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"Ay compadre Pedro, ya estoy cansado de estar aquí."

"Yo también Don Josué, y hay que aguantarnos una hora más, hasta terminar."-Respondió el hombre, con un tono cansado en su voz.

"Y cuando ya terminemos, estará todo oscuro compa."

-Hablaban los hombres entre el cansancio y la preocupación.

-Pasó aquella hora, y ambos hombres ya cansados de arar tierra, sueltan sus palas, y se miran las manos, ya rojas y heridas. Se sientan entre la tierra a descansar, mientras ven como el sol se va escondiendo poco a poco, lo que les avisa que es hora de irse a casa.

"Bueno Don Josué, es mejor que ya vayamos agarrando camino, usted sabe que de noche esto no da buena espina"-dijo Pedro.

"Si compa, y además del cansancio que siento ahorita, ya no doy para estar más tiempo afuera."

-Ambos se acercaron a darse la mano, en señal de despido.

"Hasta el Lunes Don Josué."-se despidió Pedro.

"Nos vemos compadre."- le dijo don Josué.

-Don Josué arregló su ropa, agarró su sombrero, y  empezó a dar camino hacia el monte, que le abre paso hasta la carretera. Iba acompañado de los últimos rayos de luz que habían en el cielo, y de el último suave suspiro del viento antes de volverse fuerte y frío.

-Al llegar al monte, todo empezaba a tornarse oscuro, y don Josué, quedaba a merced de la mirada fría y oscura de la noche, de la carretera, y de quién quisiera llevarlo hasta su pueblo, si es que alguien aparecía.

-La noche se daba paso a sí misma, a hacerle compañía a don Josué, y junto con él, observó  detenidamente al monte. Aquello no hizo más que provocarle escalofríos, y él no supo a dónde más dirigir la cobardía de sus ojos. Monte era todo lo que veía.

-La presencia de la oscuridad le hizo recordar que esta lo iba a seguir hasta su pueblo. Era un jueves de apagón, y al recordarlo, ya no supo si prefería quedarse ahí junto a la ambigüedad de lo que rodeaba su ser, o volver a su casa.













Es mejor ver cuando no hay luz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora