3. Viral en el Paddock

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- Te vas a por una copa y, de repente ¡eres famosa en Instagram! - me dice uno de los amigos de James cuando regreso con el grupo.

   Lo miro sin entender bien, hasta que James me muestra su móvil. Es un post del equipo Mercedes, con la foto de Roscoe panza arriba mientras yo le acaricio la barriga, riendo y mirándolo como si fuera lo más adorable del mundo. En el pie de foto se lee  "Roscoe robando corazones en el paddock 💘🐶. ¡Cuidado, que nadie se le resiste!". Me río por la sorpresa, pero a James no le hace nada de gracia y me mira de reojo.

   - Vamos, no te pongas celoso por un perro - le digo en broma, pero su expresión sigue siendo seria. Supongo que le molesta que yo sea el centro de atención. 

   - Venga tío, que es solo el perro de Lewis Hamilton, ¡ni que fuera él de verdad! - interviene Manny, el único amigo de James que me cae bien. 

   Cansada de que James me ignore, me dispongo a emprender mi misión de encontrar a Fernando Alonso. Se supone que los invitados que no están acreditados por una escudería no pueden acceder libremente a los garajes, pero me hago la despistada y lo consigo. Busco el garaje verde donde se puede leer Aston Martin y me quedo por ahí, pero no logro ver a nadie. A menos de una hora para que empiece la clasificación, ¿no deberían estar ya en el coche preparándose para salir? 

   Aburrida de esperar, me dispongo a dar una vuelta por el resto de garajes. De repente, una multitud de reporteros y fans se abalanzan sobre alguien, arrastrándome con ellos. Me es imposible moverme, ya que me he quedado atrapada entre la multitud. Cuando se disponen a entrar en uno de los garajes, un guardia de seguridad interviene y empieza a despejar a la gente, mientras a mí me siguen empujando y, antes de poder evitarlo, acabo dentro de un box casi al completo de color naranja. 

   - ¡Eh! ¿Tú que haces aquí? ¡No puedes estar aquí! - me grita alguien. 

   Pero estoy tan confundida después del viaje que me ha dado la marabunta de gente que no sé ni de dónde me viene la voz, cuando de repente siento que alguien me coge con fuerza del brazo y empieza a sacarme de ahí bruscamente.

   - ¡Oye, puedo salir yo sola! ¡No hace falta que seas tan bruto! - le grito mientras intento zafarme.

   - Ha acabado aquí por mi culpa, suéltala anda, ya me encargo yo - un chico de aproximadamente mi edad, con una gorra y un polo naranja se dirige hacia mí, y el gorila que me estaba arrastrando del brazo me suelta. - Además, esa no es forma de tratar a nadie, deberían de haberte enseñado modales en tu casa - le reprocha. 

   Observo al chico, sin saber si agradecerle o gritarle que yo misma me podría haber hecho cargo de la situación si su ayuda. Sin embargo, acabo distraída con sus ojos, que no sabría decir si son azules o verdes, con su tez morena, como si acabara de venir de la playa, y los rizos castaños que sobresalen de su gorra.

   - Dadle unos cascos a esta chica, que disfrute de la sesión de clasificación tranquilamente - le dice a alguien del equipo -. Es lo mínimo de puedo hacer después de que toda esa gente que me perseguía te haya arrastrado hasta aquí. Ahora mismo me tengo que ir, pero luego me gustaría disculparme como es debido.

   Sigo sin articular palabra. Impactada, cojo unos cascos naranjas que alguien me pasa y me los pongo, mientras veo como el chico de los rizos castaños vuelve aparecer vestido con un mono y se mete dentro del coche de Fórmula 1 que hay frente a mí, mientras que su compañero hace lo mismo. 

   Observo los coches dar vueltas en el circuito a través de unas pantallas, y puedo escuchar a los pilotos hablando con sus ingenieros a través de los cascos que me han dado. Me fijo en el garaje, hasta que unas pantallas con un montón de gráficos y datos llaman mi atención. Me recuerda a mi trabajo, pero mucho más complejo, claro está. Comprendo que se trata del análisis de los datos de los coches mientras estos están en pista; neumáticos, combustible, energía...

   Antes de darme cuenta, estamos ya casi en la tercera ronda de la clasificación, y ambos coches del equipo McLaren (el equipo en cuyo box estoy) han llegado a la fase final. El garaje está expectante y se puede sentir la tensión de los miembros del equipo y la concentración de los pilotos antes de salir a estas últimas vueltas que decidirán sus posiciones mañana. Veo como una cámara enorme da vueltas por el garaje, enfocando a distintos trabajadores, a los pilotos, y, por último, llega hasta donde estoy yo, así que le dedico la mejor de mis sonrisas a la cámara y saludo con la mano. 

   Segundos después, mi móvil empieza a sonar.

   - ¿Qué coño haces en el box de McLaren? - la voz de James suena desquiciada.

   - Es una larga historia - comienzo a explicarle, pero me interrumpe.

   - Bueno, me da igual, sube a ver el final de la clasificación con nosotros. En cuanto acabe, nos vamos, a no ser que te quieras volver sola al hotel, como esta mañana - me desafía.

   Si no tuviera estos cascos puestos, seguramente ya estaría echando humo por las orejas. ¿Qué tipo de chantaje es este? Pero finalmente accedo, porque me niego a volver en ese autobús apretujada entre la gente. Espero a que los coches salgan a pista, entrego los cascos y me escabullo del box, intentando estorbar lo menos posible. 

Love on PoleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora