Me estacioné frente a la casa de Sue, con el corazón latiendo a mil por hora. La barba recién recortada y mi nuevo corte de cabello me hacían sentir como un verdadero galán. El traje rosa y el pantalón beige me daban un toque elegante, y por primera vez en mi vida, mis padres me habían prestado el carro sin una lista interminable de advertencias. Todo parecía ir de maravilla. Bueno, casi todo.
Mientras esperaba a Sue, mi mente empezó a repasar cada detalle. ¿Perfume? Revisé rápidamente mi cuello y muñecas y recordé el pequeño detalle: me había puesto perfume... pero no el adecuado. En mi apuro por salir perfecto, había agarrado uno de los míos, que claramente era uno de los perfumes femeninos que solía usar como Valeria. Pero, ¿qué tanto se notaría? Tal vez Sue ni se diera cuenta.
Y entonces la vi salir de su casa. Sue estaba absolutamente hermosa, como si hubiera bajado de alguna estrella. Llevaba un vestido azul celeste que resaltaba su piel y su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros. Caminaba con tanta gracia que me quedé embobado solo viéndola. Pero lo que más me impactó fue el aroma a flores que llenaba el aire alrededor de ella. Era dulce, delicado, y me recordó que yo olía... bueno, a flores también.
Sue llegó al coche con una sonrisa deslumbrante y abrió la puerta del copiloto. Al sentarse, pude ver cómo, de inmediato, levantaba ligeramente las cejas al notar el aroma que llenaba el auto.
Sue (con una risita juguetona):
—Valerio... ¿me estás engañando o te pusiste el perfume de tu mamá?Me quedé helado. ¡Sabía que lo notaría! Me reí nerviosamente mientras intentaba darme una excusa rápida, pero ella ya estaba sonriendo con una mezcla de diversión y desconcierto.
Yo (tratando de suavizar la situación):
—Ehh... no exactamente de mi mamá, pero... sí, digamos que me equivoqué de perfume. Un pequeño desliz, ¿qué te puedo decir?Sue se rió, llevándose una mano a la nariz mientras olía el aire a su alrededor. Maldita sea, olíamos igual! Era como si estuviéramos envueltos en una nube de flores y jazmines. Un desastre aromático, pero al menos lo estaba tomando con humor.
Sue (entre risas):
—¡Es increíble! No solo eres mi asistente personal, sino que además compartimos el mismo perfume. Esto es un nuevo nivel de conexión.Me uní a sus risas, aunque un poco avergonzado, pero al menos la situación había roto el hielo. A veces, los accidentes más ridículos son los que hacen que una cita comience con buen pie.
—Bueno, es una forma de empezar la noche con algo de... originalidad, ¿no crees?Ella seguía riendo mientras se acomodaba en el asiento y se abrochaba el cinturón de seguridad.
Sue (mirándome de reojo):
—La verdad, es que no me lo esperaba. Pero está bien, Valerio. Al menos, con este perfume, siempre me recordarás, ¿no?Yo (bromeando):
—O tal vez seré yo el que huela a Sue cada vez que use este perfume.Nos echamos a reír mientras arrancaba el coche. Sue olía como un jardín primaveral, y yo, bueno, como un florista con mal gusto. Pero al final, ambos estábamos disfrutando de la situación. A veces, el ridículo no es tan malo cuando te gusta alguien y puedes compartir esos momentos graciosos.
Mientras manejaba hacia nuestro destino, supe que, aunque había comenzado con un pequeño error, esta cita iba a ser inolvidable.
Mientras conducíamos, la conversación fluyó con una facilidad inesperada. Sue bromeaba sobre la coincidencia de nuestros perfumes, y yo aprovechaba cada oportunidad para hacerla reír. La música suave de la radio nos acompañaba, y el ambiente, lejos de ser incómodo, se volvía cada vez más ameno.
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Cambio de Suerte -COMPLETADA- GL
HumorUna diseñadora gráfica de 22 años, vive con sus padres en un departamento en la ciudad. Su hermano mayor, Carlos, de 25 años, parece tenerlo todo: buenos trabajos, libertad para salir a cualquier hora, y la posibilidad de traer a sus novias a casa...