*CAPITULO 10*

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**MATTIA FERRETI** 
Vi al chico obedecer la orden de inmediato, agarró su teléfono y hizo una llamada.

—¿En qué parte del panteón estás? 
—Estoy bajo el árbol frutal. 
—¿Ya terminaste? 
—Sí, solo falta el cuerpo. 
—Ok, allá voy.

... 

—Aquí están los cuerpos. 
—¡Ey! Pero solo me hablaron de uno, ¿por qué hay dos? No me pagaron dos tumbas. 
—Tranquilo, mételo juntos y ya. 
—Bueno, ok. 
—Bien, ya me voy. Tengo que ir a festejar con el jefe, toma el resto del dinero acordado. Adiós. 
—Ok, adiós, yo me encargo.

---

**YEFRI** 
Cuando se marcharon, me detuve a ver los cuerpos por un momento y me percaté de que el rostro de ese hombre me era conocido. ¡Oh, por Dios! ¡Es el señor Mattia! Mi señor Mattia... ¿Cómo terminó así? Nunca hubiera imaginado este fin para él, que yo sería quien iba a cavar su tumba. Qué irónica es la vida, mi señor Mattia. 
Cuando sostuve su cuerpo para ponerlo en la tumba, me di cuenta de que aún respiraba. Entonces escuché su voz.

—A... ayúdame rápido. 
Toqué a la chica para saber si también estaba viva, pero luego vi que tenía un disparo en la cabeza. Así que sostuve el cuerpo de Mattia y lo introduje en mi auto.

—Señor Mattia, tranquilo, ¡aguante! Lo llevaré al hospital. 
—N... no. 
—Pero, señor, está muy mal herido, déjeme llevarlo. Está perdiendo mucha sangre. 
—Dije que no, Yefri... llévame a mi casa. 
—Está bien, como usted diga, mi señor.

Lo llevé lo más rápido que pude a su casa. Afuera estaba el ama de llaves, se veía preocupada, así que salí y le dije:

—Ayúdeme, aquí en mi auto tengo al señor Mattia muy mal herido.

La señora se acercó y, al ver su condición, puso sus manos en su boca, tapando lo exaltada que quedó. Quiso salir a pedir ayuda, pero Mattia la detuvo llamándola.

—Se... señora Grace, no quiero que busque a nadie más, no quiero que nadie sepa de esto, ni siquiera Anneta. Ayúdelo a llevarme al sótano sin que nadie nos vea. 
—Está bien, mi señor.

Lo tomamos y lo llevamos hasta un cuarto en el sótano.

—Señora Grace, llame a mi médico personal, explíquele mi situación, dígale que venga de inmediato y que venga solo. Que nadie más se entere, que se comunique conmigo.

La señora no contestó. Dio unos pasos lejos de nosotros y agarró el teléfono que tenía en el bolsillo del delantal. Marcó, dijo unas cuantas palabras que no escuché y se acercó a nosotros nuevamente. Se veía muy nerviosa, miraba a Mattia buscando sus heridas.

... 
Cuando el doctor llegó, ella se apresuró a comentarle:

—Dr. Francesco, qué bueno que llegó. Ayude a mi señor, ha perdido mucha sangre, se desmayó. 
—Claro, pero necesitaré una de mis enfermeras para esto. 
—No, el señor Mattia fue claro con la discreción. Yo estoy capacitada para esto, lo ayudaré. 
—Ok, busque en la heladera el tipo de sangre de Mattia.

La señora se apresuró y hizo lo que el doctor le mandó. Yo solo estaba ahí parado mirando todo lo acontecido. El doctor empezó sin pausas a hacer su trabajo, y vaya que sentí que pasó un día completo mientras lo hacía.

—¡Bien! Nos tomó mucho tiempo, pero pudimos salvarle la vida al señor Mattia. 
—Doctor, ¿cree que mi señor estará bien? 
—Sí, no se preocupe. Estará inconsciente unas horas o días tal vez, porque perdió mucha sangre, pero gracias a Dios llegué a tiempo. Ya tengo que retirarme. Sabes qué hacer; cuando despierte, dile que se comunique conmigo. 
—Está bien.

El doctor enseguida empacó sus valijas y se marchó. La señora me miró con una sonrisa tímida, pero a la vez de agradecimiento.

—¿Y usted quién es, joven? 
—Soy un conocido del señor. 
—Gracias por ayudarlo. Estoy segura de que mi señor se lo recompensará de gran manera. 
—No, tranquila, ya él lo hizo. Esto se lo debía —dije mientras lo miraba en la cama—. Tengo que irme, tengo trabajo pendiente, dígale al señor que vengo en cuanto termine.

De inmediato salí. Debía regresar al panteón, terminar mi trabajo y cubrir al señor Mattia. Espero que mejore.

Llegué y agradecí a Dios que no había nadie en los alrededores. Realmente, muy dentro de mí, tenía miedo de ser descubierto y más por ese tal Leoncio. No me daba buena espina, pero me pagó buen dinero, que realmente necesito. Debía buscar otro cuerpo y enterrarlo con la chica. Ya estaba por amanecer, así que la tomé y vi que estaba con heridas muy graves. Al parecer fue muy torturada. Me pregunto, ¿quién eras para el señor Mattia?

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**GRACE** 
Miraba al señor Mattia y sollozaba. ¿Qué habrá pasado? Mira cómo dejaron a mi querido Mattia. Aún no lo entiendo. ¿Y la señora Milena? ¿Dónde estará? Espero que Mattia despierte y se recupere pronto. Anneta solo lo tiene a él y está allá arriba preocupada mientras él lucha por su vida aquí abajo. Me hubiera gustado quedarme aquí hasta que el señor Mattia despierte, pero debía subir para no levantar sospechas.

Subí para ver a Anneta y vi la puerta de la habitación donde se quedaban los padres de la señora Milena abierta. Vi a la señorita Anneta y a la señora Rosa agarradas de las manos, sentadas en la cama. Escuché a la señorita Anneta hablar:

—Esté tranquila, señora Rosa, seguro Mattia fue por Milena. Ya verá que vendrá y la traerá sana y salva. 
—Sí, señorita, solo me asusta pensar que le pudo haber pasado algo a mi niña. Es mi única hija, no sé qué haría si le pasa algo.

No tuve el valor de entrar. Seguí mi camino hacia mi habitación y las dejé dándose apoyo. No debía decir nada a Anneta por más que quisiera; tenía que esperar a que el señor Mattia despierte.

POR ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora