Sergio había visto algunas parejas disparejas antes, pero nada siquiera cerca de la aventura entre su mejor amigo y el profesor Alonso. Excepto que ya no era incluso una aventura: Lance en realidad se había mudado con Alonso, lo que fue mentalmente alucinante en tantos niveles que Sergio todavía tenía problemas para creerlo.
—Pérez, —Alonso lo saludó, abriendo la puerta.
—Profesor, —dijo Sergio incómodo y entró en la casa. El hombre podría ser el amante de su mejor amigo, pero no había modo en el infierno de que él pudiera llamar a Alonso por su primer nombre.
—Lance está allí —Alonso hizo un gesto a la puerta de su izquierda antes de darle a Sergio una mirada dura—. Estoy trabajando, así que no me molesten. Mantengan la voz baja.
—Sí, señor, —dijo Sergio. ¿Qué había en este hombre que le hacía sentir como si midiera tres pulgadas de altura?
La puerta se abrió y la cabeza de Lance asomó. —¿Estás acosando a Sergio de nuevo?, —dijo rodando los ojos.
Alonso levantó una ceja. —¿Yo? ¿Acosando?
Dándole una larga sufriente mirada, Lance se acercó a Alonso y lo besó. —Ve a trabajar en tu libro mientras puedas. No olvides que le prometiste a Chloe y a Anne llevarlas de compras. Están súper emocionadas, ellas han querido un cachorro desde siempre.
—Sí, negro y esponjoso, —dijo Alonso con una apretada expresión en el rostro.
Lance sonrió. —¡Y con una estrella blanca en la frente! Eso es muy importante para Anne.
Alonso le dio una mirada. —¿Qué pasa si no hay tal cachorro?
—Estoy seguro de que puedes intimidar a la gente para que te consigan uno, —dijo Lance—. Ve a trabajar antes de que se despierten.
Negando con la cabeza y viéndose moderadamente irritado, Alonso besó a Lance en los labios y encaró hacia arriba, presumiblemente para su oficina.
—Esto seriamente me está asustando, hombre, —dijo Sergio, parpadeando.
Lance resopló y lo llevó a la habitación. —A veces todavía me resulta extraño también a mí. —Él se dejó caer sobre el sofá y sonrió ampliamente—. Pero nunca he sido tan feliz.
Sergio miró alrededor de la elegante habitación. —Apuesto a que no hace daño que esté cargado, ¿eh?
Lance sólo se rió. —Entonces, —dijo, apagando el televisor—. ¿Qué pasa contigo últimamente? —Miró a Sergio intensamente, sus ojos marrón serios. Esos eran unos ojos hermosos, pero no eran en absoluto como...
Sergio se encogió. Esto se estaba volviendo ridículo.
—Quiero decir, he sido un amigo de mierda últimamente, —dijo Lance con una mirada tímida—. Los cosas han estado locas, y Fernando prácticamente tomó mi vida. Sé que es una mala excusa, pero-
—No te preocupes, —dijo Sergio, hundiéndose en un aparentemente cómodo sofá.
—Entonces, ¿qué pasa?, —preguntó Lance—. Has estado un poco raro por un tiempo.
Sergio frotó la esquina de su ojo izquierdo. —¿Recuerdas el trío que tuve con Kelly y su novio?
Lance asintió, pero él tenía el ceño fruncido. —¿No fue hace un mes?
—Sí, —dijo Sergio—. La cosa es que no fue la única vez que ocurrió. Básicamente, ha estado pasando durante un mes, bueno, hasta Navidad.
Los ojos de Lance se abrieron un poco. —¿Tanto tiempo? Pero por lo general tú no…
—No, yo usualmente no lo hago, —dijo Sergio suavemente.
Hubo un largo silencio, durante el cual Sergio encontró tres tornillos en el techo y una pequeña mancha en la pared que podría haber sido un bicho alguna vez, aunque no podía imaginar a Alonso aplastando un bicho.
—¿Estás en una relación con ellos?, —dijo Lance, su voz lenta y confusa.
La risa que salió de la garganta de Sergio era un poco tensa. —No. Ellos son una pareja, y yo soy su juguete sexual. Eso es todo.
—No me estás diciendo algo. Te conozco, Checo.
Sergio se miró las manos.
—Yo no quiero un trío, —susurró.
—¿Quieres decir… —Lance sonaba sorprendido.
—Sí. Estoy jodidamente celoso. Y lo odio. Me está volviendo loco.
—¿Celoso de quién? ¿Él o ella?
—Ella, —dijo Sergio, su voz plana—. Odio verla a ella tocándolo, y besándolo y follándolo. —Sergio se rió—. Lo sé; es ridículo. Ella tiene todo el derecho de tocarlo, ha sido su novia durante dos años. No soy nada para él. Pero...
—¿Estás enamorado de él?
Sergio se pasó la lengua por los labios. —Yo... yo no lo sé. —Él sonrió sin humor—. Si esto es amor, jodidamente apesta. Siempre pensé que el amor supuestamente hacía feliz a la gente. Nunca me he sentido tan como la mierda antes. Ni siquiera es sólo el sexo. Odio cuando los veo juntos, cuando los veo siendo tan una pareja, y una adorable. Ella puede tocarlo cuando quiera. Ella sostiene su mano. Ella pasa las noches con él, ella vive con él.
Se encontró con los ojos de Lance. —Estoy empezando a odiarla, ya sabes. Ella no se lo merece. Es una chica buena y divertida. Solía gustarme. Y ahora un poco como que quiero arrancarle los ojos, aplastarlos con un pie como un niño y gritar ¡Mío! cada vez que lo toca. Y estoy seguro de que ella ya sabe que quiero más de él. Ella quiere que me vaya. Yo sé eso. —Checo resopló—. Y no puedo decir que la culpe. —Suspiró profundamente, pasándose una mano por la cara—. Me está volviendo loco. Y es... es jodidamente estúpido. Apenas lo conozco. Yo no lo comprendo. Pero es como si... yo no puedo separar el sexo de los sentimientos, ¿sabes? Siempre pude antes, pero con él, sólo no puedo hacerlo. Quiero complacerlo. Quiero gustarle. Es jodidamente ridículo.
Lance se quedó en silencio por un rato antes de preguntar en voz baja, —¿Qué hay con él? ¿Crees que es de un solo lado?
Cayendo hacia atrás en el sillón, Sergio volvió a suspirar. —No lo sé. Él es muy difícil de leer. A veces pienso que hay algo ahí, pero... pero yo no creo que él trate a su novia en nada diferente de lo que solía. Él es siempre tan... atento con ella. Aún el novio perfecto.
La boca de Lance fija en una línea sombría. —No le dispares al mensajero, pero... si él se siente del mismo modo que tú, ¿no debería estar celoso de ella, también? Su relación se habría deteriorado. Si todavía están bien, eso... en realidad no se ve bien para ti.
El estómago de Sergio se revolvió. Sabía que Lance tenía razón. La misma idea se le había ocurrido también. —Lo sé.
Ambos se quedaron en silencio.
—¿Qué vas a hacer?, —dijo Lance al fin.
Sergio se mordió el interior de la mejilla.
—Lo más inteligente, —dijo, mirando a los ojos de Lance—. Salirme mientras todavía pueda.