*CAPITULO 11*

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MATTIA FERRETI
—¡Leoncio, déjala! ¡Ella no tiene que ver en mis asuntos!
-Llora, Mattia, llora —se burlaba Leoncio a carcajadas.
—¡No, por favor! Milena, despierta. Mi amor, despierta, no me dejes... te amo.
Desperté todo bañado en sudor, dándome cuenta de que estaba soñando. Miré a mi alrededor y vi a la señora Grace apoyada en mi cama. Estaba cubierto de vendas y con una transfusión en el brazo. De repente, los recuerdos de lo que había pasado me golpearon y grité mientras me golpeaba la cabeza.
-¡Ahhhh! Milena, mi amor, ino puede ser!
—¡Mi señor, tranquilícese! ¡Se va a abrir las heridas, por favor tranquilícese!
-La perdí, Grace, la perdí en mis narices y no pude hacer nada. —Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.
—Señor, tendré que ponerle un sedante si no se calma. Puede abrir sus heridas y desangrarse.

Grace introdujo una jeringa en la transfusión y poco a poco fui quedándome dormido.
GRACE
Cuando dejé al señor Mattia rendido nuevamente, me dirigí a la cocina. ¿Qué habrá pasado para que esté así? No quiero pensar lo peor. Mejor esperaré hasta que despierte más tranquilo y me explique lo sucedido.
En cuanto me aseguré de que todo en la mansión estaba en orden, volví al lado de mi señor. No podía descansar solo de pensar en la situación en la que se encontraba. Vi que empezó a moverse, ya despertando. Me acerqué, preparada, ya que no sabía cuál sería su reacción al despertar.
—¿Está bien, mi señor? —pregunté con voz suave.
-Sí, Grace.
—¡Qué alivio! —Suspiré y me senté frente a él, decidida a no titubear—. Mi señor, ¿dónde está la señorita Milena? Por favor, cuénteme qué pasó. ¿Por qué está tan mal herido?
—Grace... Milena está muerta. No pude salvarla. —Sus palabras salieron junto con lágrimas, algo que me sorprendió. No había visto a Mattia de esa manera desde la muerte de su padre.
—Pero... ¿cómo pasó? ¿Cómo llegó a estar en esas condiciones?
—Mientras estuve en la oficina, me llegó una caja. Dentro estaba el dedo de Milena, justo donde llevaba el anillo de compromiso que le regalé. También había una memoria con un video donde la torturaban. Me citaron en el panteón, me pidieron que fuera solo si la quería con vida. Grace, ni siquiera lo pensé.
Salí desesperado. Solo podía ver aquel video en mi mente... ella sufriendo. Me descontrolé. Fui un estúpido. Si tan solo no me hubiera dejado llevar por mis emociones, tal vez estaría viva... pero...
—Mi señor, por favor, tranquilícese.
—¿Dónde está mi hermana?
—Está con la señora Rosa, no se ha despegado ni un segundo. ¿Cómo les daremos la noticia a sus padres?
—¿Anneta aún no sabe que estoy aqui?
—No, hice todo con total discreción como me pidió.
—¡Bien! Aún no le diga nada. Esperaré a estar de pie para hablar con ellos.
—Sí, señor. Iré a la cocina a prepararle algo de comer. Ha estado casi tres días solo con suero.

PENSAMIENTOS DE MATTIA
¿Cómo es esto posible? ¿Cómo pude permitir que me arrebataran al amor de mi vida frente a mis ojos? Cerré los ojos dejando que las imágenes de Milena me consumieran. Cada risa, cada mirada… Se sentía como si mi pecho fuera a estallar ¿Estoy condenado a nunca ser feliz? ¡Estoy maldito! Recordé cómo vi la maldita escoria de Olivia en el video. La haré pedazos, como a todos los demás que participaron en esto. ¡Los mataré a todos! Mi amor, Milena... juro que te vengaré. Eras tan dulce, tenías el corazón más hermoso del mundo, mi amor. Te extraño... ¡Dios mío, Milena!
DÍA DE LA MUERTE DE MILENA
—¿Leoncio, ya acabaste con la chica?
—Sí, jajajaja. Me hubiera gustado que vieras la cara de Mattia cuando la maté.
—Yo quería ir, pero tú no me lo permitiste.
—Ay, Olivia. No te dejé asistir al glorioso final de mi venganza porque maté a Mattia.
—¿Qué? ¿Qué rayos estás diciéndome?
—Así como lo escuchas, Olivia. ¡Maté a
Mattia!
—¡¿Pero por qué?! ¡Ese no fue nuestro acuerdo! ¡Mataste al hombre que amo! Te ayudé a secuestrar a esa estúpida porque yo quería que él fuera mio, no para que lo mataras también, ¡carajo!

Leoncio la agarró del pelo y le susurró al oído:
—Escucha, estúpida. Mi objetivo principal era Mattia. Sabía que estabas enamorada de él, pero déjame decirte algo: a mí no me importan tus malditos sentimientos. ¡Perra traicionera! ¡Tomás, quítame a esta puta de mi vista!
—¡Me las pagarás, Leoncio, me las pagarás!
GRACE
—Mi señor, aquí le traigo el caldo que le preparé. Es bueno que coma algo liviano, ya que está delicado. No debería comer nada pesado por ahora.
—No quiero comer nada, Grace. No tengo hambre.
—Tiene que comer, señor. Por favor, hágalo por mí. Quiero que se recupere. Si tiene planeado algo contra aquellos que sé que no dejará de lado, debe estar fuerte. ¡Así no logrará nada!
—Está bien.
—¿Quiere que le ayude a comer, señor?
—No, solo ayúdame a sentarme. Comeré solo.
—Está bien, mi señor.
Lo ayudé a recomponerse para que pudiera comer. Le puse la bandeja en las piernas y comenzó a tomar su caldo.
-Grace, quiero que, después de darme un baño, traigas a mi hermana aquí.
—¿No va a esperar a estar de pie, señor?
—Pensé que lo mejor sería hablar con mi hermana primero. Luego ella me ayudará a hablar con los padres de Milena.
—Así será.
-Grace, ¿y el chico que me trajo a casa?
¿No te dijo nada?
—No, señor. Solo dijo que cuando usted despierte, se comunique con él.
—Está bien. Después de Anneta, debo hablar con Alexis. Él sabrá cómo localizarlo.
—Está bien, mi señor.
ANNETA FERRETI
Estaba recostada en mi cama y no podía dormir. Me preguntaba dónde estaría mi hermano. No quería aferrarme a la idea de que estuviera muerto, pero ya llevaba tres días desaparecido. En cuanto a Milena, sabía que él la protegería si estaban juntos.
No me percaté de que la señora Grace había entrado en mi habitación hasta que habló:
-Señorita, estuve tocando y no respondía.
-Perdón, Grace. Estoy muy distraída pensando en mi hermano y en Milena.
¿Dónde estarán?
-Lo entiendo. Pero venga, cálmese y sígame. Quiero mostrarle algo.
—¿Qué me quieres mostrar?
—Solo sigame, ya verá.
La seguí sin cuestionarla más. Sabía que si me llamaba era por algo importante. Cuando entramos en la habitación donde estaban los aparatos médicos, me sorprendí al ver a Mattia sentado en la camilla. El corazón me dio un vuelco y corrí hacia él. Vi las gasas en su pecho y me contuve de abrazarlo.
—¡Hermano! ¡Qué susto me diste! ¿Qué te pasó?
—Recibí unos disparos y estuve inconsciente, pero ya estoy mejor.
—Gracias a Dios que estás bien. Ya estaba pensando lo peor. ¿ Y Milena? ¿La encontraste?
Vi cómo mi hermano bajaba la cabeza al hacerle la pregunta, evitando el contacto visual, algo muy inusual en él.
—Anneta... Milena está muerta.

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⏰ Última actualización: Sep 30 ⏰

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