley y Aziraphale seguían enredados en una danza de pasión, con sus movimientos sincronizados en una mezcla de placer y devoción. Crowley estaba profundamente dentro de Aziraphale, y cada empuje parecía acercarlos más, no solo en lo físico, sino en alma, como si con cada contacto estuvieran sellando algo que había tardado milenios en concretarse.

__Eres mío... siempre lo has sido.__susurraba Crowley, su voz ronca cargada de deseo y ternura. Sus manos seguían acariciando el cuerpo de Aziraphale con una reverencia que contrastaba con el acto carnal que compartían.

Aziraphale, entre gemidos y suspiros, dejó que su cabeza cayera hacia atrás, abrumado por las sensaciones. Las lágrimas caían de sus ojos, no por el dolor, sino por la intensidad de lo que sentía. Crowley, su alfa, su compañero, lo amaba tanto como él lo amaba a él, y por primera vez en mucho tiempo, ya no había barreras entre ellos.

Pero, mientras se perdían en su éxtasis, un frío repentino invadió la habitación, como si una presencia ominosa hubiera entrado sin ser invitada. Crowley, siempre alerta, lo sintió de inmediato. Su cuerpo se tensó, deteniendo el movimiento por un instante, sus instintos demoníacos avisándole que algo no estaba bien.

__¿Qué es eso? preguntó Aziraphale, sintiendo también el cambio en el ambiente. La calidez que los envolvía comenzó a desvanecerse, reemplazada por una sensación de inquietud.

Crowley se separó de su omega, aunque no con desgana, sino con preocupación. Miró alrededor de la habitación, sus ojos dorados brillando con una mezcla de furia y alerta. No había nadie allí, pero la energía era inconfundible. Era una presencia que conocía muy bien. Una que no podía ignorar.

__Maldita sea... no ahora, gruñó entre dientes.

Antes de que pudieran siquiera vestirse, un destello de luz cegadora llenó la habitación, obligando a Crowley a apartar la vista momentáneamente. Aziraphale, aunque también afectado, supo de inmediato lo que significaba esa luz. Su corazón se hundió en su pecho, y una ola de desesperación lo recorrió.

Cuando la luz se desvaneció, frente a ellos, en medio de la librería, apareció la figura imponente de un ángel. Su porte era majestuoso, pero su rostro estaba marcado por una dureza que anunciaba problemas. Su armadura celestial brillaba como si estuviera forjada en el mismo fuego de las estrellas, y sus alas, blancas y puras, se desplegaron con una fuerza intimidante.

__Gabriel, murmuró Aziraphale, reconociendo de inmediato al Arcángel Supremo. Su voz temblaba ligeramente, no de miedo, sino de resignación.

El arcángel no perdió tiempo en hablar, su mirada severa se clavó en ambos, pero especialmente en Crowley, como si fuera una plaga que necesitaba ser erradicada.

__¿Qué crees que estás haciendo, Aziraphale?, tronó Gabriel, su voz reverberando en el espacio con la autoridad de los cielos. Un acto tan impuro, tan contrario a las leyes divinas... y con un demonio, ni más ni menos. ¿Has perdido la razón?

Aziraphale, aún desnudo y vulnerable, se levantó lentamente, colocando su cuerpo entre Crowley y Gabriel, como si quisiera protegerlo.

Esto no es lo que crees, Gabriel, comenzó Aziraphale, su voz llena de dignidad, aunque en su interior temía lo que vendría a continuación. Crowley y yo...

Crowley y tú nada, interrumpió Gabriel, su rostro endureciéndose aún más. Has mancillado tu lugar en el cielo. Las consecuencias serán graves. No solo para ti, sino también para...

Antes de que pudiera terminar, Crowley, que había estado observando en silencio con una mirada oscura, dio un paso adelante.

Ni lo pienses, siseó, sus ojos de serpiente brillando peligrosamente. Si te atreves a tocarlo, o a condenarlo por esto, juro por todas las estrellas que alguna vez creé que te haré arrepentirte, Gabriel. No soy el mismo demonio de antes.

El arcángel rió con desprecio, como si las palabras de Crowley fueran insignificantes.

¿Tú? ¿Amenazándome?, su tono era burlón. Eres un demonio, Crowley. Un ser caído. No tienes lugar ni en este mundo ni en el cielo. No entiendes la magnitud de lo que has hecho aquí.

Crowley abrió la boca para replicar, pero Aziraphale lo detuvo con una mano suave en su pecho. Se adelantó, acercándose más a Gabriel, aunque el temor aún lo recorría.

Gabriel, dijo con voz firme, sé que esto es... contrario a lo que el Cielo dictó. Pero Crowley y yo... estamos destinados a estar juntos. No puedes separarnos, no cuando...

¡BASTA!, gritó Gabriel, su furia desbordándose. No permitiré que un ángel caiga tan bajo como tú lo has hecho. Las reglas del cielo son claras. Y ahora, deberás enfrentar las consecuencias.

Con un movimiento de su mano, una cadena de luz dorada comenzó a formarse alrededor de Aziraphale, envolviéndolo. El ángel sintió cómo su cuerpo se tensaba, incapaz de moverse. Crowley gritó su nombre, intentando liberarlo, pero cada vez que sus manos tocaban las cadenas, una descarga de energía lo empujaba hacia atrás.

¡Déjalo ir!, rugió Crowley, desesperado.

Debes aprender, dijo Gabriel, con una calma peligrosa. Este es el precio por desafiar el orden divino.

Aziraphale, sintiendo el poder de la cadena apretarse alrededor de él, miró a Crowley con ojos llenos de amor y dolor.

Lo siento..., susurró, mientras la luz lo rodeaba más intensamente, comenzando a desvanecerse.

No..., Crowley cayó de rodillas, viendo impotente cómo su amado era arrebatado. Angel...

En cuestión de segundos, Aziraphale desapareció, dejando solo el eco de su presencia en la habitación, y Crowley, completamente devastado.

Gabriel lo miró una última vez, con una frialdad que helaba el alma.

Este es solo el principio, advirtió antes de desvanecerse también, dejando a Crowley solo en medio del caos emocional que acababa de desatarse.

"Celo Angelical"  ♡Aziracrow||Omegaverse♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora