Crowley emergió de la oscuridad con una determinación implacable.
El Abismo de las Almas Caídas no era un lugar que cualquiera pudiera encontrar, ni siquiera un demonio con sus habilidades. Era una región intermedia, un limbo donde ni el Cielo ni el Infierno tenían total control. Aziraphale estaba atrapado en algún lugar allí, vulnerable y solo.
Mientras avanzaba por el plano interdimensional, Crowley podía sentir cómo las energías fluctuaban a su alrededor, distorsionando la realidad. El aire se volvía espeso, casi tangible, y los susurros de almas perdidas resonaban en sus oídos. Pero no tenía tiempo para detenerse a escucharlos. Cada segundo era crucial. El demonio podía sentir el lazo invisible que lo conectaba a Aziraphale, una sensación que había reprimido durante siglos pero que ahora era su única brújula.
Finalmente, frente a él apareció un portal oscuro, flotando en el vacío. Crowley reconoció la textura nebulosa del Abismo. Sin dudarlo, cruzó la entrada y, de inmediato, el entorno cambió. Estaba en un paisaje surrealista, un vacío infinito marcado por grietas en el suelo, donde sombras informes y seres etéreos flotaban sin rumbo.
A lo lejos, pudo ver una estructura imponente: una torre negra, rodeada por corrientes de energía luminosa que parecían encadenarla. El corazón del Abismo. Si Gabriel estaba siguiendo algún tipo de protocolo celestial para castigar a Aziraphale, seguramente lo habría llevado allí. __La Torre del Juicio__, pensó Crowley. Un lugar donde las almas eran retenidas antes de ser juzgadas. No le quedaba mucho tiempo.
Se acercó con rapidez, su figura deslizándose entre las sombras. A medida que avanzaba, una presencia conocida lo detuvo momentáneamente.
Sentía la esencia de Gabriel en el aire, su poder angelical resonando en el espacio circundante. El arcángel estaba cerca.
Al llegar a la torre, dos figuras angélicas con alas blancas, guardianes, bloquearon su paso.
__Este lugar no está destinado a demonios, Crowley__, dijo uno de ellos, su voz neutral pero cargada de autoridad.
Crowley entrecerró los ojos, sintiendo cómo la furia bullía bajo su piel.
__No he venido por sus bendiciones,__, siseó, su lengua bifurcada asomando levemente. __He venido por lo que es mío.__
Los ángeles intercambiaron una mirada rápida, pero uno de ellos pareció suavizar su expresión. __Crowley...__, comenzó, __Aziraphale está aquí por su propio bien. El Cielo lo juzgará, pero aún puede ser salvado si demuestra arrepentimiento.__
Crowley soltó una carcajada amarga. __¿Arrepentimiento?__, repitió con burla. __¿Por qué? ¿Por amar a alguien como yo? No... No lo dejaré aquí a merced de sus juicios hipócritas.__
Sin más advertencia, Crowley levantó una mano, liberando un pulso de energía oscura que hizo retroceder a los ángeles, sorprendidos por la fuerza de su ataque. Los guardianes cayeron al suelo, incapaces de detener la furia del demonio, quien avanzó hacia la torre con pasos rápidos, decidido a encontrar a Aziraphale.
Al llegar a la entrada, Crowley sintió la poderosa barrera celestial que protegía el interior. Gabriel lo estaba esperando. Tomó aire profundamente y chasqueó los dedos, destrozando la barrera con un destello de pura energía demoníaca. No podía permitirse más demoras.
Dentro de la torre, la atmósfera era densa y sofocante. En el centro, encadenado por haces de luz divina, estaba Aziraphale, flotando en el aire, con los ojos cerrados y su rostro marcado por la tristeza. Su cuerpo brillaba tenuemente, como si su propia esencia estuviera siendo drenada. Alrededor de él, varias figuras celestiales observaban en silencio, entre ellas, Gabriel.
__Crowley,__ dijo Gabriel, su tono solemne, aunque una pizca de sorpresa se filtraba en su voz. __No deberías estar aquí. Esto es un asunto del Cielo, algo que ya no te concierne.__
Crowley lo fulminó con la mirada, su rabia contenida apenas por su amor por Aziraphale. __Voy a decir esto solo una vez, Gabriel. Suelta a Aziraphale o lo lamentarás. No soy el mismo demonio que ustedes creen conocer.__
El arcángel dio un paso hacia adelante, sus ojos brillando con una fría resolución. __Aziraphale ha roto las leyes divinas, Crowley. Se dejó llevar por sus impulsos más bajos, por el deseo... algo impensable para un ser de luz. Él debe enfrentar el juicio.__
Crowley apretó los puños, sintiendo la furia burbujear en su interior. __Lo único que ha hecho Aziraphale es amar. Algo que ustedes, ángeles arrogantes, no pueden entender.__
Gabriel esbozó una sonrisa tensa. __No entiendes, Crowley. El amor entre un alfa y su omega está destinado a mantener el equilibrio entre nuestras naturalezas. Pero lo que ustedes dos tienen es una aberración. El Cielo no permitirá que esto continúe.__
Crowley no pudo contenerse más. Con un chasquido de dedos, desató un torrente de oscuridad que atravesó la sala, chocando contra las barreras divinas que sostenían a Aziraphale. Gabriel retrocedió, sorprendido por la magnitud del poder del demonio. Crowley había sido subestimado durante demasiado tiempo.
__¡No más!__, gritó Crowley, liberando más de su energía, dejando ver sus filosos ojos de serpiente brillando con furia, mientras avanzaba hacia Aziraphale. __Este juicio es una farsa, una mentira para ocultar su miedo. Miedo a que el Cielo y el Infierno no sean tan diferentes después de todo.__
La luz alrededor de Aziraphale empezó a desmoronarse, las cadenas de energía celestial cediendo ante la fuerza oscura de Crowley. Los otros ángeles intentaron intervenir, pero Gabriel levantó una mano, deteniéndolos. Su expresión era de preocupación, pero también de curiosidad.
__¿Qué estás dispuesto a sacrificar, Crowley?__, preguntó Gabriel, con los ojos entrecerrados.
Crowley, sin vacilar, llegó hasta Aziraphale, envolviéndolo en sus brazos. El ángel, debilitado, abrió los ojos con esfuerzo, su mirada llena de amor y dolor.
__Crowley...,__, susurró, su voz quebrada. __No debiste...__
__No podía dejarte aquí, ángel__, respondió Crowley, suavizando su tono. __Tú eres mi omega, y yo soy tu alfa. No hay poder en el Cielo o en el Infierno que cambie eso.__
Gabriel observó la escena en silencio, mientras los ángeles a su alrededor murmuraban inquietos. Crowley, con Aziraphale seguro en sus brazos, giró para enfrentarlos.
__No importa lo que intenten hacer. No importa cuántas leyes rompa. Voy a luchar por él. Siempre.__
Con un último gesto de desafío, Crowley dio un paso atrás, y en un destello oscuro, desapareció junto a Aziraphale, llevándoselo de regreso al mundo que conocían, lejos del juicio celestial y de los crueles ojos de Gabriel.
cosa que el mismisimo Arcangel no pudo evitar formar una sonrisa malisiosa.
__ Espero digas lo mismo cuando se trate de Aziraphale, quien este en tu contra , Crowley.
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"Celo Angelical" ♡Aziracrow||Omegaverse♡
FanfictionEn un mundo donde el cielo y en el infierno solo alfas y betas existen, Siendo Aziraphale el único Omega de toda la existencia. ¿Qué es lo que el Todopoderoso tiene pensado? ¿Podrán estar juntos? ✨ Omegaverse ✨ Aziracrow