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El principio del fin de la vida perfectamente ordenada de Max Verstappen llegó una ordinaria noche de sábado.

Su novia estaba acurrucada a su lado, la cabeza en su hombro, mientras observaban su serie favorita.

—¿Dulzura? —Kelly murmuró durante una pausa comercial.

—¿Hmm?

—He estado pensando...

Max miró su oscura cabeza. —¿Qué?

Los dedos de Kelly jugaron con el dobladillo de su camisa. —Yo... ¿Qué piensas sobre intentar algo nuevo? Quiero decir sexualmente.

Max la miró con curiosidad. Kelly normalmente no era tímida cuando se refería al sexo.

—Claro, —dijo con una leve sonrisa, enterrando sus dedos en su pelo y acariciando su nuca—. ¿Qué quieres?

Kelly se mordió el labio y lo miró, sus ojos grises llenos de vacilación. —¿Qué hay acerca de un trío? ¿Con un hombre?

La sonrisa de Max se congeló en sus labios antes de desaparecer lentamente.

—No tienes que decidir nada ahora, —Kelly dijo rápidamente—. Tomate tu tiempo y piensa en ello. No hay presión, piénsalo.

Si ella no hubiera dicho eso, Max lo habría rechazado de plano. Pero él la conocía. Era obvio que ella realmente lo quería.

Max desvió la mirada. No era muy bueno en compartir sus cosas y creía en la monogamia. Pero se lo debía a ella para, al menos, darle un pensamiento, sin importar lo mucho que le disgustaba la idea de otro hombre tocándola.

—De acuerdo, —dijo—. Lo pensare.

Él sí pensó en ello.

Estuvo constantemente en el fondo de su mente por los siguientes días, incluso cuando estaba en el trabajo. El pensamiento de Kelly teniendo sexo con otro hombre le dejó un sabor amargo en la boca, pero él no estaba celoso de por sí, sólo incómodo, alejado y ligeramente irritado con Kelly. Ella sabía lo que pensaba Max sobre tener múltiples parejas sexuales al mismo tiempo, pero había pedido por ello de todas formas. Por otro lado, ignorar la petición de su novia no era algo que haría un buen novio.

Maldita sea. Estaba pensando en círculos. Necesitaba una nueva perspectiva sobre esto.

Max terminó llamando a Logan, su primo y amigo más cercano. Últimamente, rara vez se veían cara a cara, desde que Logan trabajaba en Inglaterra, pero ellos habían sido cercanos desde su infancia. Él siempre podía contar con Logan.

—Si estás celoso, simplemente di que no, —Logan le dijo.

—No estoy celoso, —Max dijo, recostándose en su silla—. Nunca me pongo celoso, ya lo sabes. Yo sólo odio compartir lo que es mío.

—No es como si ella te pudiera obligar. Si tú no deseas compartirla, simplemente dile eso.

—No la conoces, —dijo Max con un suspiro—. Si le digo que no quiero un trío, va a ponerse de mal humor, hacer pucheros y me dará su espalda fría por semanas. Y odio cuando lo hace.

—¿Es realmente una cosa tan importante para ti? —dijo Logan—. Algunos hombres disfrutan viendo a sus mujeres tener sexo con otro hombre.

—No yo, —dijo resumidamente Max.

Logan se quedó en silencio por un momento antes de decir con voz cuidadosa, —sabes, no es hacer trampa si se hace con el consentimiento de tu pareja.

Max miraba inexpresivo la imagen en la pared frente a él. Él tenía que hacer un esfuerzo consciente para mantener su voz casual y no sonar brusco. —¿Tienes algún otro consejo, Capitán Obviedad?

Logan dejó escapar un suspiro. —No creo que ella tenga derecho de presionarte para que hagas algo que no quieres, pero por otro lado... las buenas relaciones están basadas en el compromiso.

—Lo sé, —dijo Max, pellizcándose el puente de la nariz. Eso era el por qué él lo estaba considerando en absoluto—. ¿Cuándo vendrás a casa? Estás agarrando un pretencioso acento británico.

Logan rió. —En un par de meses, de hecho. Tengo unas vacaciones acercándose.

Cuando Max colgó un par de minutos más tarde, cerró los ojos y permaneció sentado aún por un rato, pensando. Logan tenía razón: las relaciones se basaban en el compromiso.

Max apagó su computadora y salió de su oficina, después de asegurarse de que estaba cerrada detrás de él.

—¿Se va a casa, Sr. Verstappen? —su secretaria le dijo, sonriéndole ampliamente y batiendo sus pestañas.

Él asintió con la cabeza, optando por ignorar su coqueteo, como de costumbre. Dilara era una secretaria excelente; eso era lo importante. Ella era rápida, era inteligente y necesitaba poca dirección. Era buena tratando con clientes, a pesar del hecho de que la mayoría de ellos no hablaban bien el Inglés. Con el tiempo aprendería que su coqueteo era inútil: Max no engañaba. Nunca.

—¿Alguna cosa urgente, Dilara?

—No, nada urgente. Hanna dijo que casi termina con la traducción del ruso. Debería haber terminado para mañana.

Asintiendo, Max dejó la oficina.

Condujo directamente a casa. A menudo recogía a Kelly en la universidad, pero si él recordaba correctamente, y él siempre recordaba correctamente, sus clases habían terminado temprano ese día.

Kelly estaba en casa, como había esperado.

Max la besó brevemente, se quitó la corbata y comenzó a desabrocharse su camisa. —He pensado acerca de tu idea —dijo en voz baja.

Oyó su aliento atrapársele en la garganta. —¿Y?

—Tengo algunas condiciones.

—Bueno.

Max se quitó la camisa y la puso en el cesto de la ropa sucia. —Primero, él no tendrá completo acceso sexual contigo.

—Oh. —Hubo decepción clara en su voz. Él la ignoró.

—Segundo, —dijo, su voz uniforme y controlada—. Será una cosa de una sola vez, y tú se lo dejarás en claro a él.

—Sí. Está bien. —Kelly se acercó y apretó su cuerpo contra el suyo desde atrás, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura. Ella lo besó en el hombro—. Eres el mejor novio.

Max abrió la cremallera de sus pantalones. —¿Tienes a alguien en particular en mente?

—Sí, yo ya he elegido a alguien, —dijo Kelly—. Tenemos unas cuantas clases juntos.

El hecho de que al parecer ella había estado atraída por algún tipo por un tiempo no le sentó bien a él, pero Max no hizo ningún comentario.

—¿Cómo es? —preguntó en cambio.

Kelly se rió. —¿Cómo se supone que voy a responder a eso? Él es más joven que tú, aproximadamente de mi misma edad, probablemente veinte.

—¿Apuesto?

Ella se rió de nuevo, enterrando la cara en su espalda. —Él es... muy atractivo, pero no te preocupes, Sergio no es para nada tan apuesto como tú. Todas las chicas me envidian cuando vas a recogerme. —Ella se quedó en silencio por un corto tiempo—. No estás enojado conmigo, ¿verdad? No es que nuestra vida sexual no sea satisfactoria o algo, no podría ser mejor, pero es sólo que-

—Lo entiendo, —dijo Max cortamente—. Tú sólo quieres probar algo nuevo.

—Exactamente. Si tú quieres, en algún momento,  podemos tener un trío con otra chica.

Max no podía decir que era algo que quería, pero lo aceptó como la rama de olivo que obviamente pretendía ser.

—Bien, —dijo.

—¡Genial! Le diré a él, entonces. Creo que aceptará. Es bastante fácil.

Max reprimió una mueca y se limitó a asentir.

S.U.P.O.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora