5. Del podio al adiós

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Una vez dentro del coche, el corazón me late a mil por hora. Nunca he tomado una decisión tan espontánea en mi vida, pero no podía soportar más las impertinencias de James. Necesitaba hacerlo. Por una parte, me siento liberada; por otra, avergonzada de que Lando haya tenido que presenciar todo esto.

   - Yo... siento mucho esto... puedo explicarte todo - intento decirle.

   - ¿Por qué no empezamos por el principio? Yo soy Lando, y tú aún no me has dicho tu nombre.

   La vergüenza me invade de nuevo. No le he dicho mi nombre siquiera, y me está llevando a Londres. 

   - Lo siento, tienes razón. Es solo que estoy algo abrumada por todo lo que ha pasado este fin de semana. Soy Valery. Valery Vega. 

   - Un placer, Valery - me dice -. Ahora, solo si quieres, ¿puedes contarme lo que acaba de pasar?

   Le cuento a Lando sobre todo este fin de semana, lo insoportable que ha sido estar con James y sus amigos, y que esta experiencia fue parte de un regalo de cumpleaños que no quería.

   - Joder, tu novio es un pedazo de capullo - me dice.

   - Bueno, técnicamente lo acabo de dejar, ya no es mi novio. Lo tendría que haber hecho hace bastante tiempo - digo -, pero a veces no te das cuenta de las cosas hasta que es demasiado tarde. 

   Me da la razón. Y llega el momento de silencio incómodo en el que me da tiempo a procesar todo lo que ha pasado. 

   - Esto es surrealista - murmullo.

   Lando se ríe. 

   - Por supuesto que lo es. Apuesto a que nunca pensaste que ibas a estar con el famosísimo contendiente a ser campeón del mundo de Fórmula 1, Lando Norris, en un coche, después de haberlo dejado con el capullo de tu novio, camino a Londres - me dice riendo.

   - Joder, es que si lo dices en voz alta parece de película. Y pensar que hace dos días ni siquiera sabía el ruido que hacía un coche de esos de los que conducís.

   Lando se ríe y me mira. Desvío la mirada. No estoy nada incómoda, tengo que decir. La conversación fluye sola, a pesar de estar en el coche de un completo extraño. Me da una mini clase de Fórmula 1, contándome que aspira a ganar este año y acabar con la dominancia de Max Verstappen.

   - ¡Ah, el otro chico del podio! - digo, comprendiendo todo -. El que siempre gana.

   Lando suelta una carcajada.

   - ¿Qué? ¿El que siempre gana? ¿Así es como lo conoces?

   Me encojo de hombros.

   - Hice mi investigación antes de venir, y el año pasado ganó prácticamente todas las carreras.

   - Bueno, pero este año he decidido que no va a pasar. Le pienso quitar el puesto - me dice Lando, bromeando -. Por si no lo sabes, ya he ganado una carrera. 

   La verdad es que no lo sabía, pero me alegro por él; me gusta su determinación, y se lo digo. 

   - Eso espero, ahora que me estás llevando a Londres, te acabas de convertir en mi piloto favorito. Que le den a Fernando Alonso.

   - ¿Por qué Fernando Alonso? - se ríe y me mira, curioso.

   Le cuento que lo poco que sé de Fórmula 1 es porque cuando era pequeña siempre lo veía con mi padre, sus años en Renault en los que ganaba todo, y tengo muy buenos recuerdos de ello.

   - Es una leyenda - me dice -. El año pasado era prometedor para él, pero este año no está siendo tan bueno. Menos mal que es mago.

   Cuando me vengo a dar cuenta, estamos entrando en la ciudad de Londres. Le digo que me deje en cualquier parada de metro que le pille cerca de donde se esté quedando, pero insiste en acercarme a casa. 

   - Es lo mínimo que puedo hacer después de que ayer casi perdieras el brazo a manos del segurata de McLaren. 

   Su coche entra en mi calle a toda velocidad, rugiendo, y de repente pienso en como mis amigas van a flipar cuando vean esto. Intento bajarme del coche una vez estaciona en la puerta de mi casa, pero me cuesta un par de intentos, ya que es demasiado bajo y no estoy nada acostumbrada. Lando, que ya ha salido, rodea el coche y me extiende el brazo. Me sujeto en él para salir y, cuando dirijo la cabeza hacia la ventana de mi casa, veo a Layla, Emily y Leah asomadas por ella; pero en cuanto me ven, se agachan. Me rio internamente y rezo porque Lando no se haya dado cuenta.

   - Muchas gracias por acercarme; no tendrías que haberlo hecho - le agradezco sinceramente.

   - No podía dejar a una chica disgustada con su novio tirada en Silverstone - bromea. 

   No sé cómo despedirme de él. ¿Dos besos? Seguro que sería incómodo, eso solo se hace en España, así que extiendo mi mano para estrechar la suya.

   - Qué formal - me dice riendo, pero acepta mi mano. 

   Se mete en el coche y baja la ventana.

   - Entra ya a casa para que pueda irme - me dice.

  Agradezco su gesto, pero estoy segura de que mis amigas siguen vigilantes en la ventana del piso de arriba y no me pasaría nada si se fuera. 

   Nada más entrar por la puerta, mis tres amigas se abalanzan sobre mí, sin dejarme tiempo siquiera para soltar el bolso y saludarlas como es debido. 

   - ¡Cuenta, cuenta, cuenta! - me dice Layla, como un disco rayado.

   Procedo a contarles todas mi aventura del fin de semana: lo mal que se portó James conmigo, como conocí al perro más tierno del mundo y, por ende, como acabé en el Instagram de la escudería Mercedes, como terminé viendo la clasificación en McLaren y como he acabado viniendo a casa en un deportivo cuya marca y modelo está fuera de mis conocimientos. 

   - Ah, y he dejado a James en el parking del circuito - explico, como si fuera esto lo más irrelevante de toda la historia -. Ahora que lo pienso, sigue teniendo mis maletas. Le diré que me las acerque mañana al trabajo, porque no quiero que se acerque a casa ni en sueños.

   - ¡James es lo último que nos importa ahora mismo! - me grita Emily.

   - Yo hubiera apostado a que lo dejabais nada más volver, pero menos mal que no lo he hecho, porque lo has dejado antes de lo esperado - dice Leah, sarcástica como siempre.

   - Volviendo al tema importante - interrumpe Layla -, ¿tienes su número? ¿Su Instagram? ¿Cuándo vas a volver a verlo?

   - Creo que su Instagram es de dominio público y lo seguirán millones de personas - dice Leah.

   - ¿De Lando? - pregunto, y mis amigas asienten -. Sinceramente, no tengo la esperanza de volver a verlo. No me ha dado su número. Y, sí, podría seguirle en Instagram, pero probablemente no se dé ni cuenta porque sus notificaciones estarán a reventar. 

   Entonces es cuando soy consciente de que mi historia de Wattpad acaba aquí. Y mis amigas deben notarlo en mi cara, porque Layla se apresura a abrazarme.

   - Bueno, ya sabes lo que dicen - comienza Emily -; no hay mal que por bien no venga. Te ha servido para escapar del idiota de James. Y nosotras vamos a estar aquí siempre, y lo sabes.

Love on PoleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora