14

598 98 13
                                    

—Deja de estar mirándolos, hombre. Estás siendo demasiado obvio.

Sergio se volvió rápidamente y miró a Lance. —No estaba mirándolos.

No estaba seguro de qué era peor: la piedad obvia, mal escondida en los ojos de Lance o la forma en que su pulso se aceleró al momento en que había visto a Max.

Habían pasado dos semanas.

Pegando una sonrisa en su cara, Sergio se recostó contra el banco en el que estaban sentados, mirando a cualquier sitio menos a Kelly y a Max. —Ellos parecen muy felices, ¿no?

Lance se encogió de hombros, echando un vistazo en su dirección. —No lo sé. Ella está sonriendo, pero el rostro de él mayormente no expresa nada.

Sergio se rió entre dientes. —No significa nada. Él tiene la mejor cara de póquer que he visto jamás. Si él no quiere que sepas lo que siente o piensa, es increíblemente difícil de adivinarlo. Aunque a veces se le cae.

La mirada compasiva de Lance empeoró, poniendo a los dientes de Sergio al borde. Él estaba bien, maldita sea. Así que se había encariñado un poco, ¿y qué? Él no estaba con el corazón roto ni nada.

—¿Se fueron ya?, —preguntó un momento después.

Lance los miró de nuevo. —Nop. —Una sonrisa divertida iluminó su cara—. Fernando sólo acaba de ir hacia ellos. Kelly reprobó su clase, ya sabes. Ella tiene que recursarla, y Fernando odia cuando tiene que perder su tiempo con estudiantes que ya fallaron una vez. La pobre chica se ve aterrorizada.

Sergio volvió la cabeza.

Efectivamente, el profesor Alonso se cernía sobre Kelly, un ceño fruncido en su rostro mientras la reprendía por algo. Kelly asentía tan rápidamente que uno podría pensar que su cabeza se le caería si no se detenía. Sergio debería estar sonriendo si su mirada no estuviera impotentemente siendo atraída hacia Max de nuevo.

Max estaba observando el intercambio entre Kelly y Alonso con una expresión indiferente en el rostro, las manos en los bolsillos de su abrigo gris. Su chaqueta estaba desabrochada y su camisa azul metida dentro a la altura de su plano estómago era una combinación casi perfecta para sus ojos.

—Estás mirando fijo de nuevo, —Lance dijo, dándole un codazo, y Sergio evitó su mirada. Lance se rió entre dientes—. No es que yo te culpe. Él es ridículamente atractivo. Aunque, personalmente, creo que Fernando es más caliente.

Sergio le dio una mirada de incredulidad.

—Lo es, —Lance dijo, sonriendo—. Él tiene toda esa cosa de 'alto, oscuro y aterrador' a su favor.

Sergio resopló. —¿Aterrador? Seguro. Una pregunta sería: ¿te critica durante el sexo también? —Sergio hizo todo lo posible por imitar la voz de Alonso—, 'Su rendimiento es mediocre, Stroll. Haga un esfuerzo para apretar sus músculos alrededor de mi'.

Riendo, Lance tiró de él en una llave de cabeza juguetona.

Alguien se aclaró la garganta deliberadamente.

Con su cuello todavía envuelto en el brazo de Lance, Sergio miró hacia arriba. Su sonrisa desapareció cuando los ojos de Max se encontraron con los suyos.

Ellos eran fríos como el hielo.

Lance lo soltó, y ambos se enderezaron.

—Hey, —dijo Sergio, tratando de sonar casual e indiferente. Él no estaba seguro de haber tenido éxito.

—Hola, —dijo Max, con el rostro inexpresivo. Sus ojos parpadearon hacia Lance—. ¿No vas a presentarme a... tu amigo?

—Por supuesto. Este es Lance Stroll. Lance, este es Max Verstappen.

S.U.P.O.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora